¿PORQUE EL 23 DE NOVIEMBRE SE CELEBRA EL DIA DE LA ARMADA DE MÉXICO?

 

| martes, 19 de noviembre de 2013 | 0 comments

23 noviembre

Cada año, la Secretaría de Marina-Armada de México, celebra el día 23 de noviembre como la fecha memorable en que la recién integrada Marina de Guerra mexicana, logró hacer efectiva la rendición de las tropas españolas que se resistían a reconocer la Independencia de México, mismas que estuvieron atrincheradas por espacio de varios años en la fortaleza de San Juan de Ulúa.

El puerto de Veracruz fue el escenario principal de estos acontecimientos, especialmente la fortaleza de Ulúa. El 28 de septiembre de 1821, un día después de que Agustín de Iturbide entrara triunfalmente a la ciudad de México, se proclamó oficialmente la independencia. En Veracruz se encontraban aún presentes tropas españolas al mando del Brigadier José María Dávila, Gobernador del puerto, quien se negó a reconocer la Independencia.

23 noviembre

En espera de instrucciones procedentes de La Habana, Cuba, el 26 de octubre de 1821 Dávila decidió trasladarse a la Fortaleza de San Juan de Ulúa y desde ahí efectuar la resistencia. Al mando de 200 soldados de la guarnición, tomó la artillería que necesitaba e inutilizó la que no podía llevar, tomando además noventa mil pesos de la Tesorería del Ayuntamiento.  Ya en la fortaleza, izó la bandera española.

Al enterarse de las intenciones de Dávila, Agustín de Iturbide, ya investido del título de Almirante Generalísimo, designó al General Manuel Rincón como Comandante de la plaza veracruzana el 27 de octubre de 1821. En la Fortaleza, Dávila recibía apoyo procedente de La Habana y de España, logrando reunir a más de 2000 hombres, además de algunas piezas de artillería.

Cabe mencionar que, recién consumada la independencia, Iturbide aprobó la creación del Ministerio de Guerra y Marina, designando a Antonio de Medina Miranda como el primer Ministro de Estado del Despacho de Guerra y Marina. Además, el Almirante Generalísimo ordenó la formación de un batallón de Infantería de Marina y la adquisición de los barcos necesarios para constituir una Armada. El Capitán de Navío al servicio de México pero de origen chileno Eugenio Cortés y Anzúa,  viajó comisionado a Estados Unidos para adquirir las goletas Iguala y Anáhuac, las balandras cañoneras Chalco, Chapala, Texcoco, Orizaba, Campechana, Zumpango, Tampico, Papaloapan y Tlaxcalteca. Así fue como se formó la primera escuadrilla que actuó en el bloqueo de San Juan de Ulúa.

23 noviembre

El 21 de abril de 1822 llegó el Teniente Coronel Juan Davis Bradburn de origen estadounidense, pero al servicio de la nación, con la goleta imperial Iguala armada con doce cañones, misma que tuvo el privilegio de izar por primera vez el pabellón nacional. Con él venía un Cónsul enviado por el gobierno de Estados Unidos, país que había reconocido la independencia no sólo de México, sino de toda América.

El 10 de septiembre de 1822 se hizo cargo del gobierno de la ciudad de Veracruz el Brigadier Antonio López de Santa Anna, sustituyendo al General Rincón. De igual manera se nombró Capitán General de las Provincias de Puebla y Veracruz al General José Antonio Echávarri, para hacerse cargo de las operaciones militares y las acciones políticas.

Mientras Dávila estuvo al frente de la guarnición en San Juan de Ulúa, las relaciones entre las autoridades del puerto y la fortaleza fueron siempre cordiales. El recién nombrado gobierno mexicano, aunque ya contaba con los navíos adquiridos en Estados Unidos, éstos no estaban dotados de artillería adecuada para hacer frente a la Escuadra española, por lo que no se pudo adoptar ninguna acción hostil en su contra y tampoco fue posible sostener un bloqueo efectivo sobre Ulúa. La debilidad de la naciente Marina de Guerra se puso al descubierto, así que la negociación de la capitulación se llevó a cabo inicialmente con gestiones diplomáticas a través de correspondencia entre Iturbide y Dávila. El 24 de octubre de 1822 Dávila fue sustituido en el mando por el Brigadier Francisco Lemaur.

Como estrategia, Santa Anna hizo creer a Lemaur que se entregaría la ciudad sin resistencia.  Indignado el español por el engaño, ordenó el primer bombardeó a la ciudad que se efectuó la madrugada del 27 de octubre de 1822, sin importarle la población civil, lo que provocó que el 9 de noviembre el Consejo Imperial ordenara por decreto la intimación para lograr la capitulación del Castillo.

