POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

 

Dra. Zaida Alicia Lladó  Castillo

DOÑA ELOINA VARGAS MERINO

Hay figuras que se quiera o no aceptar, son consideradas “líderes” en el lenguaje popular, aunque en su connotación real, la palabra LÍDER (con mayúsculas) signifique otra cosa.

Sin embargo, el destacar en el ámbito de un oficio, actividad,  profesión o misión, etc., es una antesala al liderazgo real, por eso quienes están en ese nivel debieran preocuparse por buscar su profesionalización para ser considerados en su momento líderes con mayúsculas. Sin embargo, hoy quiero hablar de una persona que significó mucho para sus seguidores en su presencia por la vida y bien vale la pena analizar su personalidad, práctica y resultados de su función, pretendiendo valorarla con respeto y lo más objetivamente posible, particularmente porque la propia sociedad está ávida de verdaderos liderazgos sociales, morales o políticos y además con la pretensión  de dejar claro quiénes son buenos, quiénes cumplen a medias y quiénes no son líderes nunca , aunque ostenten un cargo de dirigente. En esta ocasión me referiré a Doña Eloína Vargas Merino.

Conocí a Doña Eloina Vargas Merino y a su esposo el Contador Faustino Cerdán, a inicios del año de 1973 en la ciudad de Xalapa. Yo era una estudiante del 5º semestre de la carrera de Psicología-Xalapa de la UV, que por azares y fortuna del destino llegaba a la Universidad Veracruzana en la oportunidad que me diera el Dr. Rafael Velazco Fernández Rector de la misma, para ocupar el cargo de Subjefe del Departamento de Personal; espacio muy importante en la estructura de la Unidad Central de la UV, acompañando en esta experiencia a la Lic. Rosario Huerta Lara quien ocupaba la titularidad de ese recién nacido Departamento.

Para mediados del mismo año, ya en el Rectorado del Mtro. Roberto Bravo Garzón, se empiezan a resentir los primeros efectos de la constitución de un sindicato de empleados de la Universidad Veracruzana que desde 1972 se venía fraguando y que se formaliza en 1973 alentado desde el plano nacional, por la formación del entonces STEUNAM (Sindicato de trabajadores y empleados de la Universidad Nacional Autónoma de México) estallando la primera huelga nacional de empleados universitarios (1972-1973), que encabezaban en el plano nacional sus principales dirigentes: Nicolás Olivos Cuellar( que ya poseía experiencia en el sindicalismo universitario con el ATAUNAM)  y Evaristo Pérez Arreola ( quien le toca formar el STEUNAM en 1972 , que a la postre se llamaría STUNAM, de 1977 en adelante). En Veracruz, esta agrupación llevaría el nombre de SETSUV (Sindicato de empleados y trabajadores de la Universidad Veracruzana) y su primer dirigente sería el C. P. Faustino Cerdán, esposo de Eloina Vargas.

El Rector Bravo Garzón, Rosario Huerta como jefa y su servidora como subjefe de personal respectivamente, así como la Dirección Administrativa de la UV con su titular el Mtro. Jorge Ramírez Juárez, con Rafael Moreno luce en el área de Finanzas, Clementina Guerrero en presupuestos, el Depto. Jurídico con Rosalba Fuentes y Rolando Rivera y demás equipo, tuvimos que aprender rápidamente a lidiar con don Faustino y Doña Eloina Vargas de Cerdán, que se estrenaban como guías de este naciente sindicalismo universitario en Veracruz. La personalidad de Doña Eloina, ya sobresalía sobre la de Don Faustino (hombre prudente y de pocas palabras) pues el fuerte carácter de su esposa la distinguiría en todas sus actividades gremiales, lo que fácilmente le permitió ocupar el turno en la Secretaria General a la salida del Contador Cerdán, mismo que ocuparía por tres décadas.

Antes de incursionar en el sindicalismo Eloina era trabajadora (o analista como así les llamaban entonces) del Departamento de Contabilidad de la UV, es decir tenía un puesto de confianza, y solicitó permiso a éste para unirse a la causa de los empleados de la máxima Casa de Estudios de Veracruz; desde entonces y hasta su muerte, no regresó jamás a laborar ni a éste ni a ningún otro cargo, pues se le respetaba su sueldo y categoría. Sin embargo, su fuerte y obstinada  personalidad, dio pie a críticas positivas y negativas.

