CULTURA AMATORIA Y NELIBERALISMO
CULTURA AMATORIA Y NEOLIBERALISMO
Por Víctor M. Estupiñán Munguía*
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El amor como todo, es una construcción cultural que siempre está en constante reformulación social. Esta constituye la cultura y patrimonio amatoria de un grupo social. No puede estar estática, su relativo estacionamiento o, en su defecto, la transformación acelerada depende de los cambios en los paradigmas hegemónicos. Ya sea porque se entra en una crisis o ruptura con la superestructura o, el mundo de las ideas (ideología dominante).
Es en esta crisis donde el amor se va adecuando como contra-hegemonía anterior; recogiendo y modelando los nuevos intereses de los poderes fácticos y, permaneciendo los que aún les son útiles.
Hoy, el amor, se encuentra en un paradigma que nos debe de alarmar. Sus más profundos fundamentos se diluyen ante un poderoso mercado mundial que destroza casi cualquier posibilidad de creación sana y humanista. Los rituales y procesos de solidaridad cada vez son más violentados al grado de que casi se extinguen. La solidaridad y el afecto-amor genuino humanista se ha diluido en un contexto de mercado, de subhumanización mundial.
La cultura amatoria emergente nos la encontramos en una serie de naturalezas extrañas para los que todavía no perdemos el sentido del análisis y el coqueteo de la ciencia.
Según investigaciones, un gran número de japoneses no “hacen el amor” y, los que lo hacen, cada vez son más espaciadas o, de plano le están retirando la religiosidad a Cupido. Esto según la tabla de valores que se ha invertido; prefiriendo invertir en aprender y hablar muchos idiomas, tocar muchos instrumentos, poseer diversos títulos de maestría y doctorados y, destacar en todos los negocios posibles. Igualmente conocer países y, relacionarse con individuos de todo el mundo “como aldea global” y, ellos como ciudadanos del mundo.
Su presión es enorme, además se debaten por un lado, entre el subconsciente histórico lleno de tradición y, por otro, la hipermodernidad del neoliberalismo. Independientemente de la presión del constreñimiento geográfico. Si logran sobrevivir a dichas presiones, los acecha el sentimiento de querer conquistar el primer lugar en la economía y, poseer un nivel de vida superior cada vez mayor. Aunque no contemple el “hacer el amor”. El intercambio es vida “civilizada y moderna”, pero en ausencia del amor. Vivimos los tiempos de locura en que nos han internado los amos del mundo.
Su nobleza de pueblo guerrero les exige conquistar el mundo, y en ese sentimiento exacerbado por las condiciones mundiales, es que están torturando y asesinando a Cupido. Su nuevo Cupido se ha transustancializado hipercibernéticamente, su nueva cultura amatoria les exige introducir a su corazón el frío plástico durísimo que cada vez suple mayormente a los metales de los robots.
El amor se está posponiendo o, transustancializando en fetiches paranoicos. La naturalidad e, intensidad con que es promovido por el poder mundial, es la que nos hace irla viendo y asumirla como buenas opciones, hasta que se instala su hegemonía amatoria consumista y aberrante.
El ordenador es hoy día el que intercede en las nuevas relaciones “amorosas”; hasta las celestinas salen sobrando. Seguramente en este 14 de febrero muchos usuarios regalarán fotos de desnudos de sus cuerpos o, sesiones de sexting. Quedaron muy lejos las “cartitas de amor”, pañuelos perfumados o un trozo de cabello de la mujer amada como se hacía antes. No hay tiempo para ese tipo de cultura amatoria. El presente se desvanece supersónicamente, ante las sorpresas más increíbles:
La iglesia una vez más interfiere en el manejo de los placeres y “usos” del cuerpo, proponiendo las relaciones anales. El Obispo de Alcalá, Raig Plá, en la Conferencia Episcopal propuso el método anal para evitar los abortos entre los casados:
“El aborto es una lacra que pone de manifiesto la pérdida de valores de la sociedad. Con esta recomendación, la Iglesia se moderniza y envía un mensaje muy claro a los abortistas: vamos a daros por el culo”
“El cuerpo humano es el Templo del Señor. El ano su puerta trasera. Un buen feligrés siempre prefiere entrar por la puerta principal, pero la cuestión es entrar, aunque sea a base de mantequilla” dijo Plá. Después que levantó una gran polémica, salió a desdecirse.
