POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

Dra. Zaida Alicia Lladó  Castillo

El Parque Merino y la Cancha  Bermúdez. Por la senda del recuerdo

Fue para mí una gran satisfacción que el pasado día 20, me contaran entre los presentadores del libro: “EL PARQUE MERINO Y LA CANCHA  BERMUDEZ: POR LA SENDA DEL RECUERDO” del Ing. José Luis Rodríguez Badillo y que representa una seria y excelente investigación de datos e imágenes de la historia de Poza Rica  en torno a la planeación, construcción, operación y destrucción de estas tres grandes obras de los años 50 y 60 del siglo pasado, habiendo compartido la mesa con personas que yo admiro y respeto mucho, como el Lic. Leonardo Zaleta Juárez, Lic. Remigio Del Ángel y el propio autor, lo que consideré un honor que mucho agradezco.

De verdad, el leer este libro que recomiendo ampliamente como lectura obligada para quienes son nacidos en la zona norte del estado y de quienes gusten de conocer algo más de las ciudades y pueblos, me dejó una agradable emoción pues me hizo regresar mi afectos hacia una de las ciudades más prósperas y hospitalarias del Estado y que en mi vida ha significado muchísimo: Poza Rica.

A través de mi padre yo conocí el Poza Rica de esa época. Mi padre llegó ahí a laborar como Jefe de Hacienda (antes llamada Oficina de recaudación de rentas), en los años de 1945 a 1948. Y fue testigo de esa época, por su cercana relación con los funcionarios de PEMEX entre ellos el Ing. Jaime J. Merino, así como los funcionarios municipales que trataban en esa oficina todo asunto de regulación y registro de las fincas rusticas y urbanas.  Por eso, muchos de estos hechos yo los conocí por sus relatos.

Poza Rica, como Cerro Azul, Panuco, Tuxpan o Papantla, son pueblos que vivieron la misma historia antes y después de la expropiación petrolera. Fueron seducidos por aquellos hombres que vinieron principalmente de los Estados Unidos junto con las Compañías Petrolera y con ellos llegaron muchas costumbres y comportamientos. Ésto le permitió a los lugareños ser testigos de una época en la que se vivió un  biculturalismo: la cultura norte-americanizada que dejó su sello en las actividades obrero-laborales y comerciales y que permitió aprender a los lugareños otras formas de trabajo, de recreación y diversión. Y por otra parte los extranjeros que supieron disfrutar del folklore huasteco y Totonaco y las costumbres autóctonas regionales; porque igual se apreciaba la flauta, el tamborcito o el violín y la jarana como las melodías de las grandes Bandas que tocaban el estilo Foxtrot donde predominaba el saxofón, el clarinete, las trompetas y el banjo y que copiaron rápidamente las orquestas locales como la: Casino PEMEX, Club Tampico, la México,  etc., amenizando brillantemente los bailes de las galeras y de los finos eventos sociales de la época. Así mismo,  los estilos de comida que permitieron que se compartieran por igual las ricuras donde predominaba el maíz y las nuevas recetas preparadas con harina como los bollos, bocadillos y pasteles de carne. Por eso Poza Rica adopta esa visión de las convivencias en Clubs sociales y deportivos que hasta la fecha le identifican y que se inician desde los años 40.

Pero adentrándome al  libro, digo que me deja gratamente sorprendida la calidad de ésta investigación importantísima pues dibuja a Poza Rica en el auge de las décadas 50 (posterior a su constitución como municipio libre en 1951) y 60, cuando obtiene renombre en el plano nacional por los resultados que en producción ofrecía la industria Petrolera, (recordemos que en 1951 la producción era de 22 millones de barriles de aceite crudo y se eleva a 51.5 millones al año en esa década). Poza Rica, abastecía el 70 % de la producción nacional ganándose con justicia el nombre de la “Capital Petrolera de México”, siendo posible sus avances por los esfuerzos compartidos entre ciudadanos, autoridades municipales, pero principalmente Gerencia, funcionarios y trabajadores de PEMEX, que si bien lograban beneficios para la Industria, también le devolvían con creces a la tierra generosa de donde se extraía el crudo, construyendo obras de carácter monumental y de infraestructura urbana como puentes de acceso, avenidas, iluminación y servicios municipales, servicios educativos y centros sindicales y laborales dignos, extendiéndose los beneficios a los  pueblos cercanos como Tuxpan, Coatzintla y Papantla.

