JESUS INVITA A PERSEVERAR EN EL BIEN

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El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesús en el desierto, donde fue tentado por el demonio. El desierto había sido para el pueblo, el lugar de la prueba. Allí quiso también ser probado Jesús, para salir victorioso y mostrarnos que la tentación es inevitable en nuestra vida y para invitarnos a vencer al tentador.

El «desierto», es mucho más que un lugar geográfico. El desierto es nuestra vida transitoria, la vida de todos los días, durante la cual contamos con las promesas de Dios que nos ayuda siempre, pero sabemos que  tendremos dificultades y pruebas diversas.

Dios condujo a su pueblo elegido primero por «el desierto», para hacerlo entrar después en la Tierra prometida. El desierto fue el lugar de las pruebas purificadoras. En él nació y se fue forjando el Pueblo de Dios. Allí Dios dio a su pueblo los mandamientos, y selló su alianza con él.

Pero en ese camino de desierto, el pueblo desobedecía constantemente y olvidaba los mandamientos del Señor. En Jesús, en cambio, el desierto es el lugar donde puede permanecer unido a su Padre. Sucedió que en la soledad, Jesús entraba en comunión con Dios Padre. 

Todas las tentaciones de Jesús, a lo largo de su vida, se reducen a una tentación fundamental: «vivir una vida cómoda, huyendo del camino de la cruz». Pero el Señor se mantuvo firme como el Cordero de Dios y el servidor sufriente, que vino a enseñarnos a vencer el pecado.

Este ejemplo nos invita a ser fuertes ante las dificultades, a saber permanecer estables y decididos por el bien, a pesar de pruebas y problemas. En realidad tenemos que sacar bienes aun de los males, no dejarnos vencer por las dificultades y los problemas y madurar en las mismas pruebas.

Dios permite la tentación para ayudarnos, por ese medio, a que nos acerquemos más a Él. El demonio, ataca  a los «amigos de Dios», y ataca más a aquellos «amigos de Dios», que pueden arrastrar con su caída a otros. Las mayores tentaciones las reciben quienes tienen la misión de cuidar los «valores» y la «fe» en nuestro mundo de hoy.

Conviértanse” es el primer mensaje de Jesús. Convertirse es cambiar de rumbo, tomar otra dirección, cambiar de mentalidad. Seguir a Jesús. Nuestra respuesta al ofrecimiento del Reino y la Buena Noticia es una actitud de alegría, de fe y de conversión

+ Juan Navarro Castellanos

Obispo de Tuxpan

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