DOÑA LUPITA DÍAZ MÉNDEZ OLVIDADA POR SU FAMILIA ORIGINARIA DEL MPIO. GUADALUPE Y CALVO

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Doña Lupita, olvidada en SLRC
Por Héctor Navia // @Hache_Navia

PUBLICADO EN SONORA MÁGICA Y DESCONOCIDA

 

 

 

Administrador, ya se que la pagina no es para esto.,, espero me permita mantenerla unos días para que nuestros amigos de SMYD puedan compartirla para que tenga mayor alcance... prometo borrarla en unos días mas

Que historia tan triste, aquí en San Luis Rio Colorado, Sonora, amigos, me gustaría si pudieran compartir en Chihuahua, Arizona y en Baja california, dice Dona Lupita que tiene familia en esos lugares, tiene ya dos anos en abandono en un parque del centro de la ciudad.

Esta larga la nota, tómense un momentito para leer..... como me da tristeza.... me llego hasta lo mas profundo del corazón.

 

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Doña Lupita, olvidada en SLRC
Por Héctor Navia // @Hache_Navia

Conocí a Doña Lupita el lunes, el termómetro superaba fácil los 42 grados. El sábado y el domingo previos, había llovido levemente, así que se sentía una humedad terrible.
Sin embargo ahí estaba ella, estoica, recargada en un pilar del viejo edificio de la esquina noreste de la avenida Juárez y calle tercera. A las afueras de una dulcería. Siendo el principal testigo del polémico andador.
Me habían platicado su historia. Me parecía exagerado lo que decía el vendedor ambulante de curiosidades, que venía fungiendo como su “vecino de banqueta”, su única compañía los últimos 2 meses.
“A la señora la abandonaron sus hijos, como si fuera un perro”, me dijo el vendedor, que debido a su cristianismo sentía la obligación de ver por Doña Lupita.
Fui a conocerla. La saludé con amabilidad, respondió de la misma manera. De inmediato percibí su mala condición. Observé sus brazos muy delgados, casi cadavéricos.
“¿Se alimenta bien doña Lupita? está muy delgadita”, le comenté. Con voz entrecortada y hasta con indiferencia me respondió: “No, pero casi no me da hambre”.
En lugar de ojeras, tenía enrojecido debajo de sus ojos, como si llorara mucho. Como suele ocurrir con las personas de la tercera edad, dejaba ver una mirada cristalina, muy brillosa pero triste. Como si permanentemente estuviera a punto de llorar.
Converse con ella como 20 minutos, me di cuenta que a pesar de sus 86 años es una mujer muy cuerda.
Difícil de creer, pero Doña Lupita me narró que llegó a San Luis Río Colorado hace 2 años. Dijo que su familia -no me explicó bien si sus hijos o sus nietos-, supuestamente la trajeron con engaños a la ciudad, que la dejaron sentadita en una banca del Parque Benito Juárez y simplemente se fueron.
Sollozando me dice que primero creyó que se habían olvidado de ella accidentalmente, que volverían al día siguiente, o al día siguiente, o al día siguiente. Pero hasta la fecha no han vuelto.
En un principio deambuló por el parque, durmiendo en bancas, cerca de migrantes y deportados.
“Pues hay muchos hombres pero nunca nadie me molestó, creo que porque me ven viejita, lo único que me pasó fue que un día desperté y ya no tenía mi bolsa, me la robaron con todo y mis papeles”, indicó.
De su familia no me dijo mucho, claramente le apena que la hayan abandonado. Tampoco asoma resentimiento, ni coraje, más bien decepción.
Le ofrecí salir en televisión, para que así su familia pudiera dar con ella y pudiera llevar una vida digna. No quiso, se negó rotundamente.
“No quiero salir en la tele, por favor, no me tome video, no quiero que mi familia me vea”, me suplicó cuando le dije mis intenciones.
Le expliqué que era para ayudarla, que no podía seguir deambulando por la ciudad solita y sin ayuda, viviendo a la voluntad de dios.
Pero insistió en que no, que no quería por ningún motivo, salir en televisión o periódicos.
Se le ve afligida. A lo que veo quiere regresar con su familia, pero a la vez no quiere que sea de mala gana, por ejemplo porque salió en televisión. Como esperando que de repente se acuerden y regresen por ella, pero por decisión propia no por críticas de la gente.
Le entendí que no podía quedarse más donde se había quedado los últimos 2 años. La señora que le prestaba un lugar para dormir se iría de la ciudad y ella tenía que buscar un nuevo refugio.
“Me preocupa Doña Lupita, por eso me la estoy llevando a mi casa, para que duerma y coma, aunque come muy poco, quisiera ayudarla más pero pues tu sabes que una persona de la tercera edad es mucha responsabilidad”, me dijo su amigo vendedor.
¿Y qué piensa hacer doña Lupita?, ¿Ha pensado en la posibilidad de un asilo?, pregunté de forma respetuosa. “No, no, yo no me quiero ir a un asilo, quiero que mi familia venga por mí”, respondió.
¿Y si su familia no viene nunca?, reviré de inmediato. Doña Lupita guardó silencio como 5 segundos, y luego soltó un resignado: “Pues ni modo”.
A pesar de su edad, Doña Lupita camina bien, a buen paso y erguida. Escucha perfectamente, habla con claridad, goza de buena vista y la demencia senil todavía no la alcanza. Al parecer- aunque mal alimentada- está muy sana. Su dolencia es emocional no física.
Al final me hizo prometerle que no publicaría su historia en televisión, y aunque insistí y regresé al día siguiente para ver si cambiaba de parecer, no cedió y hasta me pidió de favor que respetara su decisión.
Le quise tomar una foto y tampoco me lo permitió cubriéndose el rostro. Sin embargo pude sacarle una imagen a escondidas. Su nombre completo si me lo compartió, dijo llamarse Guadalupe Díaz Méndez, chihuahuense de origen, de un pequeño municipio llamado Guadalupe y Calvo.
Sin darme detalles me reveló que tenía familiares en California y en Arizona. Pero como le habían robado sus papeles, pues no podía cruzar a buscarlos.
Le prometí que no publicaría su historia en televisión, pero no dije nada sobre las redes sociales. Ojalá su historia llegué a mucha gente y se refleje en algún bien para Doña Lupita.
Me acongoja pensar en el hecho de que si nadie hace nada morirá sola, como si fuera un animal, sin su familia, completamente olvidada.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Ojalá, Dios le permita regresar con ella, pero si como dice la " perdieron " quiere decir que les estorba, es la cultura del descarte de la cual habla Francisco el Papa, los ancianos son una carga para las familias que no tienen valores.

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