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EL VOTO EN MEXICO: AYER Y HOY

Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

¿Por qué hoy es tan importante el voto en nuestro país y en el mundo? De hecho siempre lo ha sido, pero en el presente, es vital para sobrevivir: partidos políticos, personajes de la política-que contienden en su búsqueda-, instituciones electorales, sistemas democráticos, etc.

El voto o sufragio,  viene del latín: votum o suffragium, (ayuda o auxilio) y se interpreta como la expresión, pública o secreta, de una preferencia ante una opción  u opciones.  Igualmente tiene otras interpretaciones, tales como: expresión, gesto, señal, papeleta u otro objeto con que se expresa una preferencia. O también como, el parecer o dictamen explicado en una congregación o junta en orden a una decisión.1

Otro concepto es el de voto universal, considerado en su tipificación generalizada, como el derecho de los ciudadanos, reconocido en la norma constitucional, para participar en la determinación de la orientación política general mediante la designación de sus representantes o mediante la votación de aquellas propuestas que les sean sometidas.

El sufragio universal significa también, que el cuerpo electoral está compuesto por todos los ciudadanos–sin discriminación de grupos sociales específicos– que cumplen determinadas condiciones (nacionalidad, edad, goce de los derechos civiles y políticos e inscripción en el censo). Fuera de estas condiciones de carácter técnico, cualquier otra resulta inadmisible o incompatible con la universalidad del sufragio, que hoy constituye una conquista irrenunciable en los Estados democráticos. Luego entonces, lo que hace democrático al sufragio universal es el hecho de que: no restringe el derecho de un ciudadano de elegir, ni por razón de la riqueza (censitario) ni por razón de la capacidad intelectual (capacitario).

El voto, cumple dos funciones fundamentales que han hecho que éste se arrogue el lugar preeminente en la vida política del Estado democrático liberal: la función electoral, que sirve para designar a los representantes, y la función normativa, que se emplea para iniciar una ley, aceptar o rechazar un texto legislativo e incluso para intervenir en la revisión constitucional.

Igualmente hay quienes, en razón del ideario del que emite el voto o sufragio, se considera como la expresión de la opinión pública, en cuyos juicios van mezcladas: figuras, doctrinas y preferencias. 2

Por lo tanto, el sufragio encarna tres efectos principales: producir representación, producir gobierno y ofrecer legitimación.3

Es decir, a través del sufragio o voto, los ciudadanos coadyuvan en cuanto, miembros del Estado-comunidad, a la conformación del Estado y, en consecuencia, a la integración funcional de toda la sociedad política.4

El sufragio entonces debe guardar tres aspectos fundamentales:

  1. Como derecho. Como se refiriera Rousseu , “de la cualidad de ciudadano se deduce su derecho de voto, derecho que nada puede quitarle”.
  2. Como función. Que se relaciona con la concepción de soberanía nacional, de la que se deriva la separación entre el derecho de ser ciudadano (ius civitatís) y el derecho a ser elector (jus suifragii).
  3. Como deber. Por ser una obligación jurídica impuesta al individuo en aras del funcionamiento armónico de la vida política del Estado. Y sus principales requisitos son, entre otros: a) Libertad, b) igualdad y c) secrecía.

Pero, para conocer un poco más de la importancia del sufragio en México, sin llegar al extremo de remitirme a la época Prehispánica o Colonial, pueda tomar como primeras referencias la presencia del sufragio, en concordancia con las constituciones y Leyes que fueron surgiendo en el devenir del tiempo, después del estallido y consumación  de la Independencia (1810-1821).

Tres años después de la consumación de esta gesta, al crearse la Constitución de 1824, se obtuvieron considerables avances en los derechos políticos del pueblo. Sin embargo, los movimientos armados entre las corrientes federalista -republicana y de inspiración democrática- vs-  centralista -monárquica y defensora de privilegios, se recrudecieron al instituirse en la propia constitución, el cargo de Presidente de la República, para aquel que resultara ganador en votaciones, y de Vicepresidente para el vencido, lo que provocó numerosos enfrentamientos entre ambos bandos.

Entre 1835 y 1847, al continuar las revueltas internas entre federalistas (Partido Liberal) y centralistas (Partido Conservador), se suscitaron hechos en el país complicados y de vital importancia, entre otros: la separación de Texas del territorio nacional, el intento en 1840 de proclamar su independencia el Estado de Yucatán, la amenaza de invasión extranjera, el descontento popular hacia Santa Anna y el temor de la posibilidad de que éste intentara establecer una monarquía constitucional, lo que obligó a los gobiernos siguientes a replantear el sistema político nacional.

