HUASTECA INDÓMITA 1ra. Parte

Publicada bajo el auspicio del Sindicato de Trabajadores Artistas, Artesanos, Artistas Floricultores, S.y C. Sección 1 Zona Norte. Srio Gral. Mtro. Alfonso Montiel Patiño Por Nina Salguero El viejo desván de la casa verde , esperaba impaciente mi llegada, una pequeña caja de madera anhelaba ser abierta " G.N" eran las iniciales, que yacian semiocultas bajo el polvo, irreverente no dudé en abrir lo que manos artesanas, habían elaborado; ésta era lo suficientemente amplia como para albergar archivos, el amarillento papel decía lo siguiente: 15 de octubre de 19(ilegible) " El escritorio de mi General, era una vieja tabla apolillada que solía colocar sobre sus rodillas, indudablemente que la tabla conocía todos y cada uno de los secretos del legendario revolucionario, los que poco lo habían tratado lo definían como un loco de atar, pero lo soportaban porque en el fondo tenía rasgos de humanidad, mi General era demasiado sensible para ser militar y en esos tiempos la mínima expresión de bondad era malinterpretada, pero poco le importaba que le dijeran " Mariquita". Al saber de la muerte de mi padre, mi General cambió su forma de tratarme, de ser la sombra de su sombra, pasé a ser como un familiar casi un hijo, siempre intenté tratar de hacerme indispensable, pues me imaginaba en él, al héroe de mis historias, me gustaba imitar su voz de mando, más de una vez me reté con la tropa, los cuales murmuraban que no podía alzar el fusil pues se le caía la mano, se burlaban de él, pues decían que la tabla escritorio, era su único amor, su fino trato y su formación, lo diferenciaban del montón, era de actitud bravía en combate, ello lo llevó a asumir el mando. Los tiempos eran duros, los Generales Casteló Pérez y Benito Torruco, junto con mi General Panuncio Martínez, eran " los rebeldes" y catalogados como gente de suma crueldad por la gente del Gral. Peláez; sin embargo este último apodado el "Quema templos" era el que tenía intereses en común con las compañías extranjeras, a quienes facilitaba el trabajo y además odiaba expresamente al gobierno central del Presidente Carranza. Procuraba no molestar a mi General Panuncio, no comportándome como un servil, pero intentaba atenderle, pues él se comportaba conmigo como un padre riguroso, al comprender mi orfandad, sentía su afecto, pues me trataba como su primogénito dándome consejos, muchos y buenos consejos. Me asombró el hecho de que me ordenara buscar hasta el último rincón de la Huasteca al General Inurreta, quise hurgar en sus pupilas, pero éstas yacian clavadas en el horizonte y su ceño denotaba preocupación...¿ Dónde su pensamiento? ¿ Dónde sus pupilas?. Continuará... copyright Nina Salguero

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