Sabemos que desde que se fundó la iglesia, la intromisión en el control del cuerpo ha sido una práctica reiterada. Así como también el manejo de los placeres.
El amor neoliberal es renta, espectáculo, ganancia; es depresión en ausencia de una verdadera erotización. La depresión es una verdadera epidemia mundial, indica falta de energía, de acción amatoria humanista. La vacuidad de las relaciones humanas (?), se manifiesta en la depresión. El déficit de producciones de endorfinas, oxitocina, serotonina y demás péptidos, han decaído a nivel mundial. Sustituyéndolas por alcohol, drogas, papitas, comida chatarra, entre más.
La sexualidad en este contexto no libera, no trasciende, no reafirma. Es pornográfica, consumista, mercantil. El capitalismo no conoce otra posibilidad masiva, más que denigrar el cuerpo al tiempo que lo expone a la visualidad porno.
El excedente de la energía humana se excita para que sean “gastadas” en “el espectáculo del cuerpo porno”. La política de la protesta y activismo, es ganada por la política del gasto pornográfico. El derroche de energía sexual mundial, bajo el espectáculo porno, podría alcanzar para transformar la realidad opresiva global. La trampa mercantil y política consiste en que una vez que provoca la masturbación, recicla la necesidad de volver al equilibrio metabólico sexual (reponer los niveles de proteínas y energía) y, para ello, se requiere consumir alimentos. El ciclo es vicioso, ahora que sí a la doble potencia.
El capital humano se encuentra avanzando a pasos agigantados hacia su desintegración o, en su defecto, a emigrar hacia el cerebro reptil, puesto que los Millennials (nacidos después de 1981), prefieren estar en redes sociales que tener sexo. El amor vacío, inducido, falso, es detectado por los millennials, quizá en parte su rechazo.
Hoy, el pene se ha trans-culturizado o, si se prefiere, se ha transustancializado, ha cambiado de plano, puesto que el éxtasis se consigue con los dedos, sobre todo con el índice. Estos dedos prácticamente han enrocado al pene, se han convertido en el vehículo de placer. Es el que penetra codigal-mente, para introducirse en la vagina del ciberespacio. Una vez hecho esto, el éxtasis empieza en las mentes del millennialus y su viaje al mundo.
Con ellos se logra obtener orgasmos cibernéticos, incluso, en espacios públicos y, a cualquier momento.
La construcción de nuevos formatos de amor, tienen que ver con los procesos de adicción a las nuevas tecnologías. De allí el resurgimiento de los “Solosexuales”, los que prefieren el mundo virtual que tener sexo. Para ellos es mejor estar “enchufados” a internet que andar buscando posibilidad de sexar.
También han manifestado en encuestas que prefieren la comida que el sexo. La dependencia a la comida está desplazando al sexo en estas nuevas generaciones. Ante esta conducta, se encuentra amenazada la gran teoría de Freud sobre el sexo y su privilegiado éxtasis, como fuerza primaria en todo el quehacer humano.
La obesidad, la falta de ejercicio o, el sedentarismo en aumento y la depresión, hacen que prefieran comida adictiva como refrescos gaseosos, “nachos”, hot dog, entre más chatarras.
Otros son los “sapiosexuales”, son los que requieren conocer a alguien con inteligencia sobresaliente para despertarse al sexo. Otros son los “demisexuales”, son los que necesitan un lazo emocional muy profundo. En cambio los pansexuales les atraen cualquiera sin importar género u, orientación sexual. Los poliamor, los que se relacionan varias veces con varias personas, entre más.
La zoofilia cada vez se legaliza más en países de todo el mundo. El turismo a centros zoofílicos es una realidad. La muerte de Cupido en manos del neoliberalismo también.
El catálogo de culturas amatorias promovido por el neoliberalismo es casi infinito; en su afán de reconvertir a Cupido en un agente promotor de la acumulación de capital a nivel mundial. No importándole que en dicho objetivo, el ser humano se desvirtúe y desvalorice su genuino capital amoroso.
*Víctor M. Estupiñán Munguía: Yo soy, novio del arte, el casado con la ciencia, y amante de la filosofía; artesano de la palabra, escultor de ideas, danzante de emociones, arquitecto de sentimientos, pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, chingólogo y sonorólogo, amigo del “Río Sonora”, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.- Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora “Por la paz del mundo” victor-79@live.com.mx
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