La situación entre las autoridades de la Fortaleza y del puerto se agudizaron, surgiendo la disputa por la posesión de la Isla de Sacrificios, ya que Lemaur argumentó tener derecho territorial sobre la isla, advirtiendo que la ocuparía. Así, el 8 de agosto de 1823 el Ministro de Estado y del Despacho de Guerra y Marina, General José Joaquín Herrera, giró órdenes al General Guadalupe Victoria, designado Comandante General de la Provincia de Veracruz, para que ocupara la Isla de Sacrificios poniendo a su disposición tres lanchas cañoneras ubicadas en Alvarado, armadas con todos los marinos disponibles.

De Puebla se le enviaría el 8° Regimiento de Infantería y parte del 9°.  Se le instruyó que si Lemaur ocupaba la isla antes que sus tropas, hiciera las reclamaciones más enérgicas a los representantes españoles con quienes se estaba negociando, aclarando que la única solución posible del conflicto era la rendición del Castillo y la devolución de la isla que Lemaur había declarado como de su jurisdicción. El mando político nacional no tenía idea clara de la situación en que se encontraba la escuadra naval misma que, en cuantas ocasiones tuvo oportunidad, se mantuvo a la vela, a pesar de la falta de recursos y de gente de mar que dificultaba cumplir los requerimientos ordenados.

En ese mismo mes, el Comandante General de la Marina José de Aldana, recibió órdenes de Victoria para preparar los escasos buques que constituían la escuadrilla nacional, con el fin de implementar una estrategia para atacar a los españoles que pretendieran prestar auxilios a Ulúa. Fue la Escuadrilla Nacional quien hizo el esfuerzo de enfrentar esta misión, en medio de la falta de paga de la marinería, la leva obligada, la insubordinación y las condiciones insalubres de las unidades, que provocaron la deserción de las tripulaciones.

El 22 de septiembre de 1823, la guardia del muelle le informaba al gobernador que la guarnición española de Sacrificios había abandonado la isla, luego de arriar su bandera. También se mencionó que las balandras cañoneras nacionales, bajo el mando del Teniente de Navío Francisco de Paula López, habían quedado bien fondeadas, situándose a tiro de cañón de Mocambo y de Sacrificios, ordenando que por ningún motivo se desembarcara. Sin embargo, la decisión de romper las negociaciones ya había sido tomada por Lemaur.

Con el rompimiento de relaciones y suspensión de pláticas, la población de Veracruz cansada de las agresiones presionó a las autoridades del puerto para que se impidiera toda comunicación, auxilio militar, médico o alimenticio a las tropas de Ulúa. Todo esto provocó que Veracruz sufriera el segundo bombardeo el 2 de septiembre de 1823.

Los cañoneos contra el puerto afectaron sobre todo a la población civil, las caravanas de gente huyendo cargando las pertenencias que lograron salvar, fue una visión dantesca, ya que ancianos, niños y mujeres salieron huyendo bajo el fuego enemigo. Estas circunstancias evidenciaron al gobierno la necesidad vigente de adquirir más embarcaciones de guerra para bloquear y atacar a la Fortaleza con éxito.

La Escuadra Nacional interceptó varios buques que pretendían llegar a la Fortaleza con auxilio para los sitiados, impidiendo también la salida de las falúas de Ulúa, mismas que al querer abastecerse de víveres, solicitaban ayuda a cualquier buque mercante o de guerra que se acercara. Las balandras nacionales no cesaban de hostigar a la Fortaleza, acercándose a medio tiro de cañón y la rodeaban para disparar con sus reducidos cánones, recurriendo a la táctica de pegar y correr. La actuación de la Escuadra fue reconocida por su victoria, ya que estaba cumpliendo eficazmente con la orden de bloqueo emanada del Ministerio de Estado y del Despacho de Guerra y Marina.  En este segundo cañoneo al Puerto de Veracruz, la Escuadra estuvo muy activa los meses de septiembre, octubre y parte de noviembre, hasta que el General Guadalupe Victoria la envió a Alvarado para refugiarse de los vientos del norte.

El 3 de septiembre de 1823, algunas embarcaciones extranjeras quisieron fondear en la zona pero el fuego del Baluarte Concepción ubicado en el puerto se los impidió, aunque era evidente que hacía falta una presencia naval más eficaz. El Supremo Poder Ejecutivo emitió varios decretos los cuales dictaban que todos los buques mercantes españoles abandonaran los puertos mexicanos y los de guerra fueran apresados. Con la intención de dificultar la entrada de buques por el canal, se ordenó instalar algunas piezas de artillería y tres lanchas en Punta Gorda y dos o tres más en Mocambo. Asimismo, se dispuso el cierre absoluto del Puerto de Veracruz, reubicándose la aduana en Boca del Río. Ese mismo día, el Capitán José de Aldana entregó el mando del Departamento de Marina y de la Escuadra de Veracruz al Capitán de Fragata José María Tosta.

