EL FESTIN DE LOS LOBOS…EXTERMINIO POR AGROTÓXICOS

 EL FESTIN DE LOS LOBOS…EXTERMINIO POR AGROTÓXICOS 


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Por Víctor M. Estupiñán Munguía*

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“La inteligencia oculta de los imperios sólo tiene una idea fija: cómo no acabar, cómo no sucumbir, cómo prolongar su era.” J. M. Coertzee (“Esperando a los bárbaros”).

Los lobos imperiales se desviven para impulsar toda clase de mecanismos un tanto ocultos o disimulados que les permitan disminuir la población mundial. 

Los lobos internacionales tienen muchas formas para implementar métodos de exterminio. El hecho de contar con tanto poder económico permite que los obstáculos que pudieran tener en los países donde escogen operar y llevar adelante su objetivo de exterminio, los salvan comprando voluntades de autoridades, políticos y funcionarios. Es decir de gobiernos.

México con tanto territorio nacional nos encontramos en los 10 países del mundo que más importamos alimentos.

Sin embargo, la producción capitalista utiliza fertilizantes y pesticidas con fórmulas para elevar la producción de alimentos. Eso se declaró con “La Revolución Verde”.

La agricultura tiene cuando menos 10 mil años en dicho trayecto y no conoció venenos de ninguna clase. Con la Segunda Guerra Mundial y bajo el pretexto de querer alimentar a todo el mundo se empezó a utilizar sustancias que “apoyaran” la producción. 

Sin embargo, a medida que se inició el neoliberalismo y se fue consolidando hasta alcanzar la madurez, la producción agrícola sufrió cambios radicales en sus métodos y técnicas. Mismos que se emparejaron con objetivos de “Seguridad Nacional” norteamericano. En otras palabras, la de reducir la población a su mínima expresión.

Los lobos imperialistas desde antes de la guerra de Vietnam, ya les pasaba por la mente dicha idea. Y, con la derrota de dicha guerra se volvió obseción.

En 1960 se hizo presente el modelo de producción industrializado capitalista. Es decir, con “La Revolución Verde” y el monocultivo se aseguraba que se iba a terminar el hambre en el mundo; sin reconsiderar que el problema no es de producción sino de distribución de la riqueza y lógicamente también de los alimentos.

De utilizar agroquímicos más o menos  reposados y no muy fuertes,, con el Tratado de Libre Comercio drásticamente se pasó al abuso feroz de toda clase de ellos. Echándose mano de los más venenosos. La ambición patológica no dejó recato para una pizca de ética.

Con este tipo de producción neoliberal se le ha estado dando muerte a muchas unidades milenarias de producción limpia, sana y natura,l tanto de comunidades rurales y pueblos originarios.  

En su lugar se ha promovido indiscriminadamente los métodos de producción necrófilos, mediante el glifosato entre otros de su misma calaña, en función de las gigantescas ganancias. Este es un herbicida sumamente  venenoso para todo reducto de vida vegetal, animal, mineral y humana.

Lo peor del caso es que también se usa para matar el cultivo días antes de levantar las cosechas. Es decir, se utiliza como un vil eliminador de las plantas principales (y ya no como herbicida inicial que les hacía competencia al cultivo principal). Por ello, sus raciones son mucho más elevadas.  

Lo lamentable es que por las grandes cantidades y, por ser una operación realizada antes de la cosecha; les pasa grandes cantidades a las plantas o cultivos principales. Como quien dice, les dan todavía más su dotación como despedida ¡hinchándolas  de venenos! 

De esta manera se ahorran al cosechar todo al mismo tiempo. De dos pasos o tres, lo resumen ahorrándose dinero y tiempo a ese gran costo social.

Así opera la agricultura competitiva capitalista. ¡Imagínense como nos llegan los alimentos y a los animales que después comemos! Pero también se concentra en la tierra y mantos acuíferos.

Pero el ciclo de uso es más extenso. Pues por comodidad y ahorro económico se utiliza en áreas verdes deportivas, jardines, camellones entre más. Impactando además en aves, lombrices, abejas y otros polinizadores.

