LOS MEDIOS EN MÉXICO

Se publica el texto integro

NUMERO: 18

FECHA: Julio-Agosto 1987

TITULO DE LA REVISTA: Medios de Comunicación

INDICE ANALITICO: Medios de Comunicación

AUTOR: Raúl Trejo Delarbre [**]

TITULO: Los Medios en México [*]

TEXTO:

A pesar de sus muchas diferencias internas, México es hoy en día un país cohesionado, pero también subyugado por los medios de comunicación electrónica. La señal de la televisión es recibida lo mismo en los municipios más apartados, tras las montañas de Oaxaca, donde los niveles de vida se encuentran muy lejos del bienestar de la próspera zona residencial de Garza García, en Nuevo León, en donde se dice, existe la mayor concentración de antenas parabólicas que hay en el mundo entero. Hay numerosas variaciones en la geografía, en los recursos naturales, en las costumbres y sobre todo en el tipo de vida de los mexicanos en las ciudades o el campo, en la costa o en el altiplano. Por encima de esa heterogeneidad, existe un factor de identificación cotidiana, que es la recepción de las señales de la televisión mexicana.

Sin embargo, no puede afirmarse que la enorme cobertura alcanzada por la comunicación electrónica en México, esté sirviendo para mejorar la educación, ni los niveles de bienestar de los mexicanos. Al contrario, salvo excepciones, la orientación de los medios de comunicación tiende a debilitar el nacionalismo -que tradicionalmente ha sido factor preponderante de cohesión ideológica y política- y busca promover una cultura apoyada en la explotación de valores comerciales. Tres elementos principales se conjuntan para que esta situación sea posible: por una parte, el acelerado desarrollo de los medios de comunicación en manos de grupos privados. En segundo término, el desinterés que por décadas, el gobierno mexicano tuvo hacia los medios de comunicación. Y en tercer lugar, la debilidad de la sociedad: México es todavía, un país que está por organizarse; menos de la quinta parte de la fuerza de trabajo se encuentra agrupada en sindicatos, y la membresía real de los partidos políticos, incluyendo al partido del gobierno, es virtualmente insignificante. Sin organizaciones propias o con agrupaciones poco eficaces, la sociedad mexicana ha tenido poca aptitud hasta ahora, para preocuparse suficientemente, y menos aún para movilizarse, ante la grave cuestión social y política en que se han convertido los medios de comunicación.

Poco antes de llegar a la presidencia de Francia, Francois Mitterrand reconocía que su antecesor, Giscard, había acumulado tal poder a través de los medios, que éstos habían llegado a convertirse en su principal instrumento de gobierno. De sobra son conocidas la influencia y la importancia de la comunicación de masas en los procesos políticos de numerosos países occidentales. Sin embargo hasta hace poco tiempo, en México los medios de comunicación electrónica no eran considerados por ninguna de las fuerzas políticas que contienden electoralmente, como instrumentos importantes en la creación de consenso y en su propaganda habitual, aunque eso no significa que los medios no hayan tenido un papel político relevante.

Como en muy pocos sectores, en los medios de comunicación es clara la desigualdad que define al país. Tenemos, hoy, dos satélites de comunicaciones, a pesar de que no están satisfechos los mínimos de bienestar de los mexicanos. Se incursiona ya en nuevas tecnologías como la fibra óptica, pero la planta industrial mexicana se encuentra estancada, y es seguro que no podrá responder a la demanda de equipo y refacciones que pronto aumentará en las industrias de la comunicación. Tuvimos Mundial de Fútbol, pero, porque el boleto para presenciar un partido de soccer costaba tanto como el salario mínimo mensual de un trabajador. La modernidad en la que está incursionando la industria del entretenimiento, no es accesible para todos. Hay modernidad, pero no es equitativa, Los medios de comunicación, mientras tantos, son concebidos como negocio y no como instrumento de servicio público.

