Prosa aprisa De desconocido a Gobernador, en tan solo 3 años Arturo Reyes Isidoro

Prosa aprisa
De desconocido a Gobernador, en tan solo 3 años
Arturo Reyes Isidoro
A unas horas, este miércoles, de cumplirse dos años del triunfo
electoral de Cuitláhuac García Jiménez el 1 de julio de 2018, un video
del 12 de junio de 2015 recuerda su meteórico ascenso político que en
solo tres años lo llevó a la gubernatura.
Un día después de que le entregaron su constancia de mayoría como
candidato triunfante a diputado federal por el distrito X de Xalapa
Urbano, un entonces desconocido personaje político dio una entrevista
a la reportera Elena Anell, de RadioVerTV (ya desaparecida).
Si su triunfo entonces había sorprendido a los xalapeños porque había
derrotado a la favorita, Elizabeth Morales García, del PRI, ya para
entonces exalcaldesa de la ciudad y exdiputada federal, a quien
incluso envió al tercer lugar, más sorprendente fue su revelación de
que su campaña la había hecho con solo 20 mil pesos.
Era difícil de creer porque por ese entonces una campaña en Xalapa a
un cargo de elección popular, por muy austera que fuera, no bajaba de
30 millones de pesos, “y te quedas corto, ¡cómo crees!”, decían
algunos que llegaban a hablar de hasta 100 millones.
El Cuitláhuac de aquel entonces reveló a la reportera cuál había sido
su estrategia: “caminar y caminar” (lo había hecho con un morralito al
hombro), recordando que era maestro y “había que jugar con lo que se
tenía”, en su caso un carro y una camioneta de su propiedad.
“A esto le tuvimos que poner mucho corazón, mucho trabajo, mucha
dedicación y también mucha estrategia. Había que utilizar mucho el
cerebro”, expresó y dijo que los 20 mil pesos los había utilizado para
mandar a hacer volantes (exhibió la fotocopia del cheque que le
dieron).
Hizo entonces un apuntamiento, que ya no iba a soltar y que haría
realidad como gobernador cinco años después: “Es algo benéfico para
lo que está presente en el país, porque creo que debemos
acostumbrarnos a realizar campañas que no sean un tiradero de

dinero porque es dinero de la gente y en época de crisis hasta se
debiera tipificar como delito”.
Un detalle que entonces pasó inadvertido, pero que también cobraría
relevancia, fue que en aquel junio de 2015 la entonces dirigente
estatal de Morena, la primera que hubo, Gloria Sánchez Hernández,
fue quien le levantó el brazo y quien celebró con él el triunfo.
Ella sería su madrina política, quien se lo recomendaría al entonces
dirigente nacional de su partido, Andrés Manuel López Obrador, para
que fuera el candidato a la gubernatura.
Tal vez el sorprendente éxito de 2015 hizo que los dirigentes estatal y
federal de su partido, amigos y compañeros de muchos años de
militancia (entre los morenos comentan que ella es quien realmente le
habla al oído a AMLO sobre los temas de Veracruz) decidieran
postularlo como candidato a la minigubernatura en 2016.
Su misión era prácticamente imposible. Se enfrentaba a dos
dinosaurios con mucha experiencia y con muchos recursos: Miguel
Ángel Yunes Linares y Héctor Yunes Landa, este apoyado con todos
los recursos de los gobiernos federal y estatal.
Para ser primerizo no le fue mal: logró obtener 809 mil votos contra
929 mil y un millón 55 mil de Héctor y de Miguel, respectivamente.
Aquello dibujó por primera vez el crecimiento que tenían él y su
partido.
En 2018 se volvió a lanzar a la palestra apoyado por sus poderosos
padrinos políticos y su partido. Seguramente esos 809 mil votos lo
mostraron competitivo. El efecto López Obrador y un mal cálculo
político de Javier Duarte lo llevaron, finalmente, a la gubernatura en
apenas tres años.
Su triunfo si no sepultó sí dejó maltrechos a los dos principales
partidos políticos del país, el PAN y el PRI, y abrió una nueva etapa en
la historia de Veracruz.
Llegó a la gubernatura sin ninguna experiencia administrativa. No
escaló la escalera de los políticos tradicionales: desde abajo, desde
una regiduría, una sindicatura o una alcaldía; tampoco desde una
dirigencia seccional partidista, o municipal, distrital, regional o estatal.

Tampoco pasó por una senaduría, una plataforma de lanzamiento de
muchos políticos que llegaron a ser gobernadores.
Entre los viejos políticos del PRI, los de la llamada clase política, en el
siglo pasado se comentaba mucho en torno a las mesas de café, o en
el desayuno, que no había escuela de gobernadores. Porque también
los gobernadores priistas llegaban a aprender y se equivocaban, pero
sus yerros no trascendían las mesas de café y se comentaban solo en
petit comité.
Era con el paso del tiempo como iban aprendiendo y se iban
asentando. Aquellos eran tiempos de abundancia económica en los
que sobraba el dinero y cualquier error se corregía de inmediato a
punta de billetazos y hasta se celebraba con suculentas comidas
rociadas con los más finos y caros vinos y bebidas.
Cuitláhuac no ha sido la excepción. Ha ido aprendiendo, aunque sus
errores o malas decisiones se notan más porque tampoco, salvo
contadas excepciones, no tiene prensa aliada que le cubra sus
desatinos, o que los ignore.
Ahora es muy poco tiempo para emitir un juicio definitivo sobre su
gestión, pero es indudable que ha aprendido e incluso a ser más
callado de lo que es: lo demostró sobre todo con la reforma electoral
del 12 de mayo, en la que hizo realidad aquella preocupación de junio
de 2015 sobre el costo de las campañas, al rebajar el financiamiento a
los partidos políticos en 50 por ciento cuando se avecina un nuevo
proceso electoral. No celebró, no echó las campanas al vuelo, no
alardeó.
Eso cuando apenas lleva año y medio en el poder. Tal vez dé más
sorpresas conforme amolde más el sillón de su despacho. Pero si no,
la reforma, si la oposición no logra revertirla, le habrá valido por todo
su sexenio, porque sentó las bases para que su partido fortalezca el
control político del Estado.
Pero su caso, su triunfo en 2015 con una campaña de solo 20 mil
pesos, servirá ahora también de ejemplo a sus adversarios políticos
porque les enseña que sí se puede triunfar sin tanto dinero, esto
porque las próximas campañas se harán casi sin recursos
económicos.

Con el reciente reconocimiento de cuatro nuevos partidos políticos
locales (todavía faltan los federales), al pastel de las prerrogativas (el
financiamiento) le han tenido que quitar cuatro rebanadas a los
partidos que ya existían. Se diluyen, así, los recursos y les tocará muy
poco a los próximos candidatos, incluyendo a los de Morena.
Eso hará –lo creo– más pareja la contienda y dará a todos la
posibilidad de ganar, aunque no los respalden las siglas y los colores
de los otrora fuertes partidos. Bastará con “caminar y caminar” como lo
hizo Cuitláhuac.
Será muy difícil que se dé otro caso como el suyo. Que un candidato a
diputado que gane en 2021 sea el próximo gobernador en 2024.
Con él pasará a la historia –eso creo– el gasto desmedido de dinero
en la compra de contenedores de paraguas, relojes y muchos más
procedentes de China (Fidel Herrera Beltrán) y de tinacos, cemento,
láminas de zinc, colchonetas, cobertores y hasta costosas plumas
Montblanc (Javier Duarte) para repartir con recursos del pueblo.
Un cambio en apenas tres años.

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