DOS GRANDES PAPAS SANTOS MENSAJE DEL OBISPO DE TUXPAN, VER.
El Domingo 27 de este mes, fiesta de la Divina Misericordia, tendremos la canonización de dos grandes Papas, Juan XXIII y Juan Pablo II. Se trata de un acontecimiento histórico y de gran significado para la feligresía católica y para toda la sociedad, por lo que estos hombres han dado a la humanidad.
Los invito a dar gracias a Dios por el don de la santidad, vocación a la que somos llamados todos, desde nuestro bautismo. Pero ahora, agradezcamos el hecho de tener santos canonizados, esto es, personas reconocidas por sus virtudes y propuestas como modelo de amor a Dios y a los demás.
Nuestra vocación cristiana es un llamado a la santidad, un llamado a realizarnos plenamente como personas, con limitaciones humanas y en la brevedad de la existencia terrena, para que podamos abrirnos a Dios, siendo invadidos por él, de manera que nuestras acciones y actitudes trasciendan el tiempo y el espacio, para ser modelos que inspiren a las generaciones futuras y a las mismas culturas.
El origen e historia de cada uno de estos Papas, así como su personalidad, son muy diferentes. Juan XXIII nació en una aldea del norte de Italia y creció en un ambiente campesino. Cuando murió Pío XII fue elegido Papa, a los 77 años. Su mayor mérito fue convocar el Concilio Vaticano II, pero lo que conquistó la simpatía del mundo fue su sencillez, así como su amabilidad, su optimismo, su libertad de espíritu y su confianza en Dios.
Juan Pablo II fue muy conocido por sus muchos viajes y su largo pontificado. Nació y creció en Polonia, un ambiente complicado, en medio de grandes pruebas y sacrificios. Nunca perdió el buen humor ni su fortaleza de espíritu, expresiones claras de su gran fe y su profunda vida interior. desde su juventud, fue visto como un santo por sus mismos compañeros.
Juan Pablo II decía que «todo hombre tiene que vivir su vida de tal forma que ésta sea una manifestación de la gloria de Dios». Consecuencia de esta visión era su oración y su misticismo, su sensibilidad y amor generoso, su alma entregada a la misión y su anhelo de cercanía al pueblo.
La santidad de estos dos Papas se manifestó en su amistad con Cristo, su fe profunda y popular, afianzada en la oración y en la Palabra de Dios; su caridad, humildad, mansedumbre y su fervor mariano. Ambos fueron verdaderos Padres y Pastores. Sus vidas y sus virtudes son inspiración y ejemplo para todos.
+ Juan Navarro Castellanos
Obispo de Tuxpan
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