LA VISIÓN S0CIAL DE JOSÉ ITURRIAGA
POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Gracias, a Doña Reyna Olivera viuda de Iturriaga y a la Asociación “Amigos de José Iturriaga”, por la invitación para acompañarles en el segundo aniversario luctuoso del gran historiador, sociólogo, maestro, critico político, Don José Iturriaga y Sauco.
Febrero 19 de 2013
Yo no conocí personalmente a Don José Iturriaga, pero he leído sobre de él y uno de los aspectos con los que me identifico, ahora que he tenido el gusto de conocer más de su vida y obra, es su visión social.
Don José, considerado como uno de los precursores de la sociología en México, escribió en 1951, su libro “La estructura social y cultural de México”1. Este libro se divide en dos partes: la primera, estudia los aspectos más importantes de la estructura social mexicana, como la separación entre campo y ciudad, la familia, las clases sociales y las etnias; la segunda parte, se dedica a las dimensiones culturales: idiomas y dialectos, religiones, educación e influencias exteriores. Y al final estableciendo una tipificación de los rasgos caracterológicos sobresalientes del mexicano. Este documento, escrito cuando México renacía a la modernidad, se sumó a otros grandes de la literatura que también escribieron sobre la idiosincrasia del mexicano.
Pero, el ser un conocedor de las limitaciones y atributos del “nacido en este país”, tuvo conocimiento también de la forma en que se formaron sus clases sociales y económicas altas, que aprovecharon el nacimiento y fortalecimiento de las instituciones de financiamiento de primer y segundo piso para dar forma a sus riquezas.
El maestro Iturriaga, a su paso por instituciones como Nacional Financiera donde laboró más 30 años, le permitió profundizar en el panorama de la realidad social y económica de México, hacia el interior y exterior, y sin duda, a poseer información de primera mano y entender la forma en que se concentró (lícitamente o no, justa o injustamente) el poder económico en el país, en unas cuantas familias, durante el siglo XX, lo que le hizo sabedor de lo que requerían los mexicanos y de las injusticias de las que era objeto.
Porque de muchos es sabido que de una Banca de segundo piso como Nacional Financiera (que nació en 1934) con el objetivo de financiar la industria y las pequeñas y medianas empresas y, planeada para detonar el crecimiento económico del país, al llegar los políticos ambiciosos a dirigirla, la convirtieron en el fondo refaccionario de los negocios personales para acrecentar sus capitales, aprovechando que entre 1957 y 1970, el gobierno federal constituyó en Nacional Financiera nueve fideicomisos más de los que ya tenía : el Fondo de garantía y fomento del turismo; el Programa Nacional Fronterizo; el Fideicomiso de Minerales no Metálicos; el Plan Lerma Asistencia Técnica; el Fideicomiso de Ingenios Azucareros; el Centro Nacional de Productividad y el Servicio Nacional de Adiestramiento Rápido de la Mano de Obra; el Fondo de Garantía y Fomento a la Pequeña y Mediana Minería; el Fondo de Estudios de Pre inversión, y el Fondo Nacional de Fomento Ejidal para Plantas Industriales, obteniéndose de ahí los fondos para hacer prosperar los negocios de las clases pudientes, como se ha seguido estilando hasta la primera década del siglo XXI, desplazando a los grupos que realmente lo necesitaran.
Porque es en las instituciones financieras, donde está la historia de los grandes capitales mexicanos, de esos que se repartieron la tierra (fraccionando a su antojo el país), que acapararon los cargos políticos, los contratos, las concesiones etc., los que le fueron sustrayendo al indio, al colono, al artesano, al obrero, al maestro, al burócrata, al marginado, a la mujer, al débil, incluso a los municipios, estados y país, lo que les correspondía en justicia. Por eso, se incrementó en las últimas 6 décadas, la formación de una cultura específica nacional: la “casta privilegiada nacida al auspicio del poder político y económico”, concentrándose en ellos el poder y el dinero de este país—(a la manera de los apellidos Rothschild, Morgan, Warburg, Rockefeller, Ford, etc., que en los EEUU desde 1913 quedaron facultados por su Senado para unir sus riquezas y objetivos económicos)--,haciendo crecer sus fortunas “endemoniadamente” y heredando modelos y estilos de vida a las nuevas generaciones, que hoy buscan imitar a cualquier precio.
