POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA
ROBO POR HAMBRE  —VS--ROBO PERVERSO
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
En el país hay aproximadamente 7 mil personas recluidas en las cárceles que purgan
una condena hasta por 10 años por robar una charola de carne, una mantequilla,
pollo, leche o pan, etc., el motivo “no tenían dinero y necesitaban comer”.
Son personas que se les detiene, que son confinados con rapidez
y que han sido condenadas sin tener ninguna posibilidad de defenderse.
Y cuando reflexiono en ello, me surge la pregunta ¿es justo que se le castigue
igual a alguien que roba por hambre, que  aquel que robó cientos
de millones de pesos y saqueo a su antojo --ayudado por sus cómplices-
-, las arcas de una institución, de un Estado o de un país y con ese mismo
dinero compró un “juicio” y logró una pena menor?  
Sí…me refiero al caso de  Javier Duarte, que hoy le dan el privilegio de un
juicio abreviado y  una pena de 9 años, similar o menor al que roba por hambre,
cuando que a él se le imputan justamente delitos de asociación delictuosa
y operaciones con recursos de procedencia ilícita, nunca comparables al valor
de un pan o un queso, sino del valor de lo que sería el presupuesto anual de
un país europeo.
Y no es que justifique el hecho de robar, sino que,  lo que no se justifica es
el hecho de juzgar con la misma vara el robo del que no tiene nada, que el que
robo perverso y ventajoso.
Al robo por hambre se le denomina robo famélico y por lo general lo cometen personas
de muy escasos recursos, que no tienen siquiera para pagar una fianza y por supuesto
carecen de una defensa adecuada, de ahí que los encierren y juzguen para darles
penas hasta de 10 años. Y es que en el código penal no está tipificado éste por lo
que, lo injusto es, que se le equipare con otras tipificaciones más graves.
Como por ejemplo, los delitos que son sancionados en base a la Ley federal
contra la delincuencia organizada, como lo marca el artículo 2 párrafo uno
de dicho precepto, como es el caso de terrorismo, falsificación o alteración
de moneda, u operaciones con recursos de procedencia ilícita, como
se le imputa hoy a Duarte en uno de sus juicios.  
Y ahí es cuando los mexicanos y veracruzanos nos encolerizamos por la indignación.
Los mexicanos estamos hartos de que los jueces usen como pretexto
para liberar  a los ladrones de “cuello blanco”, inconsistencias en los juicios
, arguyendo que se viola el debido proceso y en lugar de reponer los mismos
o reparar inconsistencias, por el contrario, los procesados logran su libertad
en el menor tiempo posible, o se declaran culpables para obtener el beneficio
de las penas mínimas.
Lo mismo, pasó con el caso Gordillo o el de Gómez Urrutia, etc. Tranquilamente
lograron su libertad, sin que se sepa dónde quedó el dinero motivo de su detención,
sin la reparación de daño, es decir,  el agravio a sus representados.
Y con el mayor cinismo hoy están libres, premiados y en algunos casos
hasta con fuero constitucional, ocupando un lugar que no merecen.
Esa es la maravilla del nuevo sistema de justicia penal. Eso,
con todo respeto es una tomada de pelo que sólo ha servido de negocio
para algunos  que intervienen en los juicios, que se venden al mejor postor.
Pero como consuelo, hay algo de la que no se salvan los ladrones corrientes

Como dijera Anne Ancelin Schutsewberger, una de las pioneras
en el estudio de la psicogenealogia: “el inconsciente tiene buena memoria
y marca acontecimientos importantes del ciclo de vida por r
epetición de fechas y edad”. Es decir, existen identificaciones
inconscientes repetitivas que heredan los descendientes
y que obligan a pagar deudas de los antepasados,
lo queramos o no, y a repetir las tareas interrumpidas…porque no están terminadas.
O dicho en leguaje eclesiástico: nadie se salva de la justicia divina.
Gracias y hasta la próxima.

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