PROSA APRISA

Prosa aprisa
La Huasteca empieza a salir del olvido
Arturo Reyes Isidoro
En 1974 conocí por primera vez la huasteca veracruzana, sus dos regiones,
la llamada Huasteca Alta y la Huasteca Baja. La recorrí por tierra,
tanto la parte costera que colinda  con Tamaulipas como la de tierra
adentro colindante con los estados de Hidalgo y San Luis Potosí.
Iba como reportero del Diario de Xalapa cubriendo la campaña del
entonces candidato al Gobierno del Estado, Rafael Hernández Ochoa.
Desde entonces, cada vez que los visitaba un aspirante a la gubernatura
(Agustín Acosta Lagunes, Fernando Gutiérrez Barrios, Dante Delgado Rannauro
–ya como gobernador sustituto–, Patricio Chirinos Calero, Miguel Alemán Velasco
y Fidel Herrera Beltrán, los que me tocaron), su clamor era que les arreglaran
sus vías de comunicación, sus caminos y carreteras incluyendo los dos grandes
ejes, el de Poza Rica hacia Pánuco y el de Poza Rica vía Tuxpan hasta la frontera
con Tampico. Cada seis años era la misma petición.
Sería injusto no reconocer que unos más que otros les fueron pavimentando
algunas carreteras vecinales, pero fue Fidel quien más hizo algo: acometió
el asfaltado de la llamada Brecha Huasteca, una brecha construida a finales
del siglo XIX por compañías extranjeras que explotaban pozos petroleros
en la zona, que conecta poblados agrícolas y pesqueros de los municipios
de Chinampa de Gorostiza, Tamalín, Tantima (de la Sierra de Otontepec)
, Ozuluama y Tampico Alto, la ruta más corta del municipio de Naranjos a
Tampico, aunque algunos puentes no se concluyeron.
En el gobierno de Javier Duarte no se dio mantenimiento a la obra y
año pasado se había “perdido” ya el pavimento en muchos tramos.
La carretera estaba casi intransitable. Para noviembre pasado,
la actual administración estatal la estaba rehabilitando.
Al tomar posesión como gobernador el 1 de diciembre de 2010,
el primer acto de Duarte fue ir a colocar la primera piedra de la
construcción de la autopista Tuxpan-Tampico, que sería la obra
señera de su administración. No cumplió. Si acaso su gobierno 
avanzó solo cien metros (la distancia en ruta es de 191 kilómetros).
Sin embargo, el Gobierno Federal, presidido entonces por Enrique Peña
Nieto, inició formalmente la autopista en septiembre de 2015, en el tramo
de Tuxpan a Naranjos, de 56 kilómetros, que se abrió al público el 15 de
mayo de 2017, siendo ya gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Y ahora –Suerte te dé Dios, que el saber nada te importe, dice el dicho–
tocó el domingo pasado a Cuitláhuac García Jiménez, junto con el secretario
de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, inaugurar el tramo
de Naranjos a Ozuluama de 103.8 kilómetros, que ayudará a los municipios
de la Sierra de Otontepec y de parte de la Huasteca Alta a estar mejor
comunicados por tierra hacia el centro del Estado pero también hacia el
estado de Tamaulipas, esto es, hacia mercados para sus productos.
Cabe decir que si bien la obra se concesionó a una empresa particular,
el Gobierno Federal aportó recursos a través del Fondo Nacional de
Infraestructura, o sea, se trató de una inversión mixta, pero creo que
lo destacable es que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador,
que ha bloqueado obras iniciados por Peña Nieto, no frenó esta carretera
y, según dijo Jiménez Espriú, Cuitláhuac por su parte ayudó solucionando
asuntos que impedían la conclusión.
El gobernador aprovechó para hacer un reproche a los gobiernos anteriores:
dijo que estos se pasaban haciendo obras nada más en el centro del Estado
por lo que tenían a esta región olvidada, pero que el norte no quedará aislado
de las acciones de la actual administración.
En efecto, durante mucho tiempo los gobiernos (priistas todos con la
excepción del de Yunes, panista) relegaron la zona a tal grado que
durante muchos años los norveracruzanos de la Huasteca se quejaban
amargamente y decían que Veracruz solo llegaba hasta Poza Rica.
Ahora falta por concluir el último tramo, de Ozuluama a Pueblo Viejo,
que hace frontera con Tampico. Ya solo son unos 80 kilómetros.
Pero el reto todavía es mayor. Falta ver qué hacen los gobiernos de
Cuitláhuac y de López Obrador por la carretera de Poza Rica a Tantoyuca
y Pánuco, que desde 1974 está destrozada y en muchos tramos se
avanza con mucha dificultad. A esa si no le han metido mano.
Lleva también a Chicontepec y a El Higo, entre otras comunidades.
En mi caso, no dejo de celebrar, por los huastecos (tengo muchos
conocidos y amigos en la zona), el avance logrado luego de 46 años
fui por primera vez. En realidad tuvieron que transcurrir muchos sexenios

, sirvieron para hacer ricos millonarios a muchos funcionarios que
decían que ahora sí iban a actuar y hacían como que hacían.

Sin ser ninguno de Morena me dicen que le reconocen que
es honesto y que para ellos lo que cuenta es que ya les entregó
un gran resultado en apenas un año. Sí. Suerte te dé Dios.
Polarización afecta la verdad
Viendo el rumbo que toman las cosas en el país y en el Estado,
me llamó mucho la atención un artículo que publicó ayer en el diario
El País Jorge Zepeda Patterson, que tituló “La imparcialidad imposible”.
En concreto alude a la postura del gobierno de López Obrador y a la de
sus opositores y críticos, “material inflamable para sostener la interminable
hoguera de la polarización”. Recuerda a un clásico que dice que la primera
víctima en todo conflicto es la verdad.
“¿A quién creer? ¿A los neoliberales conservadores que
defienden sus privilegios, según AMLO? ¿O al Gobierno populista
decidido a imponer sus mitos, según sus adversarios?”, pregunta, y
concluye:
“Sospecho que como en los divorcios, las guerras y los tribunales, la
verdad se encuentra en algún lugar a mitad del camino.
Un medio camino cada vez más difícil de encontrar en la
brecha abismal que se ha abierto entre unos y otros”.
¿Alguien lo duda? Como para reflexionar todo este fin de semana.





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