En el mercado existen más de 800 fórmulas con glifosato. El profundo daño en el hombre se manifiesta en los riñones, hígado, sistemas reproductivos, sangre, daño genético, cáncer, Parkinson, problemas hormonales, entre más, antes de que llegue la muerte.

Los que usan dicho veneno “argumentan” bajo una psicología del miedo que si se deja de usar, la producción se disminuirá en un 50%. Señalamiento falso porque hace décadas que se usa y la producción no aumenta.

A nivel internacional las grandes corporaciones internacionales empujaron su normalidad diciendo que no era tóxico. Pagaron a comunidades científicas para que así lo señalaran y de esa manera legitimarse. 

La crisis tiene más de 30 años acompañando al neoliberalismo. Dejando en destrucción las raíces del “milagro mexicano”. Están obsesionados en su uso. Pues las ganancias son estratosféricas. 

El año pasado Semarnat prohibió la entrada de mil toneladas al país de glifosato. La contaminación ha venido saturando todos los alimentos. Por ejemplo, se realizó una muestra de tortillas de maíz genéticamente modificado y en más del 70% se encontró la presencia de glifosato.

 También su usan imidacloprid, captan, carbamilo, paraquat, diurón, entre más. La élite agropecuaria de México son los que determinan la forma industrial de producir alimentos, meras mercancías para ellos. Produciendo  grandes cantidades estandarizadas, contaminadas. 

Desde hace décadas le han suprimido lo que significa “sagrado alimento” (ética biófila). Con ello nos imponen condenándonos a consumir alimentos envenenados. Y con ello, al sufrimiento de falta de salud. Y, condenándonos a  procrear descendencia débil y enferma. Degenerando la raza humana.

Existen muchas denuncias públicas sobre el proceso de envenenamientos masivos. Por ejemplo, la Red de Acción sobre Plaguicidas advirtió que en la producción del tomate se emplean más de 30 agrotóxicos. Algunos de los más letales, 3 cancerígenos, 6 neurotoxinas, 12 disruptores hormonales, 10 que producen ecotoxicológicos, 3 químicos que producen alteraciones en el desarrollo, entre otros.

El abuso del glifosato se debe a “La Cultura de los Agronegocios”. De tanto utilizarla ha provocado que las “hierbas” (muchas veces quelites y otras especies comestibles), se volvieron más resistentes (169 especies), a ellos requiriendo “dosis” más concentrados, más venenosos. Es una especie de drogadicción vegetal.

Para ello, se ha recurrido a fórmulas demoniacas como son Atrazina, Glufosinato de amonio, 2,4-D

No sólo Sonora utiliza las técnicas del envenenamiento. Sinaloa altamente tecnificado y primer productor de tomate con 3.5 millones de toneladas de jitomate en el 2018, también lo practica. 

Desgraciadamente los productos orgánicos se producen muy poco y son caros, por lo que muchas veces son producidos y consumidos por los mismos que siembran los envenenados. Saben muy bien que los no orgánicos están sumamente envenenados.

Nos venden alimentos contaminados de autodestrucción masiva a la larga y, además a precios prohibitivos. Encontrar alimentos sanos es algo imposible para los que no tenemos altos ingresos.

Monsanto, Bayer Crop Science, Corteva Agriscience, Cargill, Basf, Syngenta; son los mercaderes que se oponen a que se elimine por las gigantes ganancias que obtienen. 

México importa maíz amarillo, transgénico y tolerante al glifosato de los EEUU., negocio redondo por todos lados.

“Fertilizantes Tepeyac corporativo de los Robinson Bours comercializan gran parte de dichos agrotóxicos no sólo en Sonora, sino también en el Noroeste, siendo clientes Jalisco, Michuacán, Guanajuato, Hidalgo y Querétaro. Desde que Carlos Salinas con el TLC “destronó” Fertimex, la iniciativa privada se apodera de dicho vació consolidando un monopolio. 