En México, el Estado se ha reservado el derecho de ocuparse de las principales áreas para facilitar el desarrollo económico (el petróleo, la energía eléctrica, el transporte ferroviario, la banca, etcétera) pero ha descuidado el principal elemento de desarrollo cultural, que son los medios de comunicación. La pertenencia de la mayor parte de los medios a grupos privados no ha significado, necesariamente, mayor libertad de expresión ni el aliciente que en otros sitios produce la competencia, porque ésta es casi inexistente.

Medios y sistema político

Y aunque al sistema político mexicano durante muchos años le tuvo sin cuidado el desarrollo de los medios de comunicación, éstos han compartido algunos de los defectos y rezagos de la economía y la política en este país. Así como el sistema político mexicano es autoritario, aunque con vías para que las masas populares influyan y sean atendidas, los medios se comportan con marcado verticalismo pero casi no toman en cuenta las necesidades de sus auditorios (por ejemplo, no existe el derecho de réplica en la radio ni la televisión). Así como la economía y la política se encuentran notoriamente aglomeradas en las principales ciudades, en los medios se reproduce, aún con mayor concentración, un esquema centralista que menosprecia los requerimientos o rasgos culturales de la periferia, en beneficio de la metrópoli.

La prensa: libertad pero con limitaciones

Tan sólo en seis entidades -Tamaulipas, México, Nuevo León, Veracruz, Jalisco y por supuesto el Distrito Federal- se concentra el 65% del tiraje de todos los diarios del país. En México se editan, según los datos disponibles, 304 diarios, de los cuales 23 circulan en la ciudad de México. [1]

El tiraje conjunto de esos más de 300 cotidianos es, de acuerdo con lo que sus editores declaran, de aproximadamente ocho millones de ejemplares; es decir, hay un ejemplar por cada diez mexicanos. [2] Eso no significa que la décima parte de los mexicanos acostumbre leer un diario, pues una porción considerable del tiraje se desperdicia por la mala distribución y en ocasiones, por el escaso interés que suscitan en el público. Pero aún así, considerando la proporción de un ejemplar por cada diez mexicanos, nos encontramos con que México se encuentra muy por debajo de la oferta de lectura de periódicos que existen en países como Singapur, Corea del Sur, Puerto Rico o Rumania. [3] Además, la mayoría de los diarios mexicanos tiene un tiraje muy limitado, muchos periódicos en el interior del país cuentan con una edición real de 2 o 3 mil ejemplares, [4] de tal forma que sirven sólo a comunidades pequeñas o actúan no como informadores, sino como mecanismos de presión. Hay numerosos periódicos que existen solamente para obtener publicidad, fundamentalmente del gobierno, aunque sean virtualmente desconocidos por los lectores.

No hay una prensa realmente nacional. Los diarios que se editan en la ciudad de México circulan fundamentalmente allí, e inclusive los dos o tres más importantes apenas llegan a enviar a otras ciudades, como Guadalajara y Monterrey, unos cuantos centenares de ejemplares cada uno. De esta manera puede asegurarse que la prensa mexicana, con poca circulación y lectores, se encuentra además fragmentada y centralizada.

De cualquier manera y a pesar de esas limitaciones, la prensa tiene una influencia política importante. Es uno de los pocos espacios -otro de ellos es la Cámara de Diputados- en donde se expresan, aunque con restricciones, puntos de vista discordantes con los del gobierno o de los principales grupos privados. Los periodistas mexicanos mantienen una vocación crítica que en parte, heredan del combativo periodismo que existía durante la Independencia o la Reforma, en el siglo pasado. Esa actitud les sirve también, a muchos, para negociar con el gobierno en mejor posición que si adoptaran una actitud del todo subordinada. Sin embargo, la relación entre la prensa y el gobierno es a menudo desventajosa. Este, conserva instrumentos de presión entre los que destaca el monopolio estatal sobre la producción, importación y comercialización del papel para imprimir los diarios. Además, en diversos ministerios gubernamentales hay jefes de prensa que emplean recursos que van desde los favores personales, hasta el soborno o la presión política, para conservar la adhesión de los periodistas. Casi todos los diarios importantes, como resultado de tales presiones, admiten que en sus páginas escriban, con seudónimo, funcionarios gubernamentales que tienen la tarea de defender los puntos de vista oficiales. A esos articulistas se les ha denominado "tolerados", que es como en la ciudad de México se llama a los taxis que dan servicio de pasajeros, sin contar con el permiso oficial para ello.