Y aunque los siguientes Congresos formularon un proyecto para una nueva Constitución, en donde se proponía un gobierno republicano, representativo, popular y federal, así como un sistema de representación de minorías ocasionando gran descontento en los conservadores, derivó en diversos enfrentamientos, por lo que el Congreso fue disuelto. Como consecuencia, se sancionó una nueva Carta Magna, llamada: Bases Orgánicas de la República Mexicana.

Para 1847, se aprobó el Acta Constitutiva y de Reformas. Dicha acta, estableció las garantías individuales para todos los habitantes de la República y suprimió el cargo de vicepresidente y adoptó elecciones directas para diputados, senadores, Presidente de la República y miembros de la Suprema Corte, entre otras reformas valiosas.

Así mismo, en 1857, con las Leyes de Reforma, Benito Juárez, hizo modificaciones trascendentales para la nación, entre otras: eliminó la injerencia del Clero en los asuntos políticos del país y ello dio paso a la nueva Constitución y en la misma, se suprimió la exigencia de saber leer y escribir para poder votar.

Con la dictadura de Porfirio Díaz (1876 a 1880 y 1884 a 1911), los derechos políticos fueron ignorados por el gobierno y después de más 30 años de poder de un solo hombre, el pueblo  se reveló y fue la justificación de la Revolución en 1910. De ahí la exigencia de enarbolar el lema que defendió, Francisco I. Madero "sufragio efectivo no reelección"5.

En el gobierno de Francisco y Madero en 1911, cuyo régimen se caracterizó por ser democrático-liberal, hubo necesidad de realizar cambios sustanciales a la Ley electoral. Madero supo combinar inteligentemente las exigencias de la democracia representativa y del federalismo. El 22 de mayo de 1912, reformaría la Ley Electoral para introducir el voto directo de los mexicanos en sustitución del voto indirecto proveniente de la Constitución de Cádiz.6

Ya con Venustiano Carranza, en su carácter de primer jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo, presentó al Congreso un proyecto de reformas a la Constitución de 1857. El documento sufrió numerosas modificaciones y adiciones para ajustarse a la nueva realidad social del país.

Años siguientes, con el Constituyente de Querétaro, al promulgarse el 5 de febrero de 1917 la nueva Carta Magna, que por su contenido social y democrático conjuntó los ideales revolucionarios del pueblo mexicano, contempló entre otras cosas valiosas, que el gobierno siguiera siendo republicano, representativo, democrático y federal; se refrendó la división de poderes en Ejecutivo, Judicial y Legislativo, que dejó de ser unicameral para dividirse en cámaras de Diputados y Senadores. Pero un hecho importante en materia electoral, fue que se ratificó el sistema de elecciones directas y se decretó la no reelección. Igualmente, permitió la descentralización, organización y realización de los comicios electorales en los estados y municipios, aunque ello no evitó la influencia de las prácticas tradicionales de los cacicazgos regionales7.

La Ley Electoral o Consejo de listas electorales de 1918, fue permisible para la proliferación de las agrupaciones políticas en el país, pues: con tan solo 100 ciudadanos era suficiente para formar una agrupación o partido político. Luego entonces, la proliferación de partidos políticos en el país, casi al concluir la segunda década del siglo XX, hacía vulnerable a México frente a los riesgos de las amenazas de invasión de las potencias extranjeras y casi al finalizar el Gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-{1928), pensando que México corría riesgos serios si continuaba dividido políticamente, propició la unificación de las fuerzas políticas en una sola, la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), primer antecedente del PRI, en 1929. Pero la Ley electoral sufrió modificación hasta 1945, durante el mandato presidencial de Manuel Ávila Camacho y pugnaría por dos objetivos: la centralización del proceso electoral y la formación de los partidos políticos nacionales y permanentes. 8

Y fue hasta 1946, en el gobierno de Miguel Alemán, que se les dio personalidad jurídica a los partidos políticos y se conservó el escrutinio de mayoría relativa en distritos uninominales. Para ese momento ya había una Comisión Federal de Vigilancia Electoral, como órgano que dependía del propio gobierno federal, en este caso de la oficina de Gobernación. En 1951, casi al finalizar su Gobierno, se crea la Comisión Federal Electoral, integrada en forma plural: con una representación del gobierno federal, de los partidos políticos y un representante de cada Cámara (senadores y diputados). Prevalecieron entonces, las representaciones locales con algunas variantes en su conformación.

