CAZA Y NUERTE DE MUJERES INDÍGENAS EN SONORA
Caza y muerte de mujeres indígenas en Sonora (s. XVIII)
Por Víctor M. Estupiñán Munguía*
“Los conquistadores carecen de vergüenza: llegan como mendigos, se comportan como ladrones y se creen señores.”
Isabel Allende
La mujer indígena en este y, al igual que en otros siglos, prácticamente no posee una presencia fuerte, bien definida y de respeto. Su efímera existencia es de una sombra, un fantasma que la propia historia le ha dado la espalda.
Los registros, informes, crónicas, anécdotas, leyendas, entre más, no las contemplan centradamente, sino que se refieren a ellas en forma genérica. Adelgazando la semántica de poder para trivializarlas.
En algunos siglos por ejemplo, las denominan sólo como “Las mujeres” preparaban comida…”; pero casi nunca se detienen los registros y crónicas para profundizar, para estudiarlas al igual que sí lo hace con los grupos masculinos o, personajes individuales.
Con este “tratamiento” o “ninguneo”, por parte del hombre español sobre todo, los cuales les tocó historiarlas, se detecta una desvalorización ontológica hacia la mujer.
Pero lo más triste del caso es que los propios científicos sociales como los historiadores, antropólogos culturales, sociólogos entre más, siguen con el mismo tratamiento de “desgano”.
Pero por otro lado, si el “argumento” de los historiadores y demás, es que precisamente que no las “historian”, debido a que si no aparecen en los registros y crónicas originales, pues ¿cómo la van a “tratar” ellos?
Creo que ante este problema de vacío de género, deben de realizar una reconstrucción histórica. Si ya de por sí el vacío es un problema; es decir, se debe de hacer un gran esfuerzo para reconstruir una elaboración teórica precisamente sobre dicho problema de ausencia. Pero no “nadar de muertito” y, mucho menos, guardar silencio y seguir agregando eslabones ante la cadena del silencio histórico de género.
Desde el principio de la conquista, el tratamiento de los españoles en Sonora al igual que en la República mexicana, introdujeron e, impusieron un lenguaje de poder, de diferenciación de clases y también de género, es decir, una política doblemente sociolingüística de vasallaje y diferenciación de género y estatus.
Por ejemplo, el famoso “Don” era sobre todo para el español y, posteriormente para referirse a los demás hombres que también conquistaban una posición económica alta. Después se agregó su uso a las mujeres que gozaban del mismo prestigio económico o, por deslizamiento del utilizado por el esposo o padre. Actualmente se sigue utilizando subconscientemente con dicho prejuicio.
Pero en el siglo XVIII, la palabra clave que se utiliza y aparece en las crónicas, registros e informes militares para referirse a las mujeres, es el de “pieza”. Lógicamente que se refiere a las mujeres indígenas, ya fueran adultas o niñas. Y, en otras denominaciones son el de “muerta”. El tratamiento siempre fue brutal. Sabemos que el lenguaje es cultura y, se transforma en realidad.
Ahora bien, desde que llegaron los conquistadores españoles a México, declararon que los habitantes no poseían alma. Es decir, tuvieron que pasar muchos años para aceptar que eran seres humanos como cualquier otro y, por lo tanto también tenían un alma. Pero la declaración de que eran unos des-almados, prácticamente los ponía al mismo nivel que los animales y, así podían explotarlos al igual que si se tratara de bueyes, burros o caballos. Es decir, con dicha clasificación legitimaban la futura explotación sistemática sobre los indígenas.
Así los podían poner a trabajar como bestias de carga y de tiro, someterlos a los inhumanos trabajos de minas y de campo sin horarios ni ninguna clase de contemplaciones. En otras palabras, necesitaban la máxima libertad para contar con una mano de obra que se encontrara al mismo nivel de la fuerza de trabajo animal. Con dicha declaración, se garantizaba el primer elemento de la cadena de explotación.