La relación entre la prensa y el gobierno es, de esta manera, versátil y contradictoria. Se alimenta de conveniencias y presiones mutuas. En los años recientes, han podido verse en las páginas de los diarios mexicanos algunas de las más fuertes críticas que se recuerden, en las últimas cinco décadas, al Presidente de la República. [5] Hay diarios cuya línea editorial puede considerarse como crítica a las posiciones del gobierno, y otros más en donde escriben dirigentes de todas las tendencias políticas. [6] Sin embargo, dentro de ese constante juego de coacciones y reacciones, resulta extremadamente difícil la subsistencia de periódicos que busquen ser independientes de la influencia gubernamental. El diario más importante, Excélsior, con mucha frecuencia asume posiciones oficialistas, y es sabido que cuenta con la colaboración del gobierno para obtener entrevistas exclusivas con funcionarios mexicanos, e inclusive con mandatarios del extranjero. Quienes actualmente dirigen ese diario, tuvieron apoyo oficial para desplazar al grupo de periodistas que había hecho de Excélsior el periódico más leído de México, hace precisamente diez años. Esos periodistas estaban encabezados por el señor Julio Scherer García, que en 1976 fundó el semanario Proceso, uno de los pocos espacios claramente independientes en la prensa mexicana, y que en varias ocasiones se ha quejado por sufrir restricciones, especialmente para obtener publicidad del gobierno.

La publicidad, medio de vida

Ningún diario ni revista en México vive de la venta de sus ejemplares. Todos los periódicos, sin excepción, dependen en mayor o menor medida de la publicidad, sobre todo del gobierno federal y de los gobiernos de los estados. Inclusive proyectos independientes, tienen en la venta de publicidad al gobierno, su principal fuente de ingresos. Aquí, es preciso advertir una entre tantas de las paradojas del Estado mexicano: hay, dentro de él, sectores que siguen siendo intolerantes y que desearían que no existiera un periodismo analítico, serio, y por lo tanto crítico; pero también existen funcionarios, gobernadores, jefes de prensa, que entienden la necesidad de mantener y alentar los contrapesos que tradicionalmente han permitido la estabilidad del sistema mexicano. Uno de esos contrapesos, se encuentra en la prensa. [7]

Las siempre tensas relaciones entre el gobierno y la prensa, se exacerban en momentos especialmente drásticos. Uno de ellos, fue el asesinato, el 30 de mayo de 1984 de uno de los periodistas más influyentes de México, Manuel Buendía. Hay diversas hipótesis sobre quiénes maquinaron ese crimen, que sigue sin aclararse. Grupos de periodistas se han quejado por persecuciones y agresiones contra colegas suyos. El Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa ha dicho que entre 1971 y 1984 fueron asesinados 24 periodistas. Otro ejemplo de dificultades para la prensa, ha sido el caso del semanario Impacto, que desde posiciones conservadoras ha cuestionado a funcionarios gubernamentales, por lo cual ha recibido presiones que amenazan con desaparecerlo. [8]

En México, de esta manera, puede afirmarse que la libertad de prensa es relativa. No puede decirse que no exista, pues se mantienen, e inclusive proliferan, diarios y periodistas empeñados en analizar con seriedad, y que llegan a formular fuertes cuestionamientos al sistema político del país. Uno de los rasgos actuales de la prensa mexicana, es su pluralidad y su afán por discutir, que la distinguen de la prensa que hay en otros países. Pero no dejan de existir presiones diversas para atenuar las críticas. La mayor restricción para una completa libertad de prensa, sigue estando en las dificultades para que el público, la sociedad, tengan acceso a las páginas de los diarios. El costo de las inserciones pagadas resulta cada vez más alto, y no todos los periódicos tienen páginas de correspondencia suficientemente abiertas a los problemas y opiniones de los lectores.