Paralelamente a estos acontecimientos, el 4 de octubre de ese año, arribo a las inmediaciones de Veracruz la corbeta inglesa Fyne, comandada por el Capitán J.H. Roberts, con el objetivo de proporcionar ayuda y transportar a ciudadanos de la Corona británica que quisieran salir de la ciudad, asi coma fungir de mediador en el conflicto.

Lemaur pretendió sacar ventaja de esta situación, exigiendo al General Guadalupe Victoria ceder la Isla de Sacrificios y su fondeadero, la suspensión de las obras de fortificación del puerto y además, la retirada de las balandras cañoneras nacionales que impedían que llegaran los buques mercantes al Castillo para proveerles de lo más necesario, peticiones que el General Guadalupe Victoria no aceptó. Al darse cuenta Lemaur que sus exigencias no habían dado resultado, cambio su estrategia adoptando una actitud más humilde al pedir una tregua argumentando la escasez de alimentos en el Fuerte. El gobierno contestó categóricamente que no habría ninguna consideración, reiterando que no se permitiría la salida de la fortaleza a ninguna persona, hasta no conseguir su rendición.

Todos estos sucesos llevaron a que el 25 de octubre de 1823, se decretara oficialmente el estado de bloqueo a Ulúa, que obligaba a los buques españoles a salir de los puertos mexicanos en un periodo de 24 horas o de lo contrario serian hostilizados por los buques nacionales; prohibía a todos los individuos de cualquier clase establecer relaciones con la guarnición y vecindario de San Juan de Ulúa; los buques españoles que no cumplieran con este decreto o que intentaran llegar a otro puerto nacional o de Colombia serían apresados.

Después de más de tres años de la toma de Ulúa por parte de las tropas españolas, éstas empezaron a fugarse y al llegar al Puerto de Veracruz fueron interrogadas y proporcionaron información de las condiciones del Fuerte. El General Guadalupe Victoria tuvo conocimiento de que había llegado de La Habana una escuadra comandada por el Capitán Juan Bautista Topete, trayendo para la Fortaleza una gran cantidad de municiones para sus cañones y morteros. Supo también que Lemaur había enviado el 18 de marzo de 1824 dos botes con la bandera española a la Isla de Sacrificios, mismos que no pudieron pasar debido a los disparos provenientes de la batería de Mocambo. Esta provocación dio el pretexto a Lemaur para asestar ese mismo día el tercer bombardeo contra Veracruz, tomando a la ciudad desprevenida a pesar de los avisos promulgados por el General Guadalupe Victoria, suspendiéndose el fuego el 30 de marzo. La desesperada defensa que sostuvo el puerto de Veracruz le dio el mérito de ganar su primer galardón de ciudad heroica.

Luego de un año de estar participando en el bloqueo a Ulúa, la Escuadra Nacional permaneció resguardada en Alvarado, tratando de completar sus requerimientos e impedida para operar regularmente por encontrarse en reparaciones. El Capitán Tosta envió avisos a los jefes de Tampico, Tuxpan, Alvarado y Tlacotalpan para que apoyaran con personal para la Escuadra. Al no poder resolver las necesidades de personal, tuvo que recurrir al método de enganchamiento forzado, ordenando que de los desertores del Ejército Nacional capturados y enviados a Veracruz, se tomaran 200 hombres para destinarlos al Batallón de Marina de la Escuadra Nacional.

Para el 7 de noviembre de 1824, Tosta al mando de la escuadra y el General Manuel Rincón como representante del Gobierno, ya se encontraban en Mocambo para organizar la ocupación de Sacrificios y detallar el apoyo logístico para estrechar el cerco a Ulúa, mismo que se llevó a cabo al día siguiente. De inmediato se levantó un fortín para instalar la artillería, hornos para bala roja y el asta donde se izó la Bandera Nacional. Tosta se dirigió a la Isla de Sacrificios por órdenes del General Rincón, a fin de acondicionar un espacio para el anclaje seguro de las naves que llegarían a apoyar el bloqueo.

A mediados de diciembre, Tosta designó al Primer Teniente Francisco de Paula López el mando de la escuadrilla y de la operación del bloqueo, a bordo de la goleta Iguala y acompañado de la goleta Anáhuac y dos balandras. El tamaño y la cantidad de las embarcaciones asignadas era insuficiente, la verdadera importancia radicó en el efecto psicológico que tuvo sobre la moral de la guarnición atrincherada en Ulúa, quienes hasta ese momento, creían casi imposible que los mexicanos pudieran operar sus naves.

