CUQUIS Y TIKISMIKIS. 1ª de 2 partes.
Saludos, Paz y bendiciones.
Luis Villegas Montes.
Esta mañana, de golpe, me di cuenta de la diferencia abismal existente entre los miembros de la familia que habitamos la casa. A Florencia la dejo fuera por una obvia razón: Es la más cuquis de todos. A ese convencimiento arribé por el extraño camino de estarme bañando y caer en la cuenta de que se me acabó el champú. “No hay problema”, me dije, pues por lo general hay entre 18 o 20 frascos, tarros, potes, botes, pomos y recipientes, de todos los colores, tamaños y formas, llenos de mejunjes para acicalar las luengas cabelleras de las féminas que la habitan (Hay como dos o tres para cabellos teñidos -entiéndase con canas- pero si se me ocurre escribirlo así, Adriana se enoja). Total, “uno de estos debe ser champú”, me dije de nuevo. “¡Ajá! Sí, ¡cómo no!”, se encargó de replicarme el destino. En primer lugar, con el cuento de que hoy, precisamente hoy, nos vamos de patita de perro, las mujeres arramblaron con todo su arsenal; de las míseras seis latitas que quedaron huérfanas en el alféizar de la ventana, aunque ninguna estaba vacía, tampoco ninguna era champú. Me lavé con jabón para el cuerpo. ¿Cómo puede nadie, con una sola cabeza, si acaso dos, sumadas las de madre e hija, usar 20 tónicos capilares? Misterio. ¿Cómo en la “maletita” que usan para las pinturas cabe el ajuar de Adolfo -y el mío- para una semana entera? Más misterio. Eso me llevó, inevitablemente, al título de estos párrafos. Por supuesto, Adriana y María son cuquis, pero, sobre todas las cosas, son tikismikis.
Claro que, de seguir así, la inmensa mayoría de mis 34 lectores (y sigue la mata dando) se van a quedar en blanco por no tener muy claro qué es “Cuquis” y qué “Tikismikis”; pues bien, lo “cuquis” es bonito sin ser bobo; lo exótico, sin ser extravagante; lo lindo, sin resultar insulso; los nice, lo agradable, lo divertido, lo atrayente, lo grato, sin ser vulgar, soso ni sin sentido; lo cuquis puede ser delicado, pero no débil; dulce, pero no empalagoso. Por el contrario, ser “tikismikis” es ser melindroso, rebuscado, afectado y, ¿por qué no decirlo? un poco chocantito.
El Adolfo por ejemplo, con todo y su nariz de Rodolfo “El Reno” (le acaba de salir una espinilla que parece esfera) es cuquis. Enfrentado a su hermana, supuestamente por gastón, a sus 15 años, orgulloso proclama a los cuatro vientos que él no pide; que él, por él, “se pone lo que su mamá le compra”. Y sí. María, en cambio, vuelve loca a su madre cada mañana, quien va tras ella en pos del enchinapestañas, el rímel, las sombras, el rubor y otra serie de implementos que nos hacen pensar al Adolfo y a mí que estamos en un Capítulo de Face Off -antes de la transformación, que conste-. Las dos son tan tikismikis, que prefieren quedarse en casa a ir al cine sin arreglarse; y perfectamente podrían cantar al unísono “Primero muerta que sencilla”.
En eso me recuerdan al Gobierno del Estado.
Mire usted, como dieron cuenta algunos informativos locales -y reclamó el Grupo del PAN en tribuna-, en un estado desértico, como el nuestro, el Gobernador puede darse el lujo de no expedir el Reglamento de la Ley del Agua. Publicada el 31 de marzo del 2012, en vigor desde el 30 de abril del mismo año, el Decreto respectivo previó en su artículo cuarto transitorio que el Ejecutivo Estatal contaría hasta con 180 días para la expedición del Reglamento respectivo; y ocho meses después (o lo que es lo mismo, 240 días, con sus noches completas) todavía nada. Ese no es un Gobierno cuquis.
Pero deje usted; lo peor es que ese es el mismo Gobierno al que le salió lo tikismikis cuando decidió promulgar la Ley de Pensiones por todo lo alto, en plaza pública y todo, con bombo y platillo, sin reconocer en lo absoluto, así sea entre líneas, que el PAN se adelantó en más de dos semanas, a la Iniciativa del propio Gobernador en el tema de regularizar la situación laboral de todos los empleados de Gobierno. En Chihuahua, el primero en pedir la regularización de los trabajadores al servicio del Estado fue el PAN. En la Iniciativa de Ley que Regula las Relaciones Laborales entre el Gobierno del Estado y sus Trabajadores, presentada desde el 7 de noviembre, su Título Cuarto se denomina: “De Pensiones Civiles del Estado”. En la exposición de motivos puede leerse: “Enlazado íntimamente a ese precepto, tenemos al artículo quinto transitorio conforme al cual el Gobierno del Estado, a partir de la entrada en vigor del Decreto respectivo, deberá regularizar la situación laboral de todos sus empleados”.
Por cierto, ese es el mismo gobierno al que, otra vez el PAN, le ha exigido que de una buena vez mande publicar la Ley de Presupuesto de Egresos, Contabilidad Gubernamental y Gasto Público, aprobada el 26 de septiembre de 2013, y que a la fecha está durmiendo el sueño de los justos. Casualmente, esa Ley tiene por objeto, entre otros, fortalecer la transparencia en el manejo de las finanzas públicas; informándole puntualmente a la sociedad cómo y en qué se gastan los recursos que provienen de sus contribuciones. Eso es un Gobierno tikismikis.
Continuará…
Luis Villegas Montes.
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