SONORA BIZARRO

 

 

 

Por Arturo Soto Munguía / El Zancudo.com.mx

Dia de publicación: 2013-01-31

No me tocó presenciarlo porque a esas horas estábamos en la Universidad de Sonora charlando con los jóvenes que muy pronto habrán de integrarse al mercado laboral relacionado con la comunicación en todas sus variantes.  

Pero me dicen que por rumbos del Congreso del Estado se apareció un pequeño ejército de ciudadanos libres, apartidistas e independientes (jeje) que clamaron a voz en cuello su convicción y voluntad para pagar más impuestos y apoquinar lo mucho o poco que tienen en su presupuesto familiar, para contribuir a que Sonora sea cada vez más fuerte.

Sarcasmo incluido, el pequeño contingente de acarreados aportó su contribución al bizarro Sonora de estos días, donde lo único que faltaba era la aparición de una pequeña turba exigiendo a los diputados que ya se dejen de cosas y que de inmediato, aprueben lo que tengan que aprobar para que el gobierno les cobre más impuestos y más caros. 

O sea, una chocarrera concentración de gente pobre, urgiendo al Poder Legislativo de Sonora a que a las de ya, se pongan las pilas y permitan destrabar las larguísimas colas que hay en las agencias fiscales del estado, de gente ansiosa y desesperada por pagar la tenencia disfrazada y otros impuestos.

El contingente, me dicen -y lo reitero porque yo no estuve ahí, pero confío en mis fuentes-, estaba compuesto por algunas personas que si no rayaban en la indigencia, le pasaban rozando.

Ignoro el origen de esa genial idea de movilizar precaristas que exigen más y mayores impuestos. Cualquiera que haya sido ese origen, merece incluirlo en la lista de las cosas raras que están pasando en Sonora, como esa de los ‘malnacidos’, la tenencia sobre burros y la inauguración de un estadio lleno de acarreados aplaudidores, burócratas amenazados con descuentos salariales y otras cosas. Escenografía típica para proyectar al día siguiente la ‘percepción’ de que vamos bien, vamos muy bien.

II

Pero la tarde nos tenía reservada otra sorpresa. Ayer fue entregado el estadio de beisbol que será la sede de la Serie del Caribe 2013. Por oficio, se citó a los empleados de gobierno a que asistieran a una farsa. Al montaje de una escenografía a modo para que el gobernador del estado luciera entre una pequeña multitud aplaudidora, coaccionada, amenazada. 

Hermosillo es sede de la Serie del Caribe 2013. Un encuentro deportivo en el que compiten las novenas de República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela y México, que otra vez es representado por los Yaquis de Ciudad Obregón.

En el plano internacional quizá no se conozca mucho de esta historia, pero los Yaquis son, hoy por hoy, la síntesis y el reflejo de un vasto sector de sonorenses ofendidos, enojados con su gobierno. 

En Sonora la protesta está en las calles. En Sonora la rabia ciudadana contra un gobierno que prometió borrar 80 años de gobiernos priistas corruptos y nepotistas; opacos y abusivos ha hecho trascender su voz en el plano internacional.

Tan sencillo como que el gobernador de Sonora tiene ya varias semanas sin aparecer en público, porque la rechifla popular lo apabulla a donde quiera que vaya. Guillermo Padrés es un gobernador a salto de mata. 

Ningún gobernador, en ningún estado de México, despreciaría el honor de lanzar la primera bola en la inauguración de un evento internacional del que es anfitrión. Guillermo Padrés sí. 

Pero no podría ser de otra manera. Exponerse al repudio ciudadano que hoy crece por todos los rincones de Sonora, ante el implacable ojo de la comunidad internacional, sería el último clavo en el ataúd del gobierno que encabeza.

Por eso adelantó las cosas. Entregó el estadio sede de la Serie del Caribe ante un auditorio compuesto en su totalidad con empleados del gobierno amenazados con represalias si no asistían, y con acarreados de las colonias populares que no tenían la menor idea del objetivo de su presencia ahí.

Al gobernador lo siguen acorralando sus más cercanos amigos en un callejón sin salida. Su asesor de cabecera, un publicista que se ha vuelto millonario vendiéndole espejitos que en tres años perdieron el brillo, no tiene problema alguno. Él ya resolvió su dotación de yogurt para muchas generaciones. 

El verdadero problema es para un gobernante al que le faltan tres años, y que a la mitad de su mandato enfrenta la peor crisis de legitimidad que se recuerde.

III

El movimiento No Más Impuestos ha reiterado su intención de boicotear la Serie del Caribe. El gobierno ha respondido con amenazas de agresión contra Rebeca Villanueva, la cabeza más visible de este movimiento. En redes sociales se ha amenazado de muerte a la señora, sobre quien el gobierno de Sonora ha ordenado un marcaje personal, y no ha vacilado en publicar imágenes de sus hijas, difundir su domicilio y echarle la caballería encima.

El gobierno de Sonora ha enfrentado esta crisis de la peor manera: con la intransigencia, la descalificación, el acoso, el uso del minado poder que le queda frente a un gobierno federal donde ya no cuenta con el cobijo que le brindaba Felipe Calderón.

El boicot a la Serie del Caribe es un hecho. La intención de reprimir a los inconformes, también. 

Ayer estuve cerca del gobernador. Su rostro es duro. Su sonrisa congelada. La presión sobre él pesa demasiado. Su principal aliado, Manlio Fabio Beltrones se ha desmarcado y la decisión de jalar el gatillo para reprimir la insurgencia ciudadana depende sólo de Guillermo Padrés y el muy, pero muy pequeño club de amigos que le asesoran. 

IV

Una crisis de esta magnitud posiblemente se podría apreciar en el último año de un gobernador. A Guillermo Padrés le faltan tres años para terminar su sexenio, y los presagios son bien negros.

Acarrear bajo amenazas o bajos pagos a una pequeña multitud que le aplauda, no borra del horizonte la protesta ciudadana que ha tomado las calles en Sonora. Ausentarse de un evento deportivo internacional, donde debería ser un protagonista central, no contribuye a la solución de mil conflictos. Al contrario, los agrava.

Gobernar bajo el slogan puede resultar válido, cuando el slogan tiene un asidero en la realidad. Pero hoy, en Sonora, la realidad es una muy diferente a esos tres años de slogan que prometieron todo y no cumplieron nada.

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