El bloqueo continuó y empezó a rendir frutos, ya que a mediados del mes de noviembre llegó nadando a Veracruz un prisionero fugado de la Fortaleza quien informó que en Ulúa se encontraba una guarnición de 270 hombres enfermos de escorbuto y fiebre amarilla, incluyendo a Lemaur y 100 hombres sanos prestos a disparar los cañones. Informó también que Lemaur había solicitado auxilio a La Habana, esperando que en veinte días llegara el apoyo y de no ser así, rendirían la Fortaleza. El 28 de enero de 1825 Lemaur fue relevado de su cargo de gobernador de la Fortaleza por el Brigadier José Coppinger; quien se hizo cargo de una situación cada vez más difícil.

El Capitán de Fragata Pedro Sainz de Baranda y Borreyro fue designado como Comandante General del Departamento de Marina de Veracruz, tomando posesión del mando el 16 de agosto. Conociendo la situación de la escuadrilla, se dio a la tarea de organizarla lo mejor posible. El mando de la escuadrilla destinada a hacer frente a Ulúa, pasó a manos del oficial Francisco de Paula López el 15 de diciembre.

En septiembre, Coppinger con la mediación de Juan Welsh, Cónsul ingles en Veracruz, entabló comunicación con el General Barragán para pedir una tregua, sin obtener resultados. El 19 de septiembre de 1825, zarpó de La Habana un convoy naval español, compuesto por las Fragatas Sabina y Casilda y la Corbeta Aretusa, acompañadas de dos bergantines mercantes que transportaban víveres. Estas embarcaciones se avistaron en Ulúa el 5 de octubre y al ser reconocidas por la Escuadra Mexicana fondeada en Sacrificios, se alistó todo lo necesario para el combate.

La avanzada que Sainz de Baranda destacó la madrugada del 6 de octubre de 1825 para hacer frente a las naves españolas, estuvo al mando del Capitán inglés de Marina Carlos Smith y fue integrada por la fragata Libertad, los bergantines Victoria y Bravo; las goletas Papaloapan, Tampico y Orizaba; el pailebot Federal y la balandra Chalco.  Fue el 11 de octubre cuando se presentó nuevamente la Escuadra española: a las diez de la mañana comenzó la aproximación frente a frente y, luego de cuatro horas, los españoles se hicieron de la vuelta de afuera  retirándose de las inmediaciones de Ulúa para regresar a La Habana.

Al quedar desamparado por la escuadra que venía a auxiliarlo, Coppinger no tuvo otra salida más que la capitulación del fuerte, cuya acta se firmó el 17 de noviembre de 1825, y para el día 23 fue arriada en el Castillo la bandera española. El General Miguel Barragán izó el Pabellón Nacional y ordenó una triple salva de veintiún cañonazos, quedando registrada esta fecha como la de la capitulación.

El 21 de noviembre de 1991 el entonces Presidente de la República Licenciado Carlos Salinas de Gortari, tuvo a bien expedir el decreto para que se conmemorara el 23 de noviembre como el día de la Armada de México. Consideró que la mejor forma para difundir entre la población el cariño, el respeto y la admiración por nuestros héroes e instituciones, debía ser dedicando una fecha para recordar la gesta heroica realizada por el Capitán de Fragata Pedro Sainz de Baranda y de los hombres que comandaba.

Como reflexión solo resta recordar que los conquistadores españoles lograron tomar la gran Tenochtitlán en 1521 solo por la visionaria sagacidad de Hernán Cortes, quien atinó a percibir que la gran ciudad únicamente sería tomada con el auxilio de un cerco naval. A este propósito dedicó sus esfuerzos y en un tiempo récord para la época, pronto dispuso de los trece famosos bergantines que ayudaron a sitiar y tomar la orgullosa capital del Imperio Mexica. Nadie en ese tiempo se pudo imaginar que la Nueva España tendría una duración de 300 años y, que precisamente por otro cerco naval, se habría de expulsar a los españoles herederos de los que nos conquistaron. Como en 1521, fue un operativo naval el que decidió la plena Independencia de México. Por ello se reafirma la expresión que dice: Y la independencia se consolido en el mar.

El siglo XIX es el siglo en el que México dejó de ser una colonia para pasar a ser un país independiente. Como Nación emancipada del Imperio Español, México quedó al principio en la orfandad, los capitales habían salido del país junto con sus dueños y los recursos eran escasos para todo. Las nuevas instituciones trabajaron con poco o nada de infraestructura, para el caso del Ministerio de Guerra y Marina las necesidades más apremiantes tuvieron que esperar hasta que llegaron los préstamos extranjeros. En tales condiciones fue como nació la Armada Mexicana. Con escasez pero con eficacia, surgió triunfante, hoy los marinos y el pueblo de México pueden estar orgullosos de contar con una Armada que cumple a cabalidad con las tareas que la nación le encomienda.

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