Como en toda historia existe siempre un personaje que la hace fascinante y que el libro se convierte en un tributo a su persona,  en este caso es la figura del Ing. Jaime J. Merino como Superintendente de PEMEX que emerge como principal benefactor y promotor de éstas y otras grandes obras a favor de la ciudad, en ese lapso. Es en el tiempo de Merinos, cuando se construye para esta ciudad la obra material y de infraestructura urbana y social más grande jamás alcanzada, contándose por cientos, de 1948 a 1968. Entre las principales están: las Oficinas administrativas, laboratorio, talleres de exploración y explotación petrolera hoy oficinas del Activo Integral Poza Rica-Altamira y Nuevos Proyectos. Nacen las Escuelas: Salvador Díaz Mirón, Motolinia y Tepeyac y la Escuela Artículo 123 “María Enriqueta”, entre muchos otros colegios y academias de artes y oficios. Nace la avenida central norte, la rúa natural que desde 1908 fuera el trayecto de la maquinita que corría de Cobos a Furberos, hoy convertida en el famoso boulevard Ruiz Cortines con sus 4 kilómetros de distancia , planeado y concluido para unir el Kilometro 52 (la antigua Poza de Cuero) y el Campo de PEMEX y que se convirtió en lo que es ahora, un hermoso paseo arbolado propio para deportistas y paseantes y ampliado hasta la salida a Cazones; así como otras como el edificio de la Cruz Roja, el Palacio Municipal con el extraordinario mural de Pablo O¨Higgins de 235 mts2.  y que fue construido por el Ayuntamiento y PEMEX, así mismo el Parque “Juárez”, la Pérgola y la Biblioteca Municipal, el Hospital General de PEMEX, entre un sinfín de obras de infraestructura urbana, de salud, educativa y deportiva.

Por otra parte también  a la ciudad se le dotó de la infraestructura urbana y de comunicación necesaria, con asfaltados y construcción de avenidas y colonias muy bien planificadas extendiéndose desde el centro hasta la zona de Poza de Cuero. Igual se construyen los puentes Cazones y Puente de Oro que facilitaron la salida a la ciudad de México y al Puerto de Tuxpan. La Escuela de Enfermería que nació como asociación civil y que es apoyada en su formación en 1957 y al siguiente año incorporada a la Universidad Veracruzana. Y para los trabajadores de la industria petrolera obras como: el Cine Teatro Social, la Sociedad Cooperativa, el Recinto Sindical, el Casino Petrolero y un sinnúmero de campos deportivos para beisbol y futbol.

La formación del Ingeniero Jaime J. Merino, educado en los Estados Unidos, favoreció la gran visión para hacer de Poza Rica una ciudad cosmopolita, hospitalaria y generosa. Beneficios que también se extendieron a otras regiones. En 1949, Merinos como responsable de la Industria petrolera regional, apoyó la creación del puerto de Tampamachoco, la construcción en Tuxpan de la Escuela “Minerva”, la Escuela Miguel Lerdo de Tejada y la Escuela Enrique C. Rebsamen en 1954  y trazó partiendo cerros,  la avenida más importante de Tuxpan, el paseo rivereño ahora llamado Jesús Reyes Heroles. Igualmente, los caminos a Coatzintla y los que iban hacia los pozos San Andrés y Remolino de Papantla.

Pero sin duda las obras majestuosas fueron, los siempre recordados: Parque Deportivo “Merino”, La Cancha Bermúdez y la Alberca Olímpica. El Parque Merino se empieza a construir en 1943 y se concluye el siguiente año. Y ese logro se saboreó no sólo por lo que le ofrecía a Poza Rica en su momento como un campo de primer nivel perfectamente proyectado para practicar el beisbol, sino porque fue producto del sudor de los trabajadores de petróleos mexicanos, que en sus talleres cortaron y soldaron los tubos y trabes, armaron las tablas para las gradas y confeccionaron los detalles del pasto y construcción de los vestidores y baños,  para que esta obra fuera digna de los ciudadanos de Poza Rica y la región. Este Parque fue el gran escenario para los eventos no sólo deportivos, que fueron grandes con los  espectáculos de “Los Petroleros” de Poza Rica, campeón de las ligas del Golfo, Petrolera, Invernal Veracruzana e invernal de México y campeón de la Liga Mexicana en 1958, sino también los torneos de segunda división con el equipo “Poza Rica F.C. Profesional, que contaba con jugadores de la Selección Nacional Mexicana. Además de eventos cívicos, asambleas sindicales y políticas y extraordinarios espectáculos que hicieron lucir este espacio.