Entre las positivas para su gremio, yo le adjudicaría que gracias a los esposos Cerdán-Vargas, el personal llamado de “base” de la UV pudo obtener su propia definición; es decir, se estableció la clasificación del personal universitario en: a) administrativo, técnico y manual, b) confianza y c) docente. Personal de “base”, se le consideraba al empleado que ocupaba un cargo en las áreas administrativas, técnicas y manuales de la Universidad Veracruzana.

Cuando la UV requirió a fines de 1973 con urgencia la definición y clasificación de estos puestos, se encargó al departamento de Personal la construcción del primer Catálogo de puestos del personal administrativo, técnico y manual. Dicho estudio se le asignó particularmente a su servidora como responsable y junto con un equipo muy profesional constituido por un grupo de egresados de la carrera de administración que regresaban después de hacer su maestría en el Tec. De Monterrey, entre ellos Armando Méndez de la Luz, Carlos Rodríguez Arcos, Juan Reyo, Álvaro Pérez Salinas; así como, la maestra Yolanda Rodríguez y las pasantes Tere García, Aurea Martínez (alias Witta) entre otras, etc., nos abocamos en todo el Estado a levantar la información. Está mal que yo lo diga, pero el trabajo fue de primer nivel. Por primera vez se obtenía un parámetro justo de la labor de un empleado (administrativo, técnico o manual) con tiempos y movimientos (mismos que mantenían a un empleado activo durante sus 8 horas de trabajo) y además evaluado por el llamado método de “puntos” que permitía la definición de los puestos de acuerdo a una jerarquización por categorías y por grado de dificultad de la función, permitiendo además la unificación de los nombres de los puestos y la distribución más justa  de los sueldos o salarios.

Sin embargo, en 1974, en el segundo emplazamiento a huelga el SETSUV exigió los resultados de los análisis de puestos, trabajo que ya estaba casi concluido y que había que defender pues definía con todo el rigor técnico, la labor óptima de un empleado en toda su jornada. Pero, las conversaciones con la UV se empantanaron, pues el SETSUV no aceptó los tiempos óptimos de trabajo, por el contrario pugnó por la reducción de los mismos y limitó a discreción el tamaño de las áreas de trabajo. El Rector Roberto Bravo y los que representábamos la parte de la UV resistimos, pero la  fuerte presión que ejerció el SETSUV y los dirigentes del STUNAM que siempre estaban presentes en las negociaciones, hizo que se privilegiaran las decisiones políticas y no las técnicas y con la mayor ligereza se valoró la situación desde las oficinas de Palacio de Gobierno y surgió de ahí la instrucción de que se les concediera… ¡todo!, por el temor de lograr una nueva huelga.

Otro de los aspectos que consiguió el Sindicato en siguientes negociaciones fue la exclusividad de la contratación de este tipo de personal. Es decir, el reclutamiento y promoción del personal de “base” sólo podía ser por parte del SETSUV, dejando a la institución al margen. Y así lo aceptaron y a la Universidad no le quedó otra más que asumirlo. A partir de ese momento, los profesiogramas de puestos y el famoso escalafón correspondiente, se convirtió en la mejor arma de los esposos Cerdán-Vargas para exigir cientos de plazas en los siguientes años, con el pretexto de que si se contrataba personal con funciones que correspondían a los profesiogramas, argumentaban violación al contrato colectivo de trabajo, por lo que debía ajustarse siempre a los criterios de contratación que eran exclusivos del SETSUV ; o si se rebasaban los tiempo o espacios descritos en el profesiograma, era suficiente para que exigieran la creación de una nueva plaza.

El peor error, fue no haber parado esto. Cada año era lo mismo y el catálogo de puestos se quedó para la posteridad, pues es la fecha después de casi 40 años, que la universidad veracruzana, viviendo ahora una realidad totalmente diferente a la de los años 70, es inconcebible que se siga rigiendo por los mismos profesiogramas.

Con el paso del tiempo, la actuación del SETSUV derivó en vicios y excesos del personal de “base” y las consecuencias las empezaron a pagar los alumnos, maestros y las propias instalaciones universitarias: escuelas sucias, personal que la mayor parte del tiempo se le veía en los pasillos sin hacer nada porque se limitaban a los metros que tenían asignados para todo el día, protección a empleados flojos y con serios problemas, robos en las instalaciones, etc. Con sus muy respetables excepciones, el personal del SETSUV se convirtió para entonces, ya no parte de la solución a los problemas universitarios,  sino como una carga más que había que tolerar.