En 1977, siendo Presidente de la República José López Portillo, y Secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles, se crea la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE). Ésta, ordenaba la estructura de un Colegio Electoral; otorgaba el registro a más de una organización política, que permanecía en la clandestinidad, posibilitaba las coaliciones; abría tiempos oficiales en radio y televisión para la promoción de los partidos; contenía una nueva fórmula de la representación proporcional (repartición de cien escaños entre los partidos según el porcentaje nacional de sufragios que obtuviesen en ese rubro de votación, independientemente de los distritos electorales ganados o perdidos, asegurando así una presencia parlamentaria incluyente); y aumentaba de 186 a 400 el número de diputados de la Cámara Baja.

En 1979, como resultado de esas reformas, en las elecciones federales intermedias del Gobierno de López Portillo, por primera ocasión se democratiza la Cámara de Diputados. El Partido Revolucionario Institucional, recibió el 69.84% de los votos (le correspondieron 296 diputados) y perdió, en manos del PAN, 4 diputaciones de mayoría relativa. Este último obtuvo 10.79% de los sufragios, lo que se tradujo en 42 diputados plurinominales, siguiéndole el PCM, con 4.97% (18 diputados); el PPS, con 2.59% (12 diputados); el PST, con 2.12% (12 diputados); el PDM, con 2.05% (10 diputados); y, por último, el PARM, con 1.81% (10 diputados).

Lo que demuestra, y es importante afirmarlo, que los gobiernos federales en turno, impulsaron las reformas necesarias para que México pasara a ser un país, de hegemonía partidaria en el Congreso a un legislativo plural-representativo, quedando ahí ubicadas todas las fuerzas políticas del país. Y éste es un dato que luego se olvida y que es importante recalcarlo, porque si hubiera existido resistencia u obsesión por parte del PRI, de continuar acaparando el poder, simplemente las reformas no hubieran sido jamás alentadas.

Nuevas reformas surgieron en 1987, en el gobierno de Miguel de la Madrid, que incluyó que: los partidos políticos tenían que registrar sus plataformas, que acreditaran un representante ante la Comisión de Difusión para participar en la programación de los tiempos en la radio y televisión, que el financiamiento público para los partidos, se asignara de acuerdo al número de escaños que cada uno tenía y la obligación de informar a la Comisión Federal Electoral sobre los gastos. Una reforma importante fue el poder incorporar la figura de los partidos políticos en coalición, pues la ley anterior, permitía solamente el manejo de un solo logo en la boleta electoral y a partir de ese momento los partidos coaligados aparecerían en la boleta electoral. Así mismo, se impulsa la descentralización de las comisiones estatales y distritales, y se modifican las fechas de las listas nominales, entre otras reformas muy interesantes.

Dos años más tarde, siendo Presidente Carlos Salinas de Gortari, la reforma constitucional de 1989, permitió la formación del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), y el nacimiento en 1990, del Instituto Federal Electoral (IFE) como un organismo con personalidad jurídica y patrimonio propios, depositario de la autoridad electoral, misma que, aún estaba subordinada a los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Después de la elección de 1994, con Ernesto Zedillo en la Presidencia de la República y siendo la última Cámara de Diputados que el PRI tuvo mayoría absoluta ( misma a la que pertenecí), se hizo urgente avanzar hacia la equidad y se trabajó en el diseño de reglas claras para los partidos políticos, (previéndose lo que en ese momento era inimaginable, la transición democrática a otro partido en el poder federal); por lo tanto, ésto condujo a la reforma de 1996 que le otorgó la autonomía al IFE, se impulsó la ciudadanización del órgano electoral y permitió el equilibrio institucional con la incorporación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Lo anterior, permitió que México caminara, con bases consistentes y democráticas, hacia la transición en el poder del año 2000, produciéndose ésta finalmente por la vía pacífica y legitimada; y eso, se quiera o no reconocer,  lo previeron los propios gobiernos del PRI, con la participación de todas las fuerzas políticas representadas en las Cámaras. Y a partir de ese hecho, se han dado innumerables transiciones pacificas y legitimas en los Estados de la República y en los municipios, sin que la Nación o sus entidades, hayan resentido convulsiones políticas, para lograrlo.