Fertilizantes Tepeyac obtiene grandes ganancias al venderle a Bayer, Dupont, Monsanto y Syngenta, trasnacionales que en países como Canadá, EEUU, y Europa no pueden vender dichos productos por ser altamente tóxicos.”

Se ha denunciado presencia de sustancias venenosas en maíz y frituras, miel de abaja de Campeche, Coatepec y Misantla Veracruz. También en ríos y drenes de Chiapas, en aguas subterráneas; igualmente en el Valle de Yucatán, Quintana Roo, en ríos, pozos y lagunas.

Se ha extendido “el veneno de todos”. Se ha encontrado en Champotón y Calendaria, en Campeche, Mérida y algunas comunidades de Hopelchén Campeche. Lo más trágico es que también se ha detectado en agua “purificada” de garrafones.

Los herbicidas están protegidos por secretos industriales. Por ejemplo, el glifosato no se utiliza en forma pura, sino que conlleva metales pesados, agua, petróleo, entre más. 

En un estudio reciente a varias marcas se encontraron aparte del glifosato los siguientes metales pesados: arsénico, cobalto, níquel y plomo en niveles muy altos (¡Cromo 40 veces más que lo establecido en Europa!).

De modo que al o a los venenos químicos, habrá que agregarles los otros venenos: los metales pesados. No nos podemos escapar a este doble envenenamiento mortal.

Por ejemplo, en el Valle del Yaqui han sido herbicidas en un 34%, carbamatos organosfosforados en un 27.53%, fungicidas, organoclorados y piretroides.

Con un total de venenos de 3 millones 146mil 616 kilogramos. Se han detectado las consecuencias como leucemias, aplasia medular, linfoma no Hodkin, entre más.

De tal forma que dicho “coctel” resulta muy venenoso (entre 3 y 358 veces más) que si se utilizara solo el glifosato. En cambio la sustancia POEA es 3.450 veces más tóxico que el glifosato solo. La muerte está asegurada.

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Son disruptores hormonales. Es decir, afectan a las hormonas del consumidor y de su descendencia, incluso en baja concentraciones. En gran parte se explica por qué hay tantos con sobrepeso, obesidad y diabetes. El metabolismo y sus defensas no puede con tanto veneno.

Es decir, ya sabemos que dichos problemas se deben a varias causas. Sin embargo, la problematización y alteración endocrinológica también proviene del veneno de los herbicidas, fertilizantes y pesticidas. Además producen cáncer en próstata, hígado, y crea tumores.

La verdad es que el sistema agroalimentario hegemónico capitalista nos está matando silenciosamente por el paladar, la nariz y la piel. Con el uso de esa biotecnología agrícola también está contaminando el suelo, agua y aire de manera irresponsable.

Con el uso de la biotecnología necrófila, los lobos imperiales no necesitan guerras formales, abiertas. Ni tampoco el uso de misiles, bombas, ni desplazar miles de soldados, tampoco el uso de las nuevas armas secretas. 

Sólo que los dejen los gobiernos corruptos a enfermar y matar silenciosamente a miles, millones de seres humanos por todos los países donde se utilizan dichos venenos. Sobre todo en los países de América Latina y el Caribe.

El INIFAP ha recomendado el uso de 300kilos de Urea y de 100 kilos de Fosforo por hectárea, recomendación que no se respeta. Sumándole Nitrógeno en 120 unidades kg/Ha.

Muchas veces ni siquiera se toman en cuenta los análisis de los suelos o, se alteran para que se compren más venenos. Otras se ha comprobado que la planta toma lo que puede (30%) y el sobrante del veneno o “coctel” pasa al suelo.

  *Víctor M. Estupiñán Munguía: Artesano de la palabra, escultor de ideas, danzante de emociones, arquitecto de sentimientos, pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, chingólogo y sonorólogo, amigo del “Río Sonora”, ideólogo,  polemista, promotor del arte, cultura y del pensamiento crítico, simpatizante de Jesús alias el “Cristo” y amigo de su Padre: el Uno, el Cosmos;  víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.- Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora “Por la paz del mundo” victor-79@live.com.mx

 


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