LOS SACERDOTES JESUITAS QUE SOBREVIVIERON A HIROSHIMA
Uno de los casos más extraordinarios de protección por el Santo Rosario y Fátima
septiembre 5, 2014
Los sacerdotes jesuitas que sobrevivieron a Hiroshima.
El 6 de agosto se cumplió el 69 aniversario de los bombardeos estadounidenses a Hiroshima, y vale la pena recordar un milagro que sucedió allí. Ocho sacerdotes jesuitas que rezaban diariamente el rosario salieron ilesos de la explosión atómica, a pesar de que vivían a un kilómetro de su epicentro y todo se destruyó a su alrededor.
El 29 de julio Theodore “Dutch” VanKirk, el último superviviente de la tripulación que voló el Enola Gay, murió en Georgia a la edad de 93 años VanKirk – que entonces tenía 24 años – fue el navegante del Enola Gay, el B-29 que tiró la bomba de uranio en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y tres días después lanzó una segunda bomba sobre Nagasaki, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.
Usted puede haber oído acerca de Padre Hubert Schiffer y los otros siete misioneros jesuitas que sobrevivieron a la explosión atómica. Los sacerdotes vivían a menos de un kilómetro del epicentro del ataque en Hiroshima; y por millas en todas las direcciones, todos los edificios fueron destruidos, completamente aplastados, y 140.000 personas murieron al instante.
A excepción de los ocho sacerdotes.
El Padre Schiffer y sus compañeros no sufrieron ninguna lesión o heridas.Todos vivieron años más allá de ese día, sin experimentar la enfermedad por radiación, a pesar de estar expuestos a altos niveles de radiactividad. Ninguno sufrió una pérdida de la audición por la explosión, o cualquier otro defecto o enfermedades visibles a largo plazo.
El Padre Schiffer, de sólo 30 años cuando la bomba fue lanzada sobre Hiroshima, contó su historia 31 años después, en el Congreso Eucarístico de Filadelfia en 1976.
En ese momento, los ocho miembros de la comunidad jesuita que habían vivido los bombardeos estaban todavía vivos.
Ante los fieles reunidos, él recordó celebrar la misa en la mañana temprano, luego sentarse en la cocina de la rectoría para el desayuno. Sus recuerdos eran vívidos: el acababa de corta rodajas en un pomelo cuando hubo un destello de luz brillante. Al hablar ante el Congreso Eucarístico, dijo que al principio, él pensó que podría ser una explosión en el puerto cercano.
Luego el describió la experiencia:
“De repente, una terrible explosión llenó el aire con un estallido como de trueno. Una fuerza invisible me levantó de la silla, me arrojó por el aire, me sacudió, me hizo girar dando vueltas y vueltas como una hoja en una ráfaga de viento de otoño”.
Más detalles ha reportado un sacerdote que una vez conoció al Padre Schiffer en el Aeropuerto Tri-City en Saginaw Michigan. El Padre Schiffer visitó el estado para dar una charla ante el Ejército Azul, una organización de católicos piadosos que promueve las apariciones de Fátima.
Lo siguiente que recordaba, es que abrió los ojos y estaba tendido en el suelo. Miró a su alrededor y no había nada en cualquier dirección: la estación de ferrocarril y edificios en todas las direcciones fueron arrasados hasta los cimientos.
El único daño físico a sí mismo era que él podía sentir unos trozos de vidrio en la parte posterior de su cuello. Por lo que él supo, no había nada más físicamente mal consigo mismo. Muchos miles fueron muertos o mutilados por la explosión.
Después de la conquista de los estadounidenses, sus médicos militares y científicos le explicaron que su cuerpo empezaría a deteriorarse a causa de la radiación. Muchos de los japoneses tenían ampollas y llagas por la radiación. Para sorpresa de los médicos, el cuerpo del P. Schiffer no contenía ninguna radiación o efectos nocivos de la bomba.
El P. Schiffer lo atribuye a la devoción a la Santísima Virgen, y su diario Rosario de Fátima. Él siente que recibió un escudo de protección de la Santísima Virgen que lo protegió de toda la radiación y malos efectos.
Esto coincide con la bomba de Nagasaki, donde San Maximiliano Kolbe había establecido un convento franciscano que también resultó ileso debido a la protección especial de la Virgen María, porque los Hermanos también rezaban el Rosario todos los días y tampoco tuvieron efectos de la bomba.
El Padre Schiffer y los otros jesuitas fueron examinados y entrevistados en varias ocasiones por los científicos y otros, que no podían entender por qué se habían escapado de las lesiones. El Padre Schiffer habría dicho que él mismo había sido entrevistado 200 veces.
Preguntado por qué creen que se salvaron, cuando tantos otros murieron, ya sea por la explosión o de la radiación posterior, el Padre Schiffer habló por él y sus compañeros:
“Creemos que sobrevivimos porque vivíamos el mensaje de Fátima. Vivíamos y rezábamos el rosario diariamente en esa casa”.
El Padre Schiffer cree que la Virgen les había protegido de toda la radiación y la enfermedad debido a su devoción y porque estaban viviendo el mensaje de Fátima.
“En esa casa”, dijo, “el Santo Rosario los recitábamos juntos todos días”.
Murió el 27 de marzo 1982, treinta y siete años después de aquel día memorable.
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