CADA QUIEN VIVE SU DUELO COMO SU AMOR LO INDIQUE


Por NINA SALGUERO

A la muerte de mi hijo Luis, mi vida se tornó en la antesala del mismo infierno, entraba a su correo personal y me enviaba correos con su nombre, el tiempo y el dolor jugaron conmigo, muchas madres, perdieron a sus hijos al igual que yo, muchas murieron soñando, otras se secaron las arrugas van marcando el rostro como diciendo, es el surco por el cual vas a derramar tus lágrimas.

Si... bailaba, cantaba, iba a fiestas, pero el dolor no se apaciguaba, las noches eran tremendamente largas y dolorosas, a quien engañaba?, en verdad fui una ilusa, me he pasado sola con su ausencia. De repente como cuando era niña, le pido a Cristo consuelo y sueño con EL, es una dimensión desconocida, me abraza y me consuela no me habla, pero me observa con una mirada tan llena de amor, que me da fortalezas.



¡¡Déjame soñar contigo!! le pido;  y vuelvo a soñar con Cristo. En una ocasión platicando mi sueño me dijo una mujer ¿ Y porqué yo no lo sueño? ¡¡Que raro que tú lo sueñes!! ese tipo de personas, las voy sacando de mi ruta, mi hoja de vida será presentada a Dios cuando le rinda cuentas, sin gente nefasta, soberbia y envidiosa.

No sueñan con El, porque no lo aman, porque amar a Cristo, es caminar sobre espinas, esas espinas que hieren y laceran el alma...y amarlo más y entregarse a su voluntad, a su plan espiritual.

Por eso prefiero caminar sola, sin escuchar a gente estúpida.

No importa cuantos hijos sean en una familia, falta la pieza para armar el corazón, que forma parte de ese rompecabezas que hace a una madre disfrutar de su don.

No sabemos cómo manejar el dolor...yo, no lo supe manejar y hasta la fecha cada Día de las Madres es un suplicio, porque nadie entiende el dolor de la pérdida, hasta que lo siente.

Habrá quienes se reintegren a su vida normal en apariencia, yo, no...si bien es cierto que no hay definición para tal pérdida, somos viudas de nuestros hijos.

tomado de El MUndo Es.   Huérfilos   Padres que hemos perdido un hijo.

Sergio del Molino: "Necesitamos ser llamados"

"Una viuda necesita protección. Un huérfano también. Por eso necesitamos ser llamados, para que se establezca una categoría que pueda ser atendida", señala el escritor Sergio del Molino, autor de La hora violeta, un libro hermoso y salvaje donde da cuenta de la muerte de su hijo Pablo. "Los padres que perdemos a los hijos sólo tenemos nuestro dolor. No necesitamos la protección jurídica, pero sí el cariño y comprensión de todos. Tiene que ver con la necesidad de hacerle entender al mundo en qué dimensión estamos, en qué limbo, de qué forma nos sentimos extraños", añade. "Hay una palabra en hebreo que sí que nombra a los padres y madres que pierden a sus hijos. Que yo sepa, es el único idioma que tiene una palabra para nosotros. Y la tiene por una cuestión jurídica: la comunidad tiene así unas obligaciones con los padres que pierden a sus hijos", explica Del Molino. "Es una campaña bonita y necesaria. Cualquier tipo de campaña que sirva no tanto para poner el foco en el dolor de los padres, sino en la muerte de los niños, en cómo mueren los pocos niños que mueren... bienvenida sea. Y que se involucre la Real Academia, el Papa y el sursum corda".

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