El derecho a la información

El principal intento que ha existido para atenuar el verticalismo de los medios de comunicación, ha sido el proyecto, surgido durante el gobierno del presidente José López Portillo, para reglamentar el "derecho a la información". Se decía, entonces, que éste "no es simple y sencillamente la libertad para informar, sino el derecho que los hombres tienen como receptores de la información", [9] En 1977, el propio gobierno amplió el artículo 60. de la Constitución mexicana para establecer que "el derecho a la información será garantizado por el Estado", [10] y un año después se proponía impulsar un proyecto de ley para "asegurarle a la colectividad una información objetiva, plural y oportuna". [11] Podía desprenderse de allí que en opinión del gobierno mismo, la información en México no siempre es ni objetiva, ni plural ni oportuna.

La iniciativa de ley, sin embargo, tropezó con la oposición de las principales empresas privadas de la comunicación. El Presidente López Portillo, entonces, dio instrucciones para que se realizara una consulta pública, en la cual los grupos empresariales se opusieron rotundamente a tal legislación, aunque la mayoría de los participantes consideraba que era necesaria. [12] El derecho a la información, que algunos sectores del gobierno entendían como complemento necesario de la reforma política que se puso en práctica durante el sexenio pasado, [13] quedó pospuesto.

El gobierno del Presidente Miguel de la Madrid, realizó en mayo de 1983 un "Foro de Consulta Popular de Comunicación Social", en donde se puso de manifiesto que "existe un considerable sector de la sociedad ampliamente sensibilizado respecto al tema de la comunicación, y partidario de reformas sustantivas en ese ámbito...", así como que "tales reformas son necesarias, a fin de que la estructura de la comunicación corresponda crecientemente a los intereses nacionales y al objetivo de una sociedad igualitaria y democrática". [14] Sin embargo, la mayor parte de las proposiciones formuladas en ese Foro, no han sido tomadas en cuenta por quienes controlan los medios en México.

Nación de televidentes, dominio de Televisa

Los principales problemas de los medios en México pueden advertirse, sobre todo, en la televisión comercial. Un observador de la política mexicana, el periodista Alan Riding, de The New York Times, ha escrito que "México se ha convertido en una nación de televidentes, e incluso los espectadores semialfabetizados, más pobres, son receptores de los complejos estímulos de los programas y la publicidad. La televisión es ahora la principal influencia en las actividades culturales, políticas y económicas de la población en general. La responsabilidad tradicional del gobierno para transformar la sociedad está siendo desafiada por Televisa que, en muchos casos, predice valores que están en conflicto con los proclamados por el régimen". [15]

El poderío de Televisa es de tal manera incontrolado, que en el gobierno federal existen informaciones imprecisas sobre el número de repetidoras que tiene el canal dos, que es el principal con que cuenta ese consorcio, [16] Tampoco hay datos claros sobre la audiencia que tienen sus programas, pero parece cierto que ésta puede superar, en el territorio mexicano, a los veinte millones de personas.

En rigor Televisa es una empresa pequeña, pero en torno a ella, y a sus dueños, se agrupa una gran cantidad de negocios paralelos. De allí su enorme influencia Cadenas de radio y televisión, empresas para la producción y exportación de programas, editores de diarios, libros y revistas, agencias ligadas al ramo de la publicidad y a la promoción de espectáculos, inmobiliarias, empresas para la transmisión por cable, productoras cinematográficas y discográficas, fundaciones culturales, empresas de turismo forman, entre otras, ese consorcio. [17] En 1986 se llegó a sugerir, aunque Televisa lo negó, el propósito del consorcio para adquirir Mexicana de Aviación. [18] En 1984, los dueños de Televisa encabezaron a un grupo de empresarios privados que pretendían formar una alianza que se hubiera denominado Libre Empresa, S.A. (LESA), y que tendría el propósito de adquirir aquellos negocios de los que tuviere que deshacerse, por la crisis económica, el Estado mexicano. [19]

