JAQUE MATE
JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
04 Ago. 2015
"Culpa a alguien más y continúa con tu vida”. Alan Woods
Apenas se acababan de dar a conocer los nombres y las identidades de las víctimas del homicidio múltiple de la colonia Narvarte -Yesenia Quiroz, Nadia Vera, Nicole, Alejandra y el fotógrafo Rubén Espinosa– cuando ya se levantaban dedos para señalar culpables.
El responsable es Javier Duarte, Gobernador de Veracruz, dijeron algunos sin dudar. ¿La prueba? Espinosa huyó de Veracruz por amenazas un mes antes y además es el autor de una fotografía de portada de la revista Proceso en la que no sólo aparece el Gobernador Duarte sino que además se ve gordo. Por otra parte Nadia Vera era una activista social chiapaneca que trabajó también en Veracruz.
Para otros es más sencillo y dicen: Fue el Estado. Supongo que esto significa que hubo una gran conspiración de funcionarios capitalinos, veracruzanos y federales para asesinar a Espinosa e impedir que las investigaciones descubrieran al responsable. Es la misma acusación que escuchamos en el caso de Iguala. El Estado mexicano se está convirtiendo en un mortífero criminal.
Cuando escucho estas afirmaciones, sin embargo, no puedo evitar recordar la reflexión de la filósofa Hannah Arendt: "Donde todos son culpables, nadie es; las confesiones de una culpa colectiva son la mejor posible salvaguarda contra el descubrimiento de culpables, y la misma magnitud del crimen es la mejor excusa para no hacer nada”.
Quizá soy demasiado idiota. Cuando veo la información disponible sobre la matanza de la colonia Narvarte me horrorizo, pero no encuentro indicios que permitieran apuntar a algún presunto culpable.
¿Qué sabemos? Que las víctimas estaban en una fiesta de larga duración, la cual empezó el jueves 30 de julio por la noche y se prolongó al parecer hasta la noche siguiente. No era una reunión ruidosa. Rubén Espinosa, me dice Darío Ramírez de Artículo 19, la organización que apoyó al reportero gráfico para dejar Veracruz, no era una persona fiestera o de vida desordenada; por el contrario, "era bastante metódico”. Sabemos también que Espinosa dejó la fiesta en un momento, pero regreso a ella más tarde. Se encontraba, sin embargo, en el apartamento de Luz Saviñón cuando los asesinos llegaron sin forzar la puerta y ejecutaron a todos en el interior.
La Procuraduría de Justicia del Distrito Federal está realizando una investigación no sólo por homicidio sino también por robo, porque señala que el apartamento se encontraba revuelto y faltaban billeteras y celulares de las víctimas. Pero la saña extrema con la que actuaron los criminales no es usual en un robo. Las víctimas, por otra parte, muestran escoriaciones que sugieren tortura o resistencia. Por lo menos una de las mujeres muestra indicios de violación. Todas las víctimas tenían el tiro de gracia.
Espinosa salió de Veracruz, donde vivía y trabajaba, porque recibió amenazas. Por eso se ha señalado a Duarte. No hay hasta el momento, sin embargo, ninguna indicación de que el gobernador o algún allegado hayan ordenado el crimen. Un asesinato múltiple, con tortura y violación de las víctimas, no parece corresponder a un homicidio político. El propio Espinosa, me dice Darío Ramírez, nunca responsabilizó al gobernador directamente de las amenazas que recibió.
El que no pueda unirme a los linchamientos no significa que descarte la responsabilidad del gobernador o del Estado mexicano. Pero tengo la mala costumbre de buscar pruebas antes de lanzar acusaciones. Hasta por respeto a las víctimas, es importante saber primero lo que pasó y después lanzar acusaciones. Aprovechar la muerte de una o más personas para lanzar ataques a políticos que no nos gustan me parece inmoral.
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