El CORDERO… PODER TEOCROMÁTICO Y RACISMO
El CORDERO… PODER TEOCROMÁTICO Y RACISMO
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Por Víctor M. Estupiñán Munguía*
Me queda claro del por qué nunca he visto corderos negros en capillas, iglesias y catedrales ¿Usted ha visto uno? ¿Qué pasaría si cambiamos los corderos blancos por negros? ¿Sería tomado como un sacrilegio? ¿Cuál sería la reacción de los “fieles”? ¿Lo permitirían?
Pesa mucho el dicho: “Eres la oveja negra de la familia”. Con esta carga tan común ¿Procedería a colocar una en las iglesias? Tampoco he visto palomas negras. La lógica es similar. El color negro no está invitado a ser personaje principal. Mucho menos sagrado.
Por ejemplo, cuando llega un pastor o sacerdote a una iglesia por motivos de cambio y es negro, la asistencia de blancos baja considerablemente.
Por ello se procura que los pastores o sacerdotes negros oficien en iglesias donde la mayor parte sean de habitantes negros en dicha comunidad.
También existen experimentos gravados en videos donde a unos niños blancos se les dice que se perdió un dinero u un objeto y, se les presenta dos muñecos uno blanco y otro negro y a continuación se les pregunta que si quien hubiera podido haberlo tomado o robado.
En todos los casos se señalan que el niño negro aparece como culpable.
Incluso, también se les ha preguntado a niños negros sobre la posibilidad de la culpabilidad tanto de un muñeco blanco y otro negro señalando que el más probable de ser culpable es el muñeco negro.
Esto comprueba hasta qué punto se encuentra internalizado el subvalor de lo negro y, del color blanco como algo puro y bueno.
Sin lugar a dudas de que en la Biblia existe una política diferencial muy acentuada entre los colores blanco y negro.
Hay un capital ideológico constituido a base de metáforas, hipérbolas y otros recursos literarios, misma que yo denomino “Cultura Teocromática” o “Cultura de los Colores de Dios”(CT o CCD).
Y, de esta cultura se desprende un poder: “El Poder Teocromático”.
Misma que ha servido durante siglos a mantener una concepción ideal sobre lo blanco y una filosofía negativa sobre la negritud. Un fondo que ha venido operando como un gobierno psicocromático.
Mismo poder y gobierno que ha servido a la manera de una “Teocracia Cromática Ideológica Sagrada” (TCIS). Lográndose con ella la hegemonía de la raza blanca sobre la negra.
Una puesta en escena pero desde la perspectiva oculta del trabajo de los colores. Un código oculto entre espiritualidad y el Nuevo Evangelio.
A estas alturas de la realidad, los colores operan como verdaderos arquetipos. Son factores de poder transustancializados. Ocultos, violencia cromática y además de fuente divina.
La autoridad, la bondad como cultura dictada por una divinidad posee compromiso cromático. El poder lo tiene y lo ejerce mediante el color blanco.
Las bases ideológicas están echadas para que la realidad se construya sobre estos principios axiológicos contra la negritud y sus sustentadores humanos.
Las consignas (con-signos) cromáticas que contiene la Biblia se han atomizado culturalmente a través de los siglos. Han germinado en todos los quehaceres de la humanidad. Es decir, en la construcción social de la realidad.
El Cordero de Dios en una Biblia del siglo XVIII
La idea que nos da la imagen de un cordero es lo tierno, la infancia, la indefensión, inocencia, indefensión, lo puro y lo blanco.
El cordero opera como otra especie de “Caballo de Troya”.
Son una serie de requisitos o atributos que reúne un símbolo aplicado al hijo de Dios. Es decir, a Jesús alias el Cristo.
El cordero (borrego) y el cisne blancos son importantes en la narrativa religiosa pero no tanto como el ave sagrada también blanca: La paloma.
Ahora bien, la inmolación del cordero, el sacrificio es la base sobre la cual se erige la metáfora aplicada a Jesús Cristo.
De allí su gran importancia y, el retomarse en la Biblia para la construcción de las metáforas de parte de los apóstoles sobre Jesús y, también de este para los demás (“rebaño”).
Estoy seguro que en nuestras vidas no vamos a ver una oveja negra en una iglesia, capilla o catedral.
La oveja-cordero llegó a ser tan importante que en algunas culturas antiguas se podía cambiar la vida de un hombre por la de un cordero.