La presencia de Televisa, como es conocido, no se reduce a la República Mexicana. Vende y transmite directamente, programas a casi toda América Latina, y tiene una oficina que promueve sus producciones en Europa. En Estados Unidos, los dueños de Televisa han sido propietarios de las cadenas Spanish International Communications Corporation -SICC- y Spanish International Network -SIN-. En enero de 1986, un juez federal ordenó que no fueran renovadas las licencias de trece estaciones ligadas a SIN, por considerar que "son controladas ilegalmente por el magnate mexicano de la televisión Emilio Azcárraga". [20] Hasta entonces, el 75% de las acciones de SIN eran propiedad de Televisa. [21] En vista de la resolución judicial, el consorcio puso en venta cuatro estaciones importantes y cinco de baja frecuencia [22] que, según se dijo, podrían ser adquiridas por el ex embajador John Gavin, a quien antes se le han señalado vinculaciones con Televisa. [23] En lugar de ello, Gavin fue designado, en abril de 1987, presidente de Univisa, filial de Televisa en los Estados Unidos.

Antes de eso, el 12 de agosto de 1986, Emilio Azcárraga Milmo había dejado la presidencia de Televisa para, según se dijo entonces, atender los negocios del consorcio en Estados Unidos. Su alejamiento hizo evidente el enorme interés de Televisa para expandirse en aquel país pero también, la necesidad de cambios en la actitud del consorcio respecto de la sociedad y el Estado. Como es bien sabido, Azcárraga fue sustituido por Miguel Alemán Velasco, quien de inmediato anunció un proyecto para modernizar, haciéndola menos rígida, la política informativa de Televisa. En sus primeros meses, las propuestas de Alemán no han corrido con mucha suerte. El periodista Jacobo Zabludovsky, desplazado en septiembre del 86, regresó menos de medio año más tarde, en parte porque fue rechazado en Miami por los periodistas de una agencia de noticias propiedad de Televisa, a cuya cabeza había sido designado. Pero además, Zabludovsky retornó, con su noticiero "24 Horas", que había salido del aire, para recuperar los índices de auditorio que habían caído con su ausencia.

El negocio más reciente y mejor conocido del consorcio, fue el Campeonato Mundial de Fútbol, que significó para Televisa ganancias que los dirigentes de este grupo empresarial se han negado a precisar. El Comité Organizador del Mundial estuvo encabezado por funcionarios ligados desde hace tiempo a Televisa [24] y la principal fuente de ingresos por el torneo, la venta de la señal de televisión al extranjero, fue capitalizada por un consorcio que pertenecía en un 75%, a Televisa. [25]

Pero la importancia de Televisa no es sólo económica, sino política. En ocasiones recientes, Televisa ha manifestado puntos de vista, contrapuestos con la política exterior mexicana que han suscitado diversas inconformidades. [26]

Hace poco, un diputado del PRI protestó en el Congreso de la Unión por esas actitudes, declarando que "no es admisible que a través de la televisión se ponga en duda la política exterior de nuestro país". [27] Un observador de la situación mexicana, insospechable de izquierdismo, ha considerado que "aunque apoya a cada uno de los presidentes, Televisa, de hecho, está socavando al sistema ya que está conduciendo a los televidentes, sutilmente, hacia la derecha". [28]

