ANIVERSARIO NO. 83 DEL HURACÁN DEL 33

 

 

 

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Hoy se cumplen 82 años del famoso paso de un huracán que afectó a la  ciudad de Cárdenas. Por eso nuestro colaborador cardenense Henry  Delgado, quien labora en la Oficina Meteorológica del Aeropuerto de  Varadero, nos hizo llegar este artículo con datos muy interesantes de ese hecho histórico. Se incluyen algunas de las imágenes que nos envió.
Carlos Alberto
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ANIVERSARIO 82 DEL HURACÁN DEL 33
Por Henry Delgado (CL5HY)
Hoy primero de septiembre los cardenenses recordamos al tristemente célebre ?Huracán del 33?. Han pasado 82 años de aquella tragedia y aún lo recuerdan los habitantes de la ciudad.
?Nadie imaginó la noche anterior que tal cosa pudiera ocurrir, pues fue muy bella, con el cielo estrellado y una fresca brisa que invitaba a dormir??
Así fue como se expresaban los testigos de aquel dramático capítulo de la historia local al hablar sobre el ciclón y ras de mar que azotó a Cárdenas el 1º de septiembre de 1933.
Sobre las tres de la madrugada y cuando los vecinos dormían plácidamente, urgentes toques en las puertas de sus viviendas los hacían saltar de las camas; pues no eran más que los bomberos y marinos, movilizados todos y encargados de dar la noticia: El ciclón se acerca, pronto azotará a Cárdenas.
A esa hora comenzaron a sentirse las primeras ráfagas y sin perder un solo instante, las familias se dieron a la tarea de asegurar sus viviendas con lo que tenían a mano en ese momento.
La fuerza de los vientos aumentaba, según avanzaban los minutos; las construcciones más débiles eran las primeras en ceder a la violencia del terrible ciclón. Después, las otras, las más sólidas, que también venían al suelo, maderas y láminas de zinc, tejas y otros materiales se desplazaban libremente por el espacio, aumentando así  el peligro para la vida de los que se arriesgaban a salir a la calle para prestar ayuda u obligados por la necesidad del momento. Sin duda alguna las cosas se habían complicado.
El agua del mar comenzó a penetrar arrancando de sus bases los muelles del litoral e introduciéndolos en la ciudad, la cual se inunda rápidamente en un área de 1600 metros de largo por 1 400 de ancho, llegando las aguas a alcanzar una altura media de 65 pulgadas. El impetuoso ras de mar, en conjunto con el huracán llegado por el noroeste, lanza vagones de ferrocarriles y embarcaciones de todo tipo sobre almacenes y otras instalaciones.
A las nueve de la mañana el mar había llegado hasta el parque Colón, continuando su horrible desplazamiento según avanzaban los minutos. Una pesada boya de dos toneladas llegó flotando hasta el parque Colón, donde quedó estacionada al decrecer las aguas; aún permanece ahí, recordando los días amargos que vivieron los cardenenses.
En el puerto se encontraba el vapor de bandera italiana Humanistas que, surto en la bahía con 14 000 sacos de azúcar, fue lanzado hacia el litoral, llegando hasta las paralelas del ferrocarril. Solo cuando el viento cambió pudo retornar al mar, quedando varado en unos cinco pies de agua.
Con respecto a las lanchas y lanchones, estos fueron los causantes de la destrucción de los almacenes de azúcar que se encontraban en el litoral, la violencia del viento y ras de mar, al arrancar todos los muelles, lanzaron estas embarcaciones, sobre los citados almacenes. Toda la flota que se componía de 52 embarcaciones fue hundida y la que no quedó destruida. Cada vez que se tenía noticia de mal tiempo, las embarcaciones eran enviadas a su refugio natural: la Cueva del Muerto. Este lugar estaba situado en la ensenada de Siguapa, al sur de la bahía, pero esta vez fue imposible por la rapidez con que se presentó el meteoro a media noche. Al caer la tarde del 31 de agosto quedaban existente en los almacenes de azúcar 693 662 sacos de azúcar crudo, todos estos sacos fueron dañados y el mar llegó a cubrirlos hasta dos metros y medio.
Además de los estragos ocasionados por la violencia del viento y ras de mar en el litoral, hay que añadir los siniestros de un vapor que se encontraba anclado en Cayo Diana para terminar su completo cargamento con 80 000 sacos de azúcar refino. El capitán de este buque describió la violencia del viento y las gigantescas olas como las más enormes que ha podido ver en su larga vida de marino y que arrancaron las anclas y lanzaron el buque sobre el cayo.
Entre otros casos que se han registrado, figura el naufragio de una chalana tripulada por tres jóvenes de la ciudad, que la corriente arrastró hacia las proximidades de Cayo Sal, dos perecieron ahogados y el otro debe su vida a la presencia de un vapor que lo recogió llevándolo hasta Hamburgo, Alemania, donde más tarde fue devuelto a Cuba.
Sobre las 11:45 de la mañana, hora en que las aguas alcanzaban los dos metros de altura en el parque Colón, fue que el viento cesó hasta quedar una calma que en medio de la desesperación representó una esperanza para los horrorizados vecinos: al parecer el ciclón había pasado. Sin embargo pronto comenzó a arreciar el viento; esta vez del suroeste, con violencia tal que prácticamente destruye la ciudad y su término municipal, más el cambio del viento hace que las aguas comiencen a decrecer retirándose así el mar.
Hasta las cinco de la tarde el pueblo continuó sufriendo los embates del meteoro y la menor presión fue de 716 milímetros (955 hPa), según registro barométrico.
En cuanto a pérdidas humanas, el padre Mariano Gutiérrez Lanza, director entonces del Observatorio de Belén, las citó como 60 muertos y 150 heridos. Los daños materiales fueron cuantiosos. Según cifras aparecidas en el Catastro confeccionado por Juan P. Lezcano, el monto de los daños causados tanto en la parte urbana como rural, ascendieron a más de cuatro millones de pesos de la época.  Las 169 viviendas existentes en los balnearios Playa Larga, Vista Alegre, Las Delicias y la Sierrita, fueron arrancadas de sus bases, totalmente destruidas y lanzadas a más de 500 metros dentro de los manglares.
Numerosas industrias quedaron totalmente destruidas, otras fueron dañadas considerablemente, así como escuelas y otras edificaciones. La ciudad de Cárdenas quedó sumida en ruinas después de pasar el ciclón, lo cual, unido a la profunda crisis política que atravesaba el país, acentuaban la desgracia de los cardenenses. A esto se sumó el total abandono e indiferencia del gobierno que no prestó a Cárdenas la urgente ayuda requerida.
Solo a golpe de sacrificios los habitantes de la desolada ciudad lograron sobreponerse a aquella terrible tragedia, aunque su economía quedó resentida grandemente por la desaparición de industrias poderosas y por el consiguiente desempleo.
Todo esto ocurrió el primero de septiembre de 1933, aunque nadie imaginó la noche anterior que tal cosa pudiera ocurrir.
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