Pero cuando el autor habla de la Cancha Antonio J. Bermúdez, nos entristece, porque identifica todo un proceso de nacimiento, operación lleno de gloria y la destrucción de la misma; es abrir la puerta al pasado de una época gloriosa pero es también abrir una herida. Muchas personas participaron como promotores, entrenadores, jugadores, técnicos y organizadores de magnos eventos deportivos como el de la “Ola Verde” famosa nacional e internacionalmente, los eventos culturales, recreativos, sociales, como la “Caravana Corona”, que se disfrutó en esa época y que permitió a los habitantes conocer artistas mexicanos y extranjeros que actuaron en ese espacio. Y junto a ella, se construyó la Alberca Olímpica que fue proyectada con todas las especificaciones reglamentarias para competencias de alto nivel, con normas de acuerdo a la Federación Internacional de Natación.

Pero más que la obra material,  lo que ésto trajo consigo en la niñez y juventud de ese tiempo en Poza Rica fue invaluable. Este ímpetu deportivo permeó desde las ligas infantiles hasta  las amateur, dejando escuela y siendo semillero de futuros deportistas, hombres que hoy componen las ligas deportivas de veteranos y el libro  menciona nombres de muchos amigos conocidos, que  fueron testigos de esa hermosa época.

Pero lo más duro es cuando se lee el final, porque deja muchas interrogantes. ¿Qué motivo la decisión de destruir todo este emporio de obras ciudadanas a finales de la década de los años 60? ¿Quizás el miedo de que la fuerza de Merino rebasara la fuerza del Estado? O quizás, ¿el pensar que se retornaría a las épocas de los cacicazgos empresariales o políticos? O simplemente ¿proyectar la actitud acomplejada de muchos que no brillaban por sí mismos y les estorban aquellos que si lo hacen con luz propia?

Cualquiera que hubieran sido las razones, jamás justificará el hecho de que para acabar políticamente a alguien tengas que sacrificar y destruir lo único que tiene y ama el individuo: el disfrute de lo que ha construido y su  identidad hacia su ciudad.

Por ello el Parque Merino, la Cancha Bermúdez y la Alberta Olímpica,  fueron y seguirán siendo en el recuerdo emblemas de identidad para los habitantes de esta ciudad petrolera y de la región, pues simbolizaron el esfuerzo de los trabajadores de PEMEX unidos a un líder gerencial que los enseñó a tener altura de miras en los proyectos presentes y futuros. Liderazgos que se extrañan y que posiblemente no regresen. Por eso es bueno leer el libro y disfrutarlo para nunca olvidar la historia. Porque después de ese hecho, los pozarricenses entraron en duelo, mismo que al cabo de los años han ido recuperando su ánimo y dando paso a ese sentimiento de logro y de empeño por volver a construir y recuperar el tiempo perdido y eso se observa en la firmeza de carácter y sensibilidad de sus ciudadanos y nuevas autoridades tanto municipales, como de PEMEX y del STPRM, para hacer las cosas bien en el Poza Rica de hoy, pues son ahora los hijos y nietos de esas generaciones que recibieron los beneficios de esa extraordinaria y bella época, los que cifran sus expectativas de vivir en una gran ciudad como lo es ahora Poza Rica.

Por eso felicito al Ing. Rodríguez Badillo por ese esfuerzo, de verdad es un bello libro, digno de ser apreciado por todos los veracruzanos, porque deja una gran lección.

Sólo agrego a estas líneas un pensamiento de Italo Calvino de su libro Las ciudades invisibles, que quizás en este párrafo identifique algo de lo aquí expuesto: “Ocurre con la ciudades como con los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado es un acertijo que esconde un deseo o bien su inversa, un miedo. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo del discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas y toda cosa esconda a otra”.

Gracias y hasta la próxima.

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