JUDAS ISCARIOTE, ¿ EL ETERNO TRAIDOR ?

CRISTO

JUDAS

 

 

 

Por Héctor Medina Varalta

Tradicionalmente, el Viernes Santo se ha separado para la observancia de este acontecimiento, un tiempo para revivir la pena, el sufrimiento, la vergüenza, la oscuridad de la hora de la crucifixión. Y el discípulo que traicionó a Jesús, Judas Iscariote, es el abominable centro de atracción en este día. Es un drama grandioso y poco plausible-complicado, confuso, paradójico. Es por esto, que la crucifixión de Jesús se le ha llamado “La Hora Más Oscura en la Historia de la Humanidad.” Los personajes en el drama han sido vilipendiados y condenados: Pedro por negar a Jesús, Pilato por su debilidad y Judas por su acto de traición se ha convertido en sinónimo de la más malvada de las acciones. Por su parte, Dante Alighieri presenta a Judas como el más ruin de todos los hombres. En el dogma cristiano, Judas se ha convertido en un criminal. En otras palabras en los Evangelios, Judas es juzgado culpable mucho antes del crimen. No obstante, Judas fue uno de los amigos más íntimos de Jesús. El Maestro creía en él. Vio grandes posibilidades en Judas, le seleccionó personalmente como a alguien que podía ayudar enormemente a la causa. Y, al igual que los demás discípulos también dejó todo para seguir a Jesús. Además cuando Santiago y Juan argumentaban sobre quienes tendrían los puestos de liderazgo cuando Jesús llegara a su reino, le dijeron a Jesús que querían sentase a Su derecha y a Su izquierda. Sin embargo, Judas estaba cumpliendo con su tarea, callada y eficazmente.

Los discípulos no estaban seguros de sí  mismos

Cuando Jesús en la última cena dijo que uno de sus discípulos lo iba a traicionar, en vez de decir, “¿Quién es ese?” ellos sólo atinaron a preguntar tímidamente, “¿Soy yo, Señor?” en otras palabras, ninguno de ellos estaba seguro de sí mismo. De hecho, cada uno de los apóstoles sospechaba de sí mismo. Por otra parte, Jesús no condenó a Judas. De acuerdo a la Biblia, Jesús parece ser casi su cómplice, ya que le dijo-después de que le diera el pan remojado- “Lo que vas a hacer, hazlo pronto.” Es como si le hubiese encargado: “Esta es tu tarea, sal y cúmplela”. Fue un destino que Él escogió. Él dijo de hecho: “Yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita” (Juan 10:17, 18). Eric Butterworth, autor de Discover your inner power, escribe: “Judas vendió al Maestro por treinta monedas de plata. Era una suma ridículamente pequeña. Judas venía de un ambiente opulento. Por lo tanto, ese dinero no significaba nada. Él pudo haber obtenido diez veces esa cantidad si el dinero hubiese sido su propósito. Él simplemente trataba de forzar a Jesús a tomar acción.”

No lo entregó para que lo mataran

Más adelante Butterworth comenta que en 1960 asistió al drama de la Pasión en Oberammergau, Alemania, la tesis que él desarrolla en el libro mencionado. Dramática y articuladamente, se desenvuelve la siguiente escena: Judas está frente a Anás informando que la tarea está cumplida. Y Anás dice, “Ah, tengo que abrazarte, mi amigo. Nuestro plan ha triunfado. ¡Judas! Tu nombre ocupará un puesto de honor en nuestros anales. ¡Aun antes de la Fiesta, el galileo morirá!” de momento, Judas es sacudido por la implicación de lo que ha hecho: “¿Morir?, ¿morir? ¡Pero yo no Lo entregué para ti para eso! No, no, eso no lo acepto así.”

Entonces aparece Judas en varios soliloquios dramáticos que revelan mucho de sus sentimientos internos, su remordimiento y su confusión. Está solo en el escenario. Llueve copiosamente, Judas dice: “Presentimientos siniestros me acosan. Esa palabra de Anás “es necesario que muera”-ah, esas palabras me atormentan dondequiera que voy, dondequiera que me detengo. Sería terrible… terrible. Si ellos… Mi Maestro… ¡y yo el causante de todo! Si el Maestro quisiera salvarse hubiera dejado sentir Su poder una segunda vez en el Jardín de los Olivos. Si no lo hizo allí, no lo hará ahora. ¿Y qué puedo hacer yo por Él? Yo, el más miserable de los hombres, que lo he entregado en sus manos? Tendrán su dinero de vuelta. Iré y pondré mi reclamo. Pero, ¿lo salvará eso a Él? ¡Ah! ¡Vana y estúpida esperanza! Se mofarán de mi oferta.”

El remordimiento de Judas

Judas irrumpe en la cámara del Consejo y acusa a los sacerdotes de embaucarlo. Les tira el dinero y corre. Y entonces, en la parte más elocuente y dramática de toda la representación, Judas se queda en el escenario, golpeando su pecho, de rodillas, de pie, corriendo, llorando, gritando…

“¿A dónde puedo ir para esconder mi dolorosa vergüenza, para eliminar las torturas de mi conciencia? Tierra, ¡ábrete y trágame! ¡Yo no puedo, no puedo vivir! Mi Maestro, el mejor de los hombres, lo he vendido, entregado a malos tratos y a la tortura de la muerte de un mártir. Yo… ¡detestable traidor! ¡Ay! ¿Dónde hay un hombre en que recaiga tanta culpa? ¡Cuán bueno siempre era conmigo! ¡Cuán dulcemente Él me consoló cuando mi alma estaba triste! ¡Cuán maravillosamente feliz me sentí cuando me sentaba a Sus pies y las enseñanzas celestiales brotaban como miel de Sus labios!...” Y se enrolla una tela alrededor de su cuello y se ahorca. Suena esto como un hombre que maquina un despiadado plan para vender a Jesús por dinero? ¿Podemos encontrar otras cosa que no sea el remordimiento de un hombre que trató de acelerar el proceso de la misión de Jesús y simplemente falló en su cálculo de lo esa misión era?

John Ruskin dijo una vez que el pecado del mundo es esencialmente los pecados de Judas, y que los hombres no descreen en el Cristo, ¡pero lo venden! Hay algo de Judas en ti y en mí, y es una influencia muy real en nuestras vidas. Creemos en las cosas del espíritu, pero deseamos las cosas de la carne.

No seas-puntualiza Butterworth-demasiado cruel con Judas, porque existe un estado de mente Judas en todos nosotros. Trabajemos diligentemente para levantar nuestros motivos, nuestras metas y aspiraciones, cosas que podamos decir: “Yo vine a dar testimonio de la Verdad”. Y de todos modos-de acuerdo a