LA MUJER EN LANOVELA SONORENSE
La mujer en la novela sonorense “Morir Matando” de Abelardo Rodríguez M.
Por Víctor Manuel Estupiñán Munguía*
“Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por allí “
José Saramago
En la obra “Morir matando” de Abelardo Rodríguez M., 2003, Edit. UNISON, de 561 páginas, que por cierto, es una novela que se desarrolla en México, en Sonora, en época del porfiriato; contiene en sí, el carácter y temple del sonorense.
Entre línea y línea, palpamos sus calores, sus escalofríos de calor y de lo helado de sus emociones, su transparencia, la nitidez que no deja rincón para neblinas.
Palpamos embrujadamente ese sol que todo lo retrata en su luz reverberante; también así es el estilo. Ese señorón sol que no se toca el alma para presentarse como un gran matador de sombras y de secretos, que por ningún motivo sabe guardar nada.
El trama es de lo más sencillo. Los personajes son los apaches, vaqueros y familias. Por allá, aparecen las mujeres a punto de ser fantasmas, personajes ni siquiera secundarios, sino muy diluidos, desempeñando sus .
Es una típica narración sonorense ya que su estilo es claridoso como la luz del desierto; prácticamente la trama es sencilla como la cultura del sonorense. Consecuentemente sigue el modelo psicológico regional. La cultura campirana es el horizonte cotidiano que orienta la narrativa descrita de forma sencilla y amena.
En este escenario, las mujeres sonorenses tenían muy bien estipulados sus respectivos roles. El imaginario temporal es recreado fidedignamente en dicha obra sonorense.
Pero eso sí, encontramos recreado la imagen de la mujer sonorense de manera muy relegada de las actividades revolucionarias. En concreto, muy desarraigada de todas aquellas actividades consideradas propias del hombre. Tan es así que, el propio movimiento revolucionario se percibe como una actividad típicamente del patrimonio del hacer del hombre. Sin embargo, sabemos que la mujer también participaba en las actividades del hombre, aunque muchas veces no se le veía bien.
La verdad no nos sorprende, debido a que esa era la ideología dominante de esa época. El machismo estaba en la cúspide cotidiano.
Las imágenes de la mujer corresponden a la de una figura que pertenece a la cultura de las afligidas y de cuidadoras de las vidas de los hombres. He aquí lo que se señala a ese respecto:
“_Fueron más de diez años de andar por la sierra, mal comiendo y mal durmiendo, con el Jesús en la boca, esperando que en cada curva, en cada arroyo o en cada peñasco apareciera un apache, ¿cómo no se va a acabar la gente así? Dijo Tana, la esposa, defendiéndolo un poco_, ahora tenemos que cuidarlo para que nos dure a todos.” Pág. 21 (el énfasis es mío).
El constante acecho y ataque de los apaches en Sonora fue cosa cotidiana. Su ferocidad se encuentra en los registros donde acostumbraban a asesinar prácticamente todo lo que se moviera, ya fueran hombres, mujeres y niños.
En este mismo sentido tenemos en la pág. 67:
“_¡Dios mío! Y nosotras aquí muertas de miedo_dijo su madre.”
Otra cita que encontramos, donde la mujer realiza su papel de cuidadora, pero esta vez de un estado de embriaguez, es que se dice:
“...Tana le encargó a los ayudantes que lo vigilaran, para que no se fuera de parranda con sus amigos militares.
_ En cuanto se desocupen en el mercado se lo traen de vuelta_ les recomendó.” Pág. 28 (el énfasis es mío).
El sentimiento maternal es muy fuerte, la cultura de la protección hacia el hijo no parece tener límite. Aparece como una imagen común en donde las mujeres ya poseen un rol muy específico. Para muestra tenemos:
“_¿Qué pronto pasan los años!_ dijo pensativa su madre_ qué tiempo hace que nos venimos a este lugar, y Panchito era apenas un niño, lo peor del caso es que yo lo sigo viendo como tal...” pág. 37 (el énfasis es mío).
Las actividades que aparecen en dicha obra pertenecen a las actividades tradicionales como es el bordado, cocina, abarroteras y encargadas de hortalizas, para muestras tenemos:
“_El padre Martínez, hija, nos consiguió todo esto en Hermosillo, todo lo que ves es bordado, lo hacen un grupo de señoras que el padre conoce, ellas hacen este tipo de trabajo con el fin de que la utilidad sea ocupada para las obras del seminario.” Pág. 42 (el énfasis es mío).
