BARLOVENTEANDO

 

Mucho agua en 60 años no es nada.

Quien celebra un aniversario, pretende regresar el tiempo para gozar nuevamente una efeméride importante en su vida, cuando el hecho recordado es el conmemorativo de la graduación profesional en sus bodas de ? ? ?, el asunto adquiere características homéricas, es el inicio de la odisea que todo hombre instruido pretende protagonizar en su vida.

Ser Marino Mercante, es una decisión trascendente que se toma en la mayoría de los casos en forma irresponsable, la inducción de las historias de piratas, el deseo de aventura por todo el mundo, el trasfondo hedonista de la versión “en cada puerto un amor” y la imposición paterna pretextando tradición familiar, fuerzan prácticamente a los jóvenes que deciden estudiar en una escuela Náutica para ser Marino Mercante, en algunos casos, muy pocos, se estudia la carrera, por vocación auténtica al mar, sentimiento filotalásico, de amor a la naturaleza del océano.

El trabajo en la mar, a bordo de los barcos mercantes, forma el carácter de marino, personalidad sui géneris, derivada del aislamiento de la sociedad, al mismo tiempo influida la conformación del carácter por el sentimiento gregario de convivir durante largos periodos con el grupo que conforma la tripulación de un barco, paradoja auténtica, seres de gran sociabilidad grupal aislados de la sociedad.

La característica del trabajo laboral a bordo de una embarcación hace del marino un ser con una gran independencia de criterio, con la falibilidad propia de todo humano, el mando en la mar no se puede compartir, las decisiones que se toman en situaciones contingentes, implican la vida de los involucrados o la persistencia operativa del barco, una maniobra mal hecha en medio de una tormenta, puede hundir la embarcación, la conservación y operación de la maquinaria en un barco hace de los ingenieros de a bordo auténticos ejecutivos, el desplazamiento seguro del barco y su conservación en la mar se tiene que dar sin recurrir a la ayuda externa, una empresa autárquica.

Quienes han vivido durante los últimos sesenta años de la profesión de Marino Mercante, ha visto pasar mucho agua, ha girado la rueca de la vida hilvanando acontecimientos inéditos; en 1952 la Marina Mercante pretendía ser un potente motor para impulsar el desarrollo Nacional, el bonito lema de “La Marcha al Mar” se daba bajo los mejores augurios, con los fantásticos proyectos industriales y agropecuarios armados y puestos en marcha por el Presidente Miguel Alemán Valdez, el desarrollo portuario y creación de una poderosa flota mercante, era complemento indispensable, como muchas cosas que emprendemos los mexicanos, gran parte de los proyectos quedaron en buenas intenciones, México continuó y continua sesenta años después, de espaldas al Mar, sin Marina Mercante.

Ser testigos de lo no hecho durante sesenta años, indigna, a pesar de las propaladas versiones de incremento de flota y abanderamiento de barcos, los mas de 275 millones de toneladas de carga diversa que se mueve en puertos mexicanos, un 98% se realiza con embarcaciones extranjeras, ergo, no hay Marina Mercante.

Yo pertenezco a la generación que cumplió 61 años de haber egresado de la Escuela Náutica de Veracruz, por supuesto hubo festejo entre muy pocos, los sobrevivientes de la odisea que cada uno protagonizó, nos vimos nuevamente las caras, alguno, me parece ninguno continúa laborando en la mar, a decir verdad un solo Capitán sigue en la brega marinera, de treinta que conformamos la antigüedad 24 se han retirado de la vida, los sobrevivientes atesoramos el bagaje mas increíble y disímbolo que se pueda imaginar para quienes optaron por la profesión de marino.

La personalidad que conforma la profesión de Marino y el trabajo a bordo de un barco, ha sido reconocida y apreciada en muchas áreas de trabajo diferentes al de la marina, de la generación egresada en 1952 han salido altos ejecutivos de CFE, el IMSS, la industria química, ferrocarriles, hay constructores de fabricas, barcos e instalaciones portuarias, políticos funcionarios públicos como Director de Obras Públicas del Gob. del Estado, Delegados de SCT, del autotransporte Federal, agente aduanal, Naviero, maestros de Escuelas superiores, inventores, periodistas y por supuesto, profesionistas en toda la gama del espectro que conforma la Marina Mercante, hemos vagado y dejado nuestra huella por todo el mundo, aceptamos el reto de la vida,  la síntesis es de triunfo, gracias a la vida y a la mar que nos dio tanto.

Todos somos ochentones, uno de 82 años sigue navegando, tan campante como hace 60 años, otros cuatro continuamos en la brega de la actividad profesional que se nos dio, algunos ya dañados y listos para entrar en varadero, pero como todo barco viejo, con un cúmulo de experiencias que da valor a su existir. ¡AGUAS!

Mayo 31 del 2013  www.barloventeando.com.mx Luis Martinez Wolf

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