DOS PAPAS VIVOS HONRARÁN HOY A DOS PAPAS SANTOS

 

Fran Ruiz | Mundo | Fecha: 2014-04-27 | Hora de creación: 23:01:36 | Ultima modificación: 23:01:36

 

El Vaticano será hoy escenario de un acontecimiento que no había ocurrido en dos mil años de historia de la Iglesia católica: dos Papas, uno progresista, Juan XXIII, y otro conservador, Juan Pablo II, van a ser proclamados santos el mismo día. No sólo eso, en la ceremonia estarán presentes dos Papas vivos: Francisco, que además de ser el primer Pontífice llegado del continente americano, su pensamiento es más cercano al del papa italiano, y el alemán Benedicto XVI, guardián de la ortodoxia, como el polaco, al que se le buscó el título de “Papa emérito”, cuando asombró al mundo con su abdicación.
Pero hay que reservar hueco a nuestra capacidad de asombro porque tan inaudito como el hecho en sí ha sido el proceso de beatificación.
51 años de soledad. El proceso de canonización de Karol Wojtyla, realizado en un tiempo asombrosamente rápido —nueve años— para una institución esclerótica que se ha tomado en muchos casos más de cien años para una canonización. Con Juan XXIII el camino de santidad ha durado un total de 51 años
En concreto, la Congregación para la Causa de los Santos se tomó tres décadas sólo para decidirse a considerar beato a Juan XXIII, un paso previo al de la canonización, que a ese ritmo podría haber llegado su momento de santidad cuando nadie de los que lo conocieron siguiera vivo.
Con Juan Pablo II se veía venir que no era posible esperar cincuenta o cien años. Se veía venir nada más morir, en abril de 2005. La imagen dio la vuelta al mundo: en medio de la masa de fieles que acudieron a la plaza de San Pedro para despedir al primer Papa global, un cartel gigantesco con un solo mensaje: “Santo subito” (Santo ya). El mensaje a los “príncipes de la Iglesia” estaba clarísimo: Juan Pablo II tenía que ser santo por aclamación popular y tenía que serlo cuanto antes, para que los mismos que se entusiasmaron con su papado pudieran vivir para verlo en los altares y rezarle.
La sombra de los pederastas. La maquinaria canonizadora se puso en marcha de inmediato y no se frenó nunca, ni siquiera cuando estalló el escándalo de la pederastia y se señaló a Juan Pablo II por su presunto papel de encubridor de depredadores sexuales vocacionales, principalmente el padre Maciel.
Mucho se ha especulado y escrito sobre el Papa polaco y el fundador de los Legionarios de Cristo, “un modelo a seguir”, como llegó a decir de él Wojtyla. El último en hablar sobre el tema fue uno de los que más conocieron a Juan Pablo II, su vocero Joaquín Navarro-Valls, quien, en vísperas de la canonización, admitió que el Papa polaco sabía que había en marcha una investigación contra Maciel por numerosas denuncias de abusos sexuales, pero que durante un tiempo ­­—demasiado tiempo— no dio crédito a estas denuncias “debido a la pureza de su pensamiento”, por lo que “le resultó difícil creer que algunos sacerdotes pudiesen abusar sexualmente de menores de edad”.
Desgraciadamente, esa “pureza de pensamiento” fue la que permitió que en el largo papado de Wojtyla (casi 27 años), muchos pederastas siguieran cometiendo sus crímenes bajo el amparo de las sotanas.
“¡Levántate!”. Pero las sombras que podrían haber hecho fracasar el camino de santidad de Juan Pablo II no fueron suficientes y el proceso siguió. No hay, sin embargo, canonización, sin milagros. El código canónico especia que para llegar a ser santo hay dos vías: una mediante la acreditación de dos milagros por parte del Vaticano y que un equipo médico considere que la sanación no fue por obra de la ciencia; y dos, que el candidato acredite sólo un milagro, pero sea “mártir de la Iglesia”. Como ni el Papa italiano ni el polaco han sido precisamente mártires, el camino de santidad pasa necesariamente por los dos milagros.
En el proceso exprés de Juan Pablo II se le atribuyeron dos mediaciones milagrosas. Para su beatificación se aceptó el caso de la monja francesa Marie Simon Pierre, que se curó de parkinson, una enfermedad incurable que acabó precisamente con la vida del polaco. Para su canonización se aceptó la curación de una mujer costarricense aquejada de un grave aneurisma cerebral por el que los médicos le habían dado solo un mes de vida. Floribeth Mora Díaz, que participará en la ceremonia del 27 de abril, aseguró que escuchó la voz del papa polaco diciéndole “Levántate, no tengas miedo” cuando se encontraba ingresada en un hospital y, tras estas palabras, comenzó su curación, inexplicable para la ciencia.
No es dogma de fe. El caso de Juan XXIII es peculiar. Ni es mártir ni tiene reconocidos dos milagros, sino sólo uno. El “Papa bueno” fue declarado beato tras serle adjudicado la curación en 2000 la de la religiosa italiana Caterina Capitani, que estuvo a punto de morir por una perforación gástrica hemorrágica con fístula externa y peritonitis aguda y que, según ella, tras encomendarse a Juan XXIII, consiguió sobrevivir.
Si hoy va a subir a los altares Juan XXIII es porque así lo quiso Francisco, quien decidió hacer oídos sordos a las críticas vertidas por los que se quejaron de que la doble canonización iba a restar protagonismo a la figura de Juan Pablo II.
Pero el Papa respondió alegando que el requisito de dos milagros para la canonización no es un dogma de fe y, por tanto, él, como cabeza de la Iglesia, tenía potestad para decidir quién merece ser considerado un santo.
Lo que no dijo Francisco, pero podría ser probable que lo tuviera en mente, es que detrás de la decisión poco ortodoxa del actual pontífice se esconda el deseo de premiar a su admirado Juan XXIII por haber tenido la audacia de modernizar la Iglesia mediante la convocatoria del Concilio Vaticano II.
Francisco, que habla de madres solteras, de católicos divorciados, de homosexuales, de banqueros a los que desprecia y de los privilegios de los jerarcas católicos, a lo que desprecia aún más, sabe que necesitará casi un milagro para revolucionar a la Iglesia. Por eso, con su empeño de que hoy también suba a los altares Juan XXIII, junto a Juan Pablo II, parece querer demostrar que el verdadero milagro en esta historia es que aquel pontífice bonachón lograra doblegar a siglos de tradición y a la oposición de los sectores más tradicionalistas de la Iglesia.