Entendiendo a Iturriaga, que criticó las diferencias de clases, pienso que no podía ser ni actuar igual que muchos de sus amigos, que pertenecían a esa “casta privilegiada” nacida de la política y del rejuego económico, que dejo a los mexicanos en un hilo y endeudados por muchas generaciones. Posición discriminatoria y cuestionable, con la que no coincidió jamás y siempre rechazó con vehemencia, hasta el último día. Oligarquía Mexicana diseminada en el tiempo, con la que nunca se identificó y, siendo un Juarista convencido sabía que continuar con ese vínculo, era ir contra sus ideales (su modelo) y de sus propios principios.
Y es que ser un Juarista, hoy en día, no es fácil. Siempre lo he dicho. Porque el medio está lleno de gente: que ama el poder por el poder mismo y al dinero como así mismo.
Porque, hoy los políticos, pueden hablar muy bonito en el discurso sobre la figura de Juárez, pero no cumplir en la vida cotidiana con sus principios, como el : “de destruir los errores y abusos que se oponen al bienestar de la nación mexicana, cuya acción del estado no obedece al interés de un grupo o de individuos particulares, sino que fueron, son y deben seguir siendo, expresión real y profunda de los principios de la justicia, de la libertad, del orden y del progreso…. (Benito Juárez)2
Pero las personas se conocen por sus actos y resultados, por ello Don José, decía que: “uno, NO es lo que dice o piensa, sino lo que hace”… y por ello, como conocedor de la madurez y sabiduría que el tiempo da, pudo conservar al final a sus verdaderos amigos, a los que lo querían, reconocían y coincidían con la visión liberal que el defendía y con esas bases filosóficas de la “justicia distributiva”3 a la manera de Rawls, en su deseo vehemente de que en México prevaleciera “una sociedad justa no sometida a la negociación política ni al cálculo de intereses particulares”.
Negociaciones que hoy desgraciadamente se siguen promoviendo en nuestro país a favor las nuevas “castas privilegiadas”, que cada sexenio o trienio tienen nuevos rostros y que provienen no solo de la llamada “clase política” sino del sector empresarial, comercial, profesional, laboral, etc., y que no es más que la demostración de esa minusvalía inconsciente (complejos) que se cubren con la posesión del poder y del dinero para tener derecho de entrar en esa “casta”, fomentando así el circulo vicioso de una oligarquía perene sin valores, que no ha abonado en nada a la justicia social y el desarrollo económico del país y, que de seguir permitiendo que se mantenga en el tiempo, asegurará un destino decadente a los mexicanos.
“Castas privilegiadas” que en el mundo, toman como rehén de sus ambiciones a sus propias regiones o países, generado una cultura sociopolítica, basada en el abuso del poder, la desigualdad y la distribución inequitativa de los bienes de la tierra en contra de la propia humanidad.
Por eso, creo que Don José Iturriaga y Sauco, procuró actuar en congruencia a sus principios y de ahí su deseo de vivir sus últimos años en la provincia: en Coatepec, Veracruz, fuera de los círculos políticos, económicos y sociales que le conocieron y, creo que eligió bien retirándose a tiempo, cobijándose en el saber, cuidando a sus tesoros: su familia y su acervo bibliográfico, que lo acompañaron hasta el último suspiro, muriendo en la medianía (como mencionaba Juárez) y en paz.
Gracias y hasta la próxima
1 Iturriaga, J., (1951) La estructura Social y cultural de México, Fondo de Cultura Económica.
2 Juárez, B. (1960) La reforma Liberal.
3 Rawls, J. (1967) y (1968), "Distributive justice" y “Distributive justice: some addenda", en P. Laslett y W. G. Runciman (eds.), Philosophy, Politics, and Society, 3a. serie, Blackwell.
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