Otra cita muy elocuente es la que dice que la familia se organizó debidamente. Aquí lo que se sostiene:
“La familia se organizó muy pronto y todos se acoplaron muy bien porque Lela poseía un carácter flexible y rápidamente se interesó por el comercio. Para la Ma-Tana esto fue de una gran ayuda, ya que mientras ella atendía el negocio de abarrotes, Lela empezó a ocuparse de todo lo relacionado a las telas y mercería, llevaba las cuentas de gastos e ingresos de Noriega, hacía la relación de pedidos foráneos, el pago de sueldos de los ayudantes y los impuestos.
_Esta muchacha nos cayó del cielo, no sé cómo la conquistó ese atrabancado de mi nieto- decía a cada rato la abuela, quien se encargaba de la casa, la cocina y las hortalizas.” Pág. 43 (el énfasis es mío).
Cuando se refiere a la mujer que practica la prostitución, el hombre se refiere a ella con el nombre de “piruja”, aquí la cita:
“_ Estuviste con alguna mujer estos últimos días?
_Pues sí, estuve con una piruja en Tucson.” Pág. 146 (el énfasis es mío). Nótese que es una palabra muy similar y que se asocia con la “bruja”.
La mujer aparece una y otra vez como la gran preocupada y la que intercede por los hombres ante Dios. En cambio, el hombre sonorense no se muestra en toda la obra con pasión religiosa como ellas. Revisemos lo que dice en la pág. 261, he aquí:
“_ Ay, mi hijo- respondió la anciana maestra-, ¿qué otra cosa crees tú que puedo hacer que no sea pedir al señor por todos ustedes?..”
Así vemos que en las mujeres recae todo el peso religioso, de fe y del ruego mediante oraciones y recomendaciones.
Mientras que los hombres aparecen como los que se suprimen la vida entre ellos, las mujeres en cambio, rezan a Dios por ellas, se cuidan y, también a los demás cuando están enfermos.
Sin embargo, también aparecen como mujeres altivas y gesto duro según el contexto. Por ejemplo, tenemos:
“...refirió su madre en tono melancólico, “que hijo de tigre pintito”, y guardó silencio, ninguna e las mujeres derramó lágrima alguna, estaban serias, altivas, con gesto duro, y ...” pág. 365 (el énfasis es mío).
Y es que las mujeres de Sonora también poseen carácter altivo; son bellas y, a veces se presentan abnegadas y muy dedicadas al cuidado de la familia, pero
en otras ocasiones su temple, su orgullo y su gesto duro no lo pueden ocultar. Pareciera que poseen doble personalidad, bipolar, como el propio comportamiento radical del desierto, que medio año nos provee de un calor infernal y, otro tanto, de frío, sobre todo en la zona de la sierra. A pesar de que el clima se ha venido degenerando.
Otra cita donde se manifiesta que la mujer también le dedicaba tiempo al aspecto espiritual, concretamente cumpliendo con “la casa de Dios”, procurando tener limpia la iglesia es en:
“...vivía entregada completamente al cuidado de los hijos, al trabajo de la tienda, la cantina y últimamente se ocupaba de limpiar y arreglar la iglesia dos veces por semana.” Pág. 372 (el énfasis es mío).
Este era el sentido general de vida de las mujeres de esa época.
Ahora bien, por último, la ideología contra las mujeres recorre muchas veredas. Una de las calles principales es la de las expresiones cotidianas expresadas por un hombre a otro hombre; misma que contribuye a la reproducción ideológica al ejercer una violencia lingüística, mediante la cual se difama el capital de género, he aquí:
“:..¿qué puedes andar expresando lo que sientes con toda impunidad, como si fueras una pinche vieja llorona escandalizada?...” pág. 545 (el énfasis es mío).
Es de esta manera general en que nos encontramos recreado el capital sobre las mujeres y, su tratamiento plasmado en una narrativa novelesca, llena de imaginación sonorense, donde lo real y lo fantasioso son parte del mismo delirio artístico compulsivo.
*Víctor M. Estupiñán Munguía: Artesano de la palabra, escultor de ideas, danzante de emociones arquitecto de sentimientos, pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, chingólogo y sonorólogo, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.- Miembro de S.I.P.E.A. Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora “Por la paz del mundo” victor-79@live.com.mx
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