LA DISPUTA POR LOS RECURSOS DE LA NACIÓN
La escena veracruzana
18 abril 2018
L a disputa por los recursos de la Nación
Nunca en la historia política reciente del país, un miembro de la élite económica había tenido necesidad de acudir a la palestra pública para defender directamente sus intereses. No había habido necesidad de ello. Hoy, ante el descrédito de la élite política, ha tenido que hablar uno de ellos. En el caso de Carlos Slim, el mexicano más encumbrado en el mundo de los negocios a nivel internacional, su reciente incursión en la polémica desatada por López Obrador acerca del destino del proyecto aeroportuario de la Ciudad de México, no sólo representa un punto de vista sobre esa inversión en curso, es una posición política sobre el viraje económico que propone AMLO y el uso de los recursos públicos, que hasta la fecha sólo han beneficiado a unos pocos intereses económicos.
En efecto, más allá de la poca inversión directa de Slim en la obra, pues la mayoría de su participación está financiada con los recursos de los pensionados de la Afore Inbursa, del que es propietario, lo que se disputa es el uso de los recursos públicos generales. El flujo del dinero público, alrededor de 5 billones de pesos, se ha movido fundamentalmente por 3 canales: i) rescatando empresas de sus fracasos y quiebras; ii) privatizando empresas públicas en condiciones de ganga para sus beneficiarios; iii) sosteniendo la paridad del peso y la inflación. Baste para ejemplificar, en cada caso, el Fobaproa, la privatización bancaria o la energética que está en curso y la gran cantidad de subastas para mantener el nivel de la moneda nacional, por un lado o, por el otro, el alto nivel de las reservas monetarias en poder del Banco de México, para sostener las ganancias del sector financiero.
Desde luego que la inversión pública ha sido un resorte del desarrollo económico del país y ha sido detonante de diversas inversiones privadas. Pero en el modelo anterior al neoliberal, la ganancia de los inversionistas se generaba como concesionarios de obra. En el esquema neoliberal, en la mayoría de los casos, bajo el pretexto de evitar a toda costa la intervención del Estado en la economía, el modelo es que se concesiona todo, obra y servicio, funcionamiento y ganancia. Este modelo se ha llevado al extremo de darle absoluta garantía al sector privado, por ejemplo, rescatando carreteras, cuando el negocio no ha sido redituable para las empresas. En el caso del aeropuerto de la ciudad de México se decidió por inversión mixta y altas ganancias para las inversiones privadas.
Slim dice, que le “daría miedo si se aplican criterios equivocados para las inversiones”. Apoyándose en el perfil de la campaña lanzada por José Antonio Meade, la del miedo que “siente” la gente por la llegada de AMLO a la presidencia, Slim, en los hechos, entra a respaldar el proyecto de Meade y el presidente Peña Nieto, el de la continuidad, que a él lo ha convertido en uno de los hombres más ricos del planeta. No podía ser de otra manera, pues el proyecto de AMLO es diametralmente opuesto. Sin representar un proyecto anticapitalista, ni oponerse a la inversión privada, el modelo de Andrés Manuel es netamente anti-corrupción, por lo que afecta muy fuertemente los intereses de los grandes inversores nacionales, que han hallado acomodo en el modelo neoliberal, que entraña un esquema de funcionamiento basado en la corrupción de manera sustancial. Por ello Slim, Peña, Meade y Salinas, andan preocupados. Y con miedo.
Lamentablemente para ellos, la mayoría de los mexicanos ya no se espantan con el petate del muerto. Las encuestas hablan de que AMLO sigue creciendo (hoy la última de Reforma da cuenta de ello) y que en vez de miedo, hay mucho optimismo en la gente para lograr un cambio verdadero.
Marco A Medina
marco.a.medinaperez@gmail.com
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