Televisa vs Imevisión

Frente a la expansión de Televisa, el gobierno ha buscado sostener un sistema de televisión estatal que cuenta con dos canales de alcance nacional pero que tiene, como todas las áreas del sector público, dificultades financieras considerables. La televisión del Estado ha seguido hipotecada, casi toda, a los criterios burocráticos que limitan otras áreas de la comunicación a cargo del gobierno. Con pocas excepciones, sus programas siguen siendo triviales, aburridos y de producción pobre. No hay todavía un estilo de televisión estatal capaz de convertirse en alternativa eficiente a la televisión privada. Además, prevalece la dispersión entre los organismos gubernamentales encargados de tareas de comunicación de tal forma que se repiten o duplican esfuerzos. [29] Al mismo tiempo, están surgiendo algunos intentos, todavía aislados, de televisión local o regional, financiados por gobiernos de estados como los de Quintana Roo, Tabasco o Michoacán. Allí, quizá, puede conformarse una televisión diferente, apartada de los condicionamientos comerciales, pero hecha con profesionalismo y capaz de mantener el interés del auditorio. [30]

Conclusión

Esas son, a grandes rasgos, algunas de las contradicciones e insuficiencias de los medios en México, país repleto de confrontaciones y abundante en limitaciones. La prensa tiene una libertad que ejerce cotidianamente, pero sigue padeciendo restricciones. Los medios electrónicos no contribuyen para reforzar el desarrollo de las regiones, ni la identidad nacional. Hay esfuerzos, aunque sin recursos suficientes o atrapados en vericuetos burocráticos, para desplegar una comunicación gubernamental decorosa. Pero no hay medios, salvo contadísimas excepciones, en manos de la sociedad.

Y mientras tanto, puede apreciarse un crecimiento sin controles, sin siquiera información suficiente, del consorcio privado de la televisión. Un periodista mexicano ha apuntado, con razón, que "va a llegar un momento en que Televisa va a plantear un problema de poder a poder frente al Estado... El país se dirige en buena medida desde la Avenida Chapultepec (donde está Televisa). Muchísimas aspiraciones, hábitos, comportamientos de los mexicanos, son diseñados desde allí, y eso es gobernar. Gobernar es hacer lo que uno quiere a otros, y eso es lo que están haciendo en Televisa. Esto no lo ha advertido con claridad, ni siquiera mínima, la clase política mexicana y va a resultarle muy costoso advertirlo tardíamente" [31]

CITAS:

[*] Originalmente, este texto fue presentado en un seminario para periodistas estadounidenses en el Centro de Estudios México-Norteamericanos de la Universidad de San Diego, en La Jolla. De allí algunas apreciaciones que podrían parecer obvias a los lectores mexicanos. Me ha parecido pertinente, sin embargo, proponerle su publicación a El Cotidiano como un panorama introductorio a diversos problemas de la comunicación de masas y la política en nuestro país (R.T.D.).

[**] Periodista. Investigador del IIS-UNAM. Especialista en movimiento obrero y medios de comunicación.

[1] Pablo Casares Arrangoiz y Mercedes Charles Creel, La comunicación social en México: diagnóstico y propuesta, UAM-Xochimilco, México, 1986 (mimeo).

[2] Sin embargo, datos del gobierno indican una proposición menor. Estadísticas distribuidas en el Foro de Consulta Popular de Comunicación Social, en 1983, mencionaban un tiraje total de 6 millones 25 mil ejemplares.

[3] Gustavo Esteva, "Las relaciones entre el Estado y la prensa mexicana", ponencia en el Foro de Consulta Popular de Comunicación Social, en Comunicación Social No. 10, octubre de 1983, p. 260.

[4] Datos de Florence Toussaint en La prensa en México, de ella misma, junto con Miguel Angel Granados Chapa y R. Trejo, UAM-Xochimilco, mimeo, 1986.

[5] Esa circunstancia, coincidiría con una aparente declinación del presidencialismo. Según Héctor Aguilar Camín, "el presidencialismo mexicano ha perdido una alta dosis de su poder simbólico: el monopolio de la magia y la veneración". "El canto del futuro", en Nexos No. 100, abril de 1986, p. 27.