Sin embargo, Dios en el Antiguo Testamento le pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac para saber su amor por él.
Los hebreos antiguos fueron un pueblo nómada y tenían al cordero como un animal puro (“casher”) y, por lo tanto era un alimento muy apreciado.
En el famoso “nacimiento” o natividad no pueden faltar “los pastorcitos” y sus ovejas acompañando al pesebre. Una puesta en escena donde vemos la importancia de este animal y su actividad en la vida social.
El cordero lo encontramos en canciones medievales de tipo religiosas y, se le asocia con las fiestas de pascua. Comiéndose en dichas fiestas pascuales.
Es el que proporciona el sustento. De allí la metáfora del Cordero Hijo de Dios que también proporciona sustento de fe.
Es por ello que vemos muy seguido pinturas, cuadros, vitrales al cordero llevando una cruz que significa la victoria sobre la propia muerte. Jesús venció a la muerte.
El gran poder e influencia del cordero lo podemos comprobar en la actualidad en los escudos heráldicos de Grasse, Rouen o Lannion, Carcasona, todas ciudades de Francia.
Esta gran importancia sobre los corderos en la historia antigua se encuentra representada en las reminiscencias del lenguaje. Incluso, en la selección de apellidos como “Cordero”.
En la Biblia aparece el cordero como símbolo de humildad, inocencia, pureza, sumisión y ofrenda. En otras palabras, se escogía para el sacrificio como Jesús Cristo, el hijo de Dios. El Cordero de Dios.
Se toma como cordero debido a que fue inmolado.
Tenía que ser sin tacha. Sin mancha, blanco, y sin algún impedimento físico.
En Juan 21:15, encontramos que el Señor le dijo a Pedro: “…Apacienta mis corderos”. Reina Valera 1960
“7Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Isaías 53:7; Reina Valera 1960
Jesús fue proclamado por Juan como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Jn. 1:29, Reina Valera 1960
También se cita varias veces con “Cordero” en Apocalipsis 5:1-14
En Inglaterra durante los siglos XVIII y XIX las ovejas que nacían de color negro se consideraban como del diablo. Su color era una marca que así lo indicaba.
Además, el dueño se enfrentaba a que en el mercado su cotización era casi gratis y, muchas veces ni así se aceptaban por la “marca” diabólica.
Lo más probable es que el dicho tan popular que se utiliza hoy en día de: “Eres una oveja negra”, provenga de esa realidad.
Donde se calificaba la diferencia de color que significaba merma económica. Es decir, un detestable y mal negocio tanto mítico como económico.
Igualmente sucedía con la lana blanca que era la que más cotizaba en el mercado. Las palomas blancas y los corderos para ofrecérselas en sacrificio a Dios eran las idóneas y las más caras.
Ahora bien, el mito de la mala suerte, más el impacto en la economía hacían que las ovejas negras fueran rechazadas y detestables por todos.
Su connotación negativa (“Eres una oveja negra de la familia”), pasó a la lingüística como parte de un proceso sociocultural muy añejo.
Sin embargo, también abundan los apellidos “Cordero”. Vea la guía telefónica del pasado y se sorprenderá.
Como conclusión tenemos que existe una estructura que socializa muy velada y organizadamente un Poder Teocromático Bíblico Ideológico (PTBI); mediante la utilización de símbolos muy arraigados a la historia de las mentalidades ya que se interrelacionan con lo divino.
Es así que la ideología de la supremacía blanca se nutre de dichas alianzas con la narrativa de lo divino.
Esa política diferencial cromática es la que llevamos en el ADN. Es la misma que nos orienta a la violencia contra nuestros hermanos negros y contra toda la cultura de la negritud.
Que no se nos olvide que los metamensajes se encuentran camuflajeados debajo del polvo de la historia y resguardado por el tabú de lo sagrado.
Mientras que la disonancia simbólica siga fertilizando la psique social, el racismo seguirá estando presente.
*Víctor M. Estupiñán Munguía: Artesano de la palabra, escultor de ideas, danzante de emociones, arquitecto de sentimientos, pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, chingólogo y sonorólogo, amigo del “Río Sonora”, polemista dialéctico, ideólogo y promotor del pensamiento crítico, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.- Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora “Por la paz del mundo” victor-79@live.com.mx
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