En la década de la descentralización  (1975-1985), el SETSUV fue de los más favorecidos pues de la noche a la mañana se multiplicaron las plazas del personal de “base” en todo el Estado y su fuerza aumentó y por ende los problemas para la Universidad cada año cuando se realizaba la revisión del contrato. A cada Rector en turno, le hacían ver su suerte.

Las tácticas clásicas eran: la presión, la toma de instalaciones, el ganar la calle,  las huelgas inexistentes que le eran concedidas para evitar problemas, etc., pero la mejor táctica y habilidad  de Doña Eloina, era aprovechar la debilidad de los gobiernos en turno, para conseguir las cosas. Todo, se le permitió al SETSUV y finalmente sólo llegó convencer a los de su gremio, pues en el contexto general eran cada vez más los que rechazaban sus prácticas ventajosas y poco responsables con la institución.

Por eso decía en un principio, que algunas figuras que destacan se quedan como líderes potenciales, porque les falta finalmente el compromiso institucional y siento que el caso de Doña Eloina es uno de ellos. Si alguna observación se le hubiera podido hacer a Eloina (a quién siempre respeté como persona) fue que le faltó ser más consciente del compromiso con la UV. Si lo hubiera hecho, eso le hubiera dado un lugar especial y relevante dentro de la misma. Sí, le faltó ser más solidaria con la Universidad porque, su exigencias no permitían que la UV avanzara y nunca se dio cuenta que ella era parte importante del todo, y que si la universidad crecía, crecían igualmente los empleados universitarios de Veracruz. Si Eloina, lo hubiera pensando y hubiera actuado en ese tenor, en este momento no sólo le rendiría un homenaje el SETSUV, sino toda la comunidad universitaria en su conjunto.

Pero la vida es el “ser y sus circunstancias”, y a ella le tocó desde su posición jugar el papel que le correspondía y que le exigían desde el sindicato nacional universitario, pero no se puede negar su calidad de dirigente y el que su labor fuera muy importante en la transición universitaria y desde ahí, se haya ganado el respeto y el cariño de los “Setsuvianos”. Pocos líderes lo logran, pocas mujeres también.

Doña Eloina, con sus claros y obscuros, sobresalió como guía de su sindicato, y si algo le puedo reconocer es que siempre se mantuvo firme a los ideales del sindicalismo , el radical universitario, el de izquierda, el demandante , el contestatario, el que no ve más que su lucha. Le admiré su congruencia en ese aspecto pues nunca la vi pidiendo un cargo de elección popular, ni anduvo mendingando un cargo en la estructura gubernamental, ni nunca se le vio encabezando algún movimiento en algún partido político (aunque su afinidad con el STUNAM hizo que su gente se identificara más con el PRD) y sobre todo, no vi que se enriqueciera a costa de ello, como muchos líderes que lo hacen de manera descarada. Igualmente, si algo también recordaré de ella fue que adoptó su propio estilo de lucha y nunca lo cambió, ni negoció por nada que no fuera relacionado con el SETSUV, organización que fue su misión y su vida, hasta que Dios le cerró los ojos.

¿Surgirá una nueva Eloina?, quien sabe. Ella ya descansa en paz y pedimos a Dios por ella, pero siempre se le recordará como la mujer que hizo sudar a Rectores y Gobernadores, que supo adquirir su propia figura y seguridad y ganarse la confianza del sindicato nacional que siempre la acompañó y la fortaleció en sus actividades; sinceramente, no creo que surja otra por mucho tiempo.

La última vez que la vi fue hace tres o cuatro meses, un domingo en la misa de 7 pm., en catedral de la capital, la saludé, me miró con ganas de reconocerme y no lo hizo. Cuando ya le había dado la espalda, me gritó… ¡hasta luego Licenciada Zaida! …Y le contesté el saludo con gusto. La vi muy delgada, pero como siempre nerviosa y agitada.

Doña Eloina Vargas Merino, será inolvidable para muchos, cumplió como las buenas con su gente, para su grupo, para su causa y a ésta se aferró hasta su muerte. Por eso, desde estas líneas mi más sentido pésame a Carlos, Gerardo y Antonio Cerdán Vargas, a sus familiares y a los trabajadores del SETSUV, porque sin duda, a partir de hoy empieza una nueva historia para ellos. Gracias y hasta la próxima.

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