AÑO VIEJO, AÑO NUEVO

AÑO VIEJO Y AÑO NUEVO
Uriel Flores Aguayo
El año 2015 se queda atrás, ya transcurrió, es un tiempo irrecuperable; lo que se vivió, como sea, ahí queda, en la memoria y para vergüenza o satisfacción de hacer algo o no; nos guste o no, queramos o no, hay que hacer el balance de esos doce meses transcurridos; por la obviedad hay quienes solo ven de su pasado inmediato lo superficial, eso cuando lo ven, hay quienes no se percatan de nada, por personalidad o por precariedad social. Un año no es borrón y cuenta nueva, no se pierde del todo, aunque puede ser, es un tiempo que se vivió, con sus luces y sombras, subidas y bajadas; nos deja aprendizajes, madurez y riqueza humana; un año puede definir tanto para cada quien, los  que se casan o divorcian, el que asciende en el trabajo, el que subió de grado en la escuela, el que adoptó  un estilo sano de vida, el que dejó la bebida, el que dejó de fumar, el que se involucró en la vida pública, la que tuvo hijos, los jóvenes que salieron de la ciudad, el que tuvo su primer trabajo, el que se quedó desempleado, el que viajó, el que hizo amistades, el que las perdió, en fin, tantos y tantos actos de la vida que se viven como debe ser, como humanos que somos.
Me interesa mucho que en todos hubiera la preocupación por lo colectivo, por la vida pública, por los valores morales y los democráticos; uno sigue empeñado en creer en las personas, en la buena fe y el decoro. Creo que es mejor ir más allá de lo que le pasa a uno o de lo que cada quien hace, asumirse parte de la sociedad, entender que lo que pase a nuestro alrededor nos incumbe, que no debemos aislarnos y confiar en que los problemas se van a  resolver solos; se requiere compromiso y valor para hacer de nuestra vida una experiencia más humana, decorosa y con futuro. Esto no excluye el quererse uno mismo, procurarse, tomarse en cuenta y ver por sus propios intereses; tampoco no riñe con lo colectivo, más bien se complementa, pero debe verse como una realidad integral; apostarle todo a los demás es anularse de alguna manera, mientras que recluirse solo en uno es aislarse y ser una especie de anónimo. Por eso, mas nos vale empezar a informarnos, a opinar y participar en los asuntos colectivos que, por tanto, también son nuestros.
La vida es bella, como el titulo de la película, es una experiencia humana que nos permite respirar, utilizar los sentidos, convivir, aprender, crecer y dejar huella; el solo hecho de nacer ya es un acontecimiento digno de celebrase, después el camino tiene de todo, normalmente, aveces arriba y otras abajo, buscando el equilibrio; aveces termina la existencia  y no se logra, pero en el intento se desbordaron manifestaciones humanas, en general, que por si solas valieron la pena. Los hijos y los nietos nos plantean desafíos, nos retan a la paciencia y a la entrega; en estos tiempos es más difícil mantener la comunicación con ellos, que sea suficiente y tenga efectos positivos; tienen mucha información, muchos conocimientos y su entorno es de relajamiento de normas y disciplina, porque así quisimos o por que fue inevitable. Ellos nos complementan, desprenden nuestro ánimo y acercan las satisfacciones que le dan sentido a la vida.
Llega otro año, el 2016, con sus misterios naturales y los pronósticos inciertos y difíciles en lo económico y político: lo empezamos a ver, con el cerramos círculos y etapas mientras mantenemos líneas de vida que trascienden la división cronológica; lo mejor seria  que pongamos los pies en la tierra, que escojamos bien los pasos a dar y las decisiones a tomar; el cambio personal inicia en uno mismo pero no es completo sin el cambio social, el cual será resultado de los cambio políticos. Somos ilusión, metas y propósitos, tenemos esperanzas y fe; ahora se entiende mejor que, sin compromiso, las cosas no funcionan ni avanzan. Cada año nuevo trae sus novedades y retos, no son iguales, nos demos cuenta o no; eso nos exige preparación y la actitud correspondiente para hacerle frente, como experiencia, como tiempo nuevo, como otra etapa en nuestra vida. No estoy para dar consejos, nadie aprende en cabeza ajena, pero si fijo una postura, doy una opinión, sobre la valía de una conducta sencilla, sin ambiciones desbordadas, con empatía, con actos pequeños que nos distingan por la calidad personal; la buena fe, los modales y el compromiso social son indispensables para llenar de contenido positivo nuestra existencia.
Xalapa, nuestra tierra y casa común, tiene sus claroscuros y rezagos en la convivencia social pero cuenta, a favor, con un capital social positivo, es decir, circula la información, hay actividad en redes y se encuentran activos muchos grupos que enarbolan causas; eso nos distingue y nos hace una población con mayores fortalezas. Nos falta mucho para tener el municipio que queremos y merecemos, hay muchos obstáculos de la clase política y las élites, sobradas de ignorancia y ambición; con la historia que tenemos y las muestras de vitalidad que damos constantemente, avizoramos un mejor futuro, en línea sólida.
Ufa.1959@gmail.com
Recadito: Un abrazo especial a mis lectores, deseándoles un año nuevo mucho mejor y lleno de satisfacciones.

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