[6] En septiembre de 1984, por ejemplo, apareció el diario La Jornada, promovido inicialmente por periodistas que renunciaron a Uno más uno y a quienes se sumaron otros. El financiamiento originario de La Jornada se consiguió a partir de aportaciones de sus futuros lectores, muchos de los cuales, de esa manera, se convirtieron en accionistas del periódico, aunque la línea editorial y las decisiones principales son responsabilidad del grupo fundador. Por otro lado, cabe mencionar la experiencia del diario El Universal, al servicio de intereses privados pero que, para aumentar su circulación, invitó a dirigentes de todos los partidos políticos para formar su plana editorial, de tal forma que en sus campañas publicitarias puede anunciar que ofrece "la noticia vista de izquierda a derecha".

[7] Francisco Ruiz Massieu, cuando era subsecretario de Planeación de la Secretaría de Salud, reconoció que "La pluralidad inunda la actividad editorial, la prensa escrita y buena parte de la radio, a tal extremo que no faltan funcionarios que ven esa inundación como defecto de control y no como resultado de una política de ensanchamiento de la libertad de expresión". La Jornada, 4 de marzo, 1986.

[8] En la conmemoración por el segundo aniversario de la muerte de Buendía, el 30 de mayo de 1986, el secretario general del Sindicato Nacional de Redactores de Prensa dio a conocer esa lista de 24 periodistas, incluido el propio Buendía. Por esas mismas fechas, el director del semanario Impacto, señor Mario Sojo, fue removido debido a una acusación judicial, por supuestas regularidades en el funcionamiento de la empresa desde hace 25 años. Los colaboradores de esa revista consideraron que no se trataba de un problema administrativo, sino de una maniobra para modificar la línea editorial de Impacto,

[9] Miguel Angel Granados Chapa, "Derecho a la Información: crónica de un despropósito", en Comunicación y política, Ed. Océano, México, 1986, pp. 15 y ss.

[10] Los juristas Emilio O. Rabasa y Gloria Caballero, han considerado, al analizar el artículo 6o., que el derecho a la información comprende "el derecho del particular y de los grupos a tener acceso a los medios de comunicación, en determinadas circunstancias y cuando se trate de asuntos de suma importancia para la sociedad... el derecho a recibir información veraz y... el derecho a obtener de los órganos públicos la información necesaria para salvaguardar los intereses particulares o de grupos". Mexicano: esta es tu Constitución, Cámara de Diputados, LI Legislatura, México, 1982, p. 35. Otras concepciones, entienden al derecho a la información como una garantía de la sociedad para tener un permanente -y no sólo eventual- acceso a los medios de comunicación.

[11] Así lo indicaba el presidente López Portillo en su segundo informe de gobierno (1o. de septiembre de 1978), al anunciar que enviaría al Congreso un proyecto de ley sobre el derecho a la información.

[12] En esa consulta, realizada entre febrero y agosto de 1980, pudo concluirse, según el resumen hecho por una investigadora, que "el gobierno debe conformar una política de comunicación explícita y articular a los diferentes organismos estatales en una estructura nacional que establezca normas para asegurar su eficacia. Es necesario reglamentar el derecho a la información y establecer un mecanismo regulador de las actividades del comunicador" Beatriz Solís L y Francisco Avilés, en La comunicación social en México: Reforma Política a la Información. UAM-Xochimilco, mimeo.

[13] El autor de esta reforma política, Jesús Reyes Heroles era, a la sazón, Secretario de Gobernación y entendía que debía ser complementada con cambios en los medios de comunicación. Sin embargo, tuvo que renunciar a ese cargo en mayo de 1979.

[14] José Luis Gutiérrez Espíndola, Políticas de comunicación del gobierno de Miguel de la Madrid UAM-Xochimilco, 1986, mimeo.

[15] Alan Riding. Vecinos distantes: un retrato de los mexicanos, Ed. Joaquín Mortiz, México, 1985, pp. 364-75.

