EL SÍNDROME DEL ESCORPIÓN…¿PLANETICIDIO?

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Por Víctor Manuel Estupiñán Munguía*

Ecocidio: “…desvastación y destrucción que vayan dirigidas desde el daño y la destrucción de la ecología de las áreas geográficas hasta la destrucción de todas las formas de vida, humanas, animales o vegetales.”

Arthur Galston

Qué lástima que tienen que ocurrir desgracias como de las sufridas por  “Ingrid” y “Manuel”, para sensibilizarnos de sobremanera y, reflexionar sobre el futuro del hombre y su casa planetaria.

Nunca se había experimentado histórica  y modernamente, los torrentes de agua caídas prácticamente casi en todo el territorio Mexicano. Tampoco el desdén sobre las advertencias por parte de las autoridades, las cuales nunca imaginaron del tamaño del hecatombe nacional.

Quedando en evidencia que las organizaciones sobre protección civil, resultaron un mal chiste, frente a la altura de los problemas recién experimentados.

Según la definición anterior de ecocidio, podemos afirmar que desde hace mucho que vivimos en delincuencia y criminalidad ecocídica. Generalmente creemos que el ecocidio es por ejemplo, cuando se trata de grandes y escandalosas devastaciones como las ocurridas en Vietnam y Laos o, de amenazas de reactores atómicos; sin embargo, no es así.

Sin lugar a dudas y, sin pretender de ser pesimista o “amargado” como suele señalarse en estos casos por parte de los esgrimidores del sentido común, el ecocidio ya está presente cotidianamente y, lo más peligroso disfrazado de “normal”.

Como muestra tenemos un botón: ¿Cuantos cientos, miles o, millones de toneladas de basura recogen en un mes o, en un año, sólo de su ciudad? Si investigamos no lo vamos a poder creer, imaginemos en el mundo.

Muchos de esos artículos estarán contaminando por décadas y, despidiendo gases venenosos. Seguimos con aerosoles, producción de automóviles sin límites, cementos altamente tóxicos, pinturas y toda clase de objetos con plomo, etc.

También las mineras y taladoras están acelerando las contaminaciones al aire, agua, tierra, mares, a todo. Los derrames de petróleo es un problema profundamente serio.

Los diversos ciclos de los elementos químicos están aceleradamente violentados. La verdad es que necesitaría mínimo un libro para pasar lista a los procesos de contaminación que se encuentran presente modernamente.

¿Los humanos somos peores que los alacranes?

Nuestra degeneración mundial ha llegado a tal grado que la famosa maldición culto-mexicana de “Chinga a tu madre”, desgraciadamente en estos contextos está siendo aplicable a todo el mundo, es decir, dirigida a los habitantes como hijos de nuestra Madre Tierra. La maldición cada vez adquiere mayor aplicación y robustez.

Todo parece indicar que hemos rebasado los instintos animales, incluso, de insectos. Por ejemplo, la madre escorpión carga a sus hijos sobre su espalda, luego, llega el tiempo en que es devorada por ellos mismos, es decir, en lo que pudiéramos comparar metafóricamente en un sacrificio maternal, una especie de canibalismo, para servir de alimento a sus hijos y, de esa forma garantizar su supervivencia inmediata.

Nosotros desgraciadamente portamos “el síndrome del escorpión”, pese a que no somos animales, además nuestra Madre Gea tampoco es un escorpión, sin embargo, la estamos devorando apocalípticamente. No para sobrevivir, sino para consumirla salvaje e, irracionalmente. Chingarla sin misericordia, arruinarla salvaje y paranoicamente.

Por lo que debemos hacer una parada, en el sentido de que los especialistas y profesionales dedicados a ese tipo de problemas y fenómenos climáticos, dijeron y pronosticaron que las condiciones continuarán en el futuro para la creación de fuerzas como las de “Manuel”  e “Ingrid”. 

Por otro lado, es muy notorio que se lucha constantemente por introducir  distintas “figuras penales” en los códigos; como “violencia intrafamiliar”, “feminicidio”, “matricidio”, entre más; sin embargo, hemos dejado de lado el de “planeticidio” o, si se prefiere el de “terracidio” y, “ecocidio”.

Es más, para no caer en un “fetichismo jurídico”, debemos de promover una efectiva conciencia ecológica, haciendo énfasis en lo preventivo y, un Código Ecológico, pero sobre todo, hacerlo valer porque leyes ya sobran.

Es un hecho que se acumulan y se acumulan, mientras que la realidad sigue en un verdadero caos.

Sería ingenuo pensar que: “a mayor número de leyes, menos caos”; puesto que debemos estar conscientes de que casi no sirven de nada, en un contexto como el nuestro. Eso lo podemos comprobar hasta con la propia Constitución y, sus plásticas “garantías individuales”, comprometidos con los grandes intereses, aunque sean de unos pocos.

* Víctor M. Estupiñán Munguía: Pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.- 

Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora- “Por la paz del mundo”           victor-79@live.com.mx

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