fran@cronica.com.mx

Cuatro pasos para convertirse en santo

Primer paso: Siervo de Dios
El potencial candidato tiene que ser postulado para un proceso de canonización por el obispo de la diócesis a la que corresponda y presentar la candidatura al Postulador de la Causa de los Santos de la Santa Sede, acompañado de un informe sobre su vida y virtudes.
La Congregación para las Causas de los Santos examina el informe y dicta si algo o nada impide iniciar la Causa. En caso de que no haya nada aprueba el decreto llamado “Nihil obstat” (del latín: nada lo impide) y el obispo dicta el Decreto de Introducción de la Causa del ahora Siervo de Dios.
Segundo paso: Venerable
Una Comisión jurídica, designada por el Obispo, recibe los testimonios de las personas que conocieron al Siervo de Dios.
El Relator de la Causa de los Santos, elabora el documento “Positio”, que incluyen los testimonios de los testigos y los principales aspectos de la vida, virtudes y escritos del Siervo de Dios.
Una Comisión de Teólogos discute la “positio” y si la aprueba el Papa promulga el Decreto de heroicidad de virtudes. El Siervo de Dios pasa a ser considerado Venerable.
Tercer paso: Beato
El Postulador de la Causa debe probar ante la Congregación para las Causas de los Santos:
La fama de santidad del Venerable. Para ello, elabora una lista con las gracias y favores pedidos a Dios por los fieles por mediación del Venerable.
La realización de un milagro atribuido a la intercesión del Venerable, casi siempre relacionado con la salud. El proceso de examinar este milagro se lleva a cabo en la Diócesis donde ha sucedido el hecho y donde viven los testigos. Debe abarcar dos aspectos: a) la sanación, que los médicos deberán atestiguar como un hecho que va más allá de la ciencia; y b) la intercesión del Venerable Siervo de Dios en la realización de ese hecho que señalarán los testigos del caso.
Dos médicos peritos examinan si las condiciones del caso merecen un estudio detallado. Su parecer es discutido por los cinco médicos de la Consulta médica de la Congregación para las Causas de los Santos.
Ocho teólogos estudian el nexo entre el hecho señalado por la Consulta médica y la intercesión atribuida al Siervo de Dios.
Si el veredicto final de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos es que hubo “milagro”, el Prefecto de la Congregación ordena la redacción del Decreto correspondiente para ser sometido a la aprobación del Papa para la beatificación.
Si lo aprueba el Papa se celebra la Ceremonia de Beatificación.
Hay una excepción: En esta fase de probar un primer milagro no se requiere en el caso de que el proceso de canonización sea de un “mártir” de la Iglesia.
Cuarto paso: Santo
Es necesario un segundo milagro (un primero para el “mártir”), que debe haber sucedido en fecha posterior a la Beatificación. Para examinarlo, la Congregación sigue los mismos pasos que para el primer milagro.
El Santo Padre, con los antecedentes anteriores, aprueba el Decreto de Canonización e informa a todos los Cardenales de la Iglesia que habrá Ceremonia de Canonización.

 

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