LAS REFORMAS QUE VIENEN
Alberto Núñez Esteva, Presidente Sociedad en Movimiento
Pemex, mi empresa, en manos de un sindicato abusivo encabezado por un líder corrupto. Pemex, mi empresa, saqueada por la Secretaría de Hacienda, quien le quita todas sus utilidades y algo más por su incapacidad de generar, hasta la fecha, una reforma hacendaria que la provea de recursos. Pemex, mi empresa, perforada por el crimen organizado, quien extrae de sus ductos su riqueza, la industrializa y distribuye sin que las autoridades sean capaces de detener su rapacidad. Pemex, mi empresa, modelo de ineficiencia y corrupción que ha originado que tengamos que importar más de una tercera parte de la gasolina que consumimos en el país. Pemex, mi empresa, quien sufre año con año pérdidas multimillonarias y tiene un capital negativo cercano a los 200 mil millones de pesos. Pemex, mi empresa, sí, la de todos los mexicanos, transformada en uno de los grandes poderes fácticos en beneficio de unos cuantos y en perjuicio de quienes somos supuestamente sus dueños: tú, yo, nosotros, los ciudadanos mexicanos.
Están anunciadas para fecha próxima dos grandes reformas que afectarán sin duda, para bien o para mal, la suerte de nuestro país: las reformas energética y hacendaria. Las dos íntimamente ligadas, pues la segunda está obligada -entre muchas otras cosas que sería largo tratar- a resolver el saqueo de Pemex por parte de la Secretaría de Hacienda y la primera a resolver, como uno de sus objetivos fundamentales, los problemas estructurales de nuestra multicitada empresa. Noruega es un buen ejemplo de cómo manejar los recursos petroleros en beneficio de sus ciudadanos. Brasil, a través de Petrobras, es otro ejemplo del manejo de una empresa con visión moderna y altura de miras sin perder el control, por parte del Estado, de su recurso petrolero. Dejemos atrás el manejo de Pemex basado en ideologías del siglo pasado alimentadas por la corrupción, y pensemos en grande para aprovechar el recurso que la naturaleza ha puesto en nuestras manos y que lo hemos echado por la borda.
¿Cómo aprovechar el gas que ahora se nos escapa de entre las manos y se pierde en el infinito? ¿Cómo aprovechar la fuerza solar para transformarla en energía? ¿Nos hemos dado cuenta del enorme potencial que tenemos en esta materia? ¿Cómo aprovechar la fuerza del viento, como ya lo estamos haciendo en La Ventosa? ¿Cómo evitar reproducir la experiencia de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, modelo de corrupción e ineficiencia que afortunadamente fue obligada a cerrar sus puertas para detener el saqueo del que éramos objeto todos los mexicanos?
Estamos atravesando por un momento crucial para el desarrollo de país. Se ha dado un enorme paso hacia adelante por medio de generar el Pacto por México, que da rumbo y sustancia a la marcha del país. Se han impulsado recientemente reformas de gran calado como son la laboral, la educativa y la financiera, quedando pendientes en varios casos la aprobación de las leyes secundarias que le den sustancia a la reforma constitucional. Quedan pendientes, entre otras, las dos grandes reformas a las que nos hemos referido: la energética y la hacendaria. Ambas, íntimamente ligadas, que provocarán sin duda, si son de gran calado, opiniones encontradas ya que afectarán intereses hasta ahora intocables. El año que está corriendo marcará el rumbo del país. Si tenemos éxito, México habrá dado un paso adelante para alcanzar el anhelado crecimiento económico generador de empleos dignos. De lo contrario, seguiremos en un peligroso, cada vez más peligroso estancamiento incapaz de atacar la pobreza y desigualdad en sus raíces, estancamiento que es fuente de inconformidad y de alimento de grupos violentos, en ocasiones disfrazados de maestros, cuyo rostro ya hemos contemplado.
Juguemos el juego de la pirinola: todos ponemos, para que México gane. La defensa a ultranza de nuestros propios intereses no debe ser el signo de los nuevos tiempos. El ataque frontal y en sus raíces a la pobreza y la desigualdad, para dar cabida a una clase media ilustrada y vigorosa, es la lucha a la que todos debemos contribuir. Tomará tiempo, pero por eso, precisamente por eso, debemos empezar a recorrer ese camino cuanto antes. No hay tiempo que perder.
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