LAS REFORMAS ESTRUCTURALES ANTE EL ESPEJO
Uriel Flores Aguayo
Con poca resistencia y aún con la colaboración opositora en papeles alternados, el Gobierno de Peña Nieto, salió adelante con la agenda reformista largamente anunciada por las elites y sus medios; la plataforma de su ruta de cambios fueron los acuerdos políticos que incluyeron sobre todo al Pacto por México y los re acomodos internos . En forma rápida, sin cuidado de formas y con el asomo de una incipiente prepotencia de la nostalgia hegemónica, sacaron las reformas que le convenían sobre todo al bipartidismo azul y tricolor. Primero asestaron un golpe efectista con la aprehensión de Elba Esther Gordillo, después intercambiaron la gran zanahoria de la reelección para las burocracias partidarias, incluyendo la propia, para concluir con la joya de las reformas, la energética, la que les puede permitir una profunda re articulación de las elites y el surgimiento de un nuevo grupo con tal poder económico y político que amaga con quedarse en la silla presidencial por unos treinta años. A reserva de dar paso inmediato a las leyes secundarias, con las que se dotarían de las formas y procedimientos en cada caso, ya es tiempo en algunas de las reformas para ver qué ha pasado con ellas, para verlas en su espejo.
De la laboral, que es herencia de Calderón, poco se puede decir, salvo que no ha justificado con la creación de empleos su entusiasta aprobación; de la de telecomunicaciones siguen pendientes las leyes secundarias y su implementación más elemental, pareciendo letra muerta y un intento fallido para destrabar ese sector; de la educativa se ha confirmado su carácter laboral en vista que recientemente se está convocando a foros para discutir el modelo educativo, es decir, lo que debió haberse hecho previo a la reforma, además de que se ha reforzado el control sindical oficialista; la fiscal nos coloco pronto ante un escenario de carestía e incertidumbre en sectores populares y clases medias, dejando para después, tal vez al infinito dado su acceso a las leyes, las supuestas medidas progresivas; en la reforma política está el pegamento de todas las reformas en tanto es la garantía del reparto de una parte del poder en forma de reelección y manejo de organismos electorales, sin olvidar que de manera expresa fue la condición que puso el PAN para aprobar la energética; esta última es la central por su peso histórico e incidencia en la economía y en la recomposición de los grupos de poder, por lo que es de esperarse que el cierre de su ciclo creador con las leyes secundarias tenga prioridad en la agenda de su bloque impulsor.
Gracias al Pacto por México Peña Nieto y el PRI avanzaron en su agenda, la que presumen en el mundo , la que ofrecen como su gran logro y creación; en la realidad no es mucho lo que muestran y es poco lo que se puede esperar: no modifican el modelo económico excluyente y concentrador de la riqueza, no terminan con los monopolios , no liberan a los sindicatos del corporativismo, no amplían ni agilizan la recaudación fiscal, no democratizan el sistema político y nos introducen a terrenos inciertos con la privatización energética. Ahí están los antecedentes de las privatizaciones sin mejoras en los servicios, con corrupción desproporcionada y el surgimiento de nuevas elites; basta que se tenga el manejo de contratos para obtener ganancias sin límites. Sin plena democracia y con un débil estado de derecho los controles en el manejo de la riqueza petrolera son perfectamente prescindibles. Es muy difícil esperar algo bueno de la mayoría de las reformas, sin fatalismo alguno, tan sólo a la luz de las experiencias similares y con el antecedente de las condiciones en que han llegado al poder los actuales ocupantes de "Los Pinos". Sólo la democratización del país, con desarrollo social y en paz, puede logar cambios profundos enfocados a superar la desigualdad, incluir a todos en un proyecto nacional y sentar las bases de un mucho mejor futuro. Tal escenario transformador implica el no predominio de la partidocracia, del duopolio televisivo y de los monopolios como condición indispensable para una vida más sana y libre en México.
Recadito: Paz para la juventud de Xalapa.
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