[16] Fernando Mejía, en La televisión en México (UAM-Xochimilco, 1986, mimeo), encuentra algunas contradicciones entre la información que proporciona la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la de la empresa privada. De la misma manera, Leticia Argüelles Romo, al hacer una lista de las estaciones de Televisa para Televisa, el Quinto Poder, E.d. Claves Latinoamericanas, México, 1985, encontró que la información disponible es poca y a menudo confusa.

[17] Datos del señor Humberto Barbosa, representante de Televisa, reproducidos en Televisa, el Quinto Poder, cit., pp. 129 y ss.

[18] Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Diagnóstico e inventario de la televisión mexicana, 1981, mimeo. Azcárraga, renunció en agosto de 1986 a la presidencia de Televisa para, según se dijo, atender a la expansión del consorcio en el extranjero.

[19] Según esa versión, el presidente de Televisa, Emilio Azcárraga, se asociaría con exbanqueros como el señor Manuel Espinosa Iglesias, antiguo dueño de Bancomer, para adquirir la aerolínea (La Jornada, 13 de mayo de 1986). Otras versiones sugieren que Mexicana de Aviación podría ser vendida a empresarios privados, pero no necesariamente a Televisa. El periodista Manuel Buendía, dos días antes de ser asesinado, dio a conocer el proyecto para crear ese grupo empresarial (Excélsior, 28 de mayo de 1984).

[20] Cable de la agencia AFP en la Jornada 9 de enero de 1986.

[21] "Redes televisivas. Una batalla legal", por Richard W. Stevenson, de The New York Times, reproducido en Excélsior, 6 de noviembre de 1985.

[22] Cable de la agencia AP en Excélsior, 14 de mayo de 1986.

[23] Una versión de The New York Times, que Gavin nunca desmintió indicaba, en abril "que Gavin estaría negociando un contrato de trabajo con la SIN". Proceso, 28 de abril de 1986.

[24] El presidente del Comité Organizador del Mundial fue el señor Guillermo Cañedo, estrechamente vinculado con Televisa.

[25] Para producir y vender las imágenes del Campeonato Mundial, en 1985 se creó la empresa Teleméxico, cuyas acciones pertenecen en un 25% a la televisión del Estado -Imevisión-. El resto, es de Televisa.

[26] Entre otros asuntos, destacan las entrevistas realizadas con el señor Edén Pastora, dirigente de uno de los grupos "contra" de antisandinistas, y con el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, esta última en marzo de 1986, en uno de los momentos más tensos de las relaciones entre Estados Unidos y México.

[27] Intervención del diputado Santiago Oñate Laborde, el 7 de mayo de 1986, en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. El discurso fue pronunciado a raíz de las protestas contra el animador Raúl Velasco, quien se negó a presentar en su programa a una representante de Nicaragua -que había ganado un concurso de belleza en su país- alegando que "ofendería" al auditorio que ve su programa en el sur de Estados Unidos si apareciera en él una enviada del país de los sandinistas (más tarde, fue posible saber que, incluso, las ideas políticas de esa muchacha son contrarias a las del gobierno nicaragüense).

[28] Alan Riding, cit., p. 105.

[29] Fátima Fernández Christlieb ha considerado que "En México, el temor de que un Secretario de Estado pueda utilizar los medios para promover su propia precandidatura en los últimos años del sexenio, ha llevado a los depositarios del Poder Ejecutivo a dividir la responsabilidad de la comunicación social". "Crisis cultural y lucha ideológica en televisión", en México ante la crisis (Pablo González Casanova y Héctor Aguilar Camín, coordinadores), Siglo XXI, México, 1985, Tomo II, pp. 173 y 174.

[30] En diciembre de 1985 y abril de 1986 se han realizado, en Michoacán y Tabasco, respectivamente, dos encuentros de televisoras regionales. A partir de ellos, una docena de sistemas locales de televisión, en funcionamiento o próximos a entrar al aire, se han propuesto crear una Asociación Nacional para intercambiar experiencias y apoyo en materia de producción.

[31] Miguel Angel Granados Chapa en Comunicación y política, cit., p. 114.

Comentarios

Entradas populares