En el nuevo siglo, aunque los avances han sido significativos, han existido jaloneos especialmente en la designación de los consejeros del IFE y 2006 hubo un retroceso, porqué los partidos eligieron a modo a los consejeros y partidizaron este órgano electoral, lo que se quiera o no, le restó legitimidad a las decisiones, porque el concepto de ciudadanización se puso en duda, hasta la fecha.

Sin embargo, volviendo al voto, este concepto hoy se ha diversificado y tipificado como producto de la mercadotecnia, que al incorporarlo al lenguaje político de las campañas, ofrece diferentes significados, por ejemplo9:

  1. Voto secreto y directo.  El que se emite a través de un mecanismo que respeta el anonimato, al ejercerse el derecho de votar.
  2. Voto útil.  El que ante una decisión se emite a favor de una opción que, aun no siendo la preferida, tiene mayores posibilidades de derrotar a otra cuyo triunfo no se desea.
  3. Voto duro.- Es el voto leal de la militancia y de los simpatizantes de un partido político,  comprometidos a través de sus diferentes cargos partidista en sectores y organizaciones, consejeros políticos, etc.
  4. Voto potencial.- El voto de los electores cercanos, a los que constituyen el voto duro, (familiares y amigos).
  5. Voto indeciso.- Aquel que no sabe por quién votar, que tiene duda.
  6. Voto diferenciado. Aquel voto que se emite, cuando en una jornada (que conlleva diferentes cargos a elegir) se opta por candidatos de partidos diferentes.
  7. Voto switcher.- Aquel que un ciudadano emite en razón de la persona,  o por el partido, o por la propuesta del candidato.
  8. Voto focalizado.- Aquel que sin ser militante de un partido, funge como simpatizante, al votar tradicionalmente en procesos internos y/o constitucionales y que se tiene plenamente identificado.
  9. Voto a población abierta.- Es el voto que se consigue territorialmente en recorridos casa por casa. Etc.
  1. Voto de imitación.  El que se da sin conocimiento ni reflexión, y solo por seguir el ejemplo o influencia de un modelo.
  1. Voto nulo. El que se emite con error.
  2. Voto inútil. El que se emite intencionalmente para provocar el error y con el deseo de anularlo. Etc.

Los tres últimos tipos de voto, no favorecen al sistema democrático de un país, porque el voto de imitación, es finalmente un voto dependiente de quien lo dirija u oriente; el voto nulo, corresponde generalmente a la acción del votante que se equivoca por ignorancia o por descuido; y el voto inútil, que viene a ser un voto nulo pero derivado de factores voluntarios, es decir, el votante comete el error intencionalmente. Sin embargo, el votante en su derecho y libertad de sufragar, puede hacer lo que guste con su papeleta electoral. De ahí la importancia de cultivar políticamente a la sociedad para que vote con libertad, pero sobre todo razonando su decisión. 

Y a casi 100 años de la creación de la última Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y a más de 20 años de la creación del IFE,  las leyes electorales en México se han ido perfeccionado y aun con sus altibajos, siempre ha existido la  voluntad de los gobiernos en turno, de hacer que el sistema democrático mexicano, sea cada vez más justo, equitativo y transparente para que los ciudadanos tengan la certeza, que su voto va a ser respetado en las decisiones nacionales y locales y esto, a su vez,  refuerce igualmente a los órganos electorales mexicanos, como lo que son: instituciones válidas y altamente confiables.

Por eso el voto como ejercicio, en el pasado y en el presente, es y será “la más alta expresión democrática, porque vale lo mismo en un ciudadano que en otro,  independientemente de su condición cultural,  social, económica o política”. (Lladó, Z. 2007)

Gracias y hasta la próxima.

1 Martínez y Salcedo, (1999) , Diccionario Electoral, INEP, México,

2 N. Pérez Serrano (1976), Tratado de derecho político. Madrid,

3 Carreras F. de y Valles J.M.: (1977). Las Elecciones. Barcelona,

4 http://www.iidh.ed.cr/siii/index_fl.htm o http://www.mercaba.org/FICHAS/Capel/sufragio.htm

5 http://www.elombligodelaluna.com.mx/

6 Valls, S., (2011), El gran legado electoral en México, OEM.

7 Chaires, E. y Lam, H., (2005) Instituciones y actores en el proceso de construcción de los órganos electorales: el caso México, Universidad de Colima. México.

8 Ibíd.

9 Echauri, David (2010)  Material de Capacitación de la SAE-CEN-PRI, México, D.F.

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