Recordemos que bajo esta declaratoria, también se les herraba en la frente, mejías o en el pecho para que se reconociera inmediatamente a quien pertenecía dicho ganado (de ganar, de ganado, ganancia). Así, con la conceptualización y declaración de seres des-almado, la lingüística arrastró otros conceptos igual de denigrantes, para señalar de qué se trataba de animales. Un concepto auxiliar en la ideología dominante española del siglo XVIII, fue el de “pieza”. Con él se denominaba a los cuerpos de los indígenas, sobre todo a cuando se trataba de mujeres y niñas.
Recordemos que los españoles provenían de la Edad Media, la cual fue un período larguísimo, es decir, de 1000 años. En la cual se usaba mucho la famosa cacería en los amplios territorios y a veces bosques de los señores feudales. Por ello, la cacería fue una actividad que caracterizó dicha época. Fue como el deporte nacional junto con los tornados.
De allí que los españoles traían impreso en su conciencia colectiva y, en su cultura nacional la cacería. Esto trae como consecuencia que en su léxico en tierras mexicas utilizarán la palabra “pieza”, para designar cuando a un indígena se le daba caza.
Pieza, significa parte de que se compone una cosa o, las partes de una colección o conjunto. Pero la ponderación principal proviene o es la de colección de un conjunto de animales.
Los registros históricos del siglo XVIII, así lo constatan. Veamos algunos ejemplos, donde se aplican literariamente:
“…habiendo llegado hasta el pueblo de Nacameri, poco más allá, con la presa, allí llamó /a/ los justicias del pueblo de Populo y les entregó seis piezas chicas y grandes que le dijeron de dicho pueblo, quedándose /el/ con otras tres; una india grande y dos chiquillos.”
“…y echando ellos mano a sus armas cerré con dicha ranchería, y, de los quedaron muertos, vi nueve, y apresé veinticuatro piezas, mujeres y muchachos, la cual presento ante vuestra merced.”
“…también se mataron dos o tres mujeres.”
El /destacamento/ del capitán de presidio, Don Bernardo Urrea, logró al tercer día de marcha sorprender en el carrizal del Bacuachi una ranchería de rebeldes de la nación Seris, de que mató once hombres y siete mujeres y un indio del Tiburón.
A las mujeres indígenas las apresaban para obligarlas a denunciar movimientos, planes e, intenciones de sus tribus. También las obligaban a ser intérpretes, guías y las ponían al frente como carne de cañón o, para que los guiara a los aguajes tan importantes en un medio donde el agua escaseaba y, se convertía en un recurso estratégico de guerra. También fue utilizada como mensajera o emisaria. También como emboscadoras.
Otra utilización que se le dio a la mujer indígena fue el de rehén, para obligar a sus familiares a rendirse o, servían para intercambiar rehenes españoles por ellas mismas u, otros familiares.
Todo ello, por la naturaleza de ser mujer y, por ser las más probables de ser capturada junto con sus hijos.
Son citas que aparecen en “LA INDIGENA DE SONORA: PERCEPCIONES DIECIOCHESCAS” de Dolores Brown, en MEMORIA XII Simposio de Historia y Antropología de Sonora, UNISON, 1987:522, 523
También se consigna que en el censo de 1796 realizado en Arizpe Sonora, se anotaron a los españoles con el famoso “Don” y Doña” antes de los nombres y apellidos respectivos, sin embargo, en los casos de las indias, indios y niños, no llevan apellidos, sino sólo un nombre, la edad, sexo y si es apache u otro. Aquí comprobamos que sobre todo la indígena es tratada como algo genérico, indeterminada.
Carecían de apellidos, es decir, no se le daba importancia generacional; sólo eran importantes en el presente y por lo que representaban: esclavismo y servidumbre. Por ello bastaba para identificarlas con lo mínimo, que era sólo sus nombres, la descendencia generacional no contaban.
Las mujeres no tenían pasado ni futuro, sólo el presente opresivo y la condición de esclavo o “pieza”, que como vimos, significaba animal.
*Víctor M. Estupiñán Munguía: Artesano de la palabra, escultor de ideas, danzante de emociones, arquitecto de sentimientos, pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, chingólogo y sonorólogo, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.- Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora “Por la paz del mundo” victor-79@live.com.mx
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