NINGUN POETA ES FAMOSO EN VIDA LA VERDADERA HISTORIA DE HIS MAJESTY FAMILIA GREER

De poetas ignorados y olvidados

"Ningún poeta es famoso en vida"

Por Livia Díaz

Poza Rica, Ver.- El poeta del que te voy a hablar es conocido en su ambiente familiar, algunos tuvieron el honor de leerlo y de robarse sus poemas en la década de los 60 en Tuxpan y en Poza Rica, cuando se publicaba en La Opinión “El rincón poético”, bajo la dirección editorial de Emilio Álvarez Melchor. Pero él, que nunca ha tenido una oportunidad en el mundo literario porque no le interesa ni la gloria ni la 

autopromoción de sus obras, dice que más allá de la vida, sólo hasta la muerte se van a publicar los 24 libros, cada uno de 100 poemas, que ha escrito. "Porque ningún poeta de los que yo he conocido ha sido admirado en vida."

Es bisnieto de un inglés, que fue desterrado de su país, y de Estados Unidos, por cometer el pecado de juntarse y casarse, ante Dios, con una esclava negra, mulata, perteneciente a la finca de sus padres, y desde ahí comienza una historia rica, epopéyica y única, que con su venia te voy a contar.

El poeta se llama Oswaldo Ponce Greer, de vez en cuando asiste sin cobrar a los campesinos indígenas despojados de tierras o injustamente encarcelados por los ricos en el totonacapan.

Oriundo de Tuxpan, pertenece a la tercera generación de los Greer, descendientes de aquél que rebelándose contra la costumbre de la época, casó con una esclava de la que no podemos decir nombre, porque ni a eso tuvieron derecho los africanos que compraban los lores en el siglo 19. “Sólo tenían número”, comenta. Ella, la bisabuela del poeta, tuvo nombre gracias a la abuela de Greer,  por una cosa curiosa que es bueno saber, para que la memoria no termine por perder en el olvido esos datos, tan valiosos, de la historia mundial y de nuestro país.

Después de que el bisabuelo cometió el pecado de unirse a “la negra”, como la llama el poeta, remató sus bienes, según consta en la Gaceta de Londres, el día 24 de febrero de 1879, porque fue desterrado por las autoridades de su país. En la Gran Bretaña eran muy claras las leyes al respecto, y no había manera de perdonar tal unión, entre uno rico y una esclava, así que se tuvo que ir, y al lado de su hermano, embarcó llevándose su herencia en vida y se fueron a Nueva York. Allí tampoco era legal su relación. Era completamente reprobado por sociedad y leyes, por lo que lo volvieron a desterrar, y con la ilusión de encontrar un páramo en donde hacer una familia, compró un barco y navegó con la compañía de su amada, hasta llegar al cantón de Tuxpan, en donde pudieron asentarse.

Para entonces ya había nacido la abuela, que al ser asentada en los libros del registro civil, que ya había creado Don Benito Juárez García, pudo tener una nacionalidad, un nombre y una patria, y de paso también su madre. Es que, si bien la abuela, fue registrada y bautizada, al mismo también la bisabuela, adquiere nombre y fue Marcelina Amador Roseto, porque a su vez, ella era hija de una esclava de Nueva Guinea y de un italiano, quien por cierto vivió al lado de su hija hasta que murió y está enterrado en Tuxpan.

Esto habrá que describirlo bien. Es que ellos no tenían nombre ni nacionalidad, tampoco el bisabuelo, pues fue extraditado, pero al registrar a su bebé, que nació mexicana, adquieren patria los tres, pero en 1904, cuando comienza la explotación petrolera por los ingleses en la región, el cónsul de Veracruz nombra a Robert, vicecónsul en Tuxpan. Después de eso los reconocen como ciudadanos ingleses, y con todos los derechos, pero ya no se quisieron ir.

El día 6 de diciembre de 1904, Freederick Patrick Leay “His Magesty’s Consul” le extiende nombramiento, el que luego es ratificado ante el gobierno estatal, en el oficio 987,  el día 17. Entonces además lo nombran "Hijo predilecto" de Inglaterra. Condicionado a defender los intereses de aquella nación en  la explotación del petróleo en el totonacapan y en la huasteca.

Entonces, el bisabuelo es llamado a formar parte del cuerpo diplomático, como vicecónsul, pues el oro negro no entendía de problemas familiares, políticos ni sociales, y es quizá el primero que tuvo, por lo tanto doble nacionalidad. Le fueron perdonados sus pecados, y olvidados sus delitos de casar con una esclava, y al vivir en un país en el que fue abolida la esclavitud a partir de la Guerra de Independencia, pues todos aquí éramos, se puede decir, iguales ante la ley.

Pero esta historia la conocí debido a que el poeta, que también es columnista, escribió sobre Yanga o “Njanga”, un príncipe esclavo, que revolucionó la vida de la época al sur de Cosamaloapan, en donde hizo un municipio libre el Virrey, creando la ley para la autonomía de “San Lorenzo de los negros”, en donde este luchador espartaquiano y antecedente de Robin Hood y Chucho el roto, creó un microclim a los negros como él, y jamás se dejó esclavizar, y que, para poder ubicar geográfica y políticamente su municipio libre, el primero de América, el 6 de enero de 1609, un oasis libre de la esclavitud,  permitió la Nuava España, aunque después, con ayuda de los curas, lo traicionaron y lo mataron. Quizá para que a otros no se les ocurriera hacer lo mismo o seguirle los pasos.

Es que por su historia personal, al también periodista y cronista, que desde su jubilación como funcionario público le dio por estudiar y ya tiene dos carreras, dos maestrías y está por hacer un diplomado, le simpatiza “el negro Yanga”. Pero en general, porque repite,  como él mismo dice “me casé con una negrita.”

Su esposa también lleva esa raza en la sangre y su abuela  tuvo tres hijos, uno blanco, otro mulato y otro rubio, que vienen a ser su papá (el negrito, aunque nuestro personaje entrevistado es rubio, casi albino) John R. Greer, y sus tíos Thom Rosseto Greer y Eloísa, muy conocida en Tuxpan como profesora de inglés como “Doña Locha”.

Lo curioso de esta historia es que se rompe al llegar a México, y ya no sigue en Inglaterra, para la familia y sus descendientes, Robert murió el día que lo echaron de su país. Al menos hasta que se integró de nuevo al sistema como diplomático en el puerto, pero quizá allí ya se escribió otra historia, que no ha sido contada en la Gran Bretaña, porque a una de sus primas le dio por ir a investigar y conocer, y viajó a la isla, pero comprobando que los descendientes de su familia allá, no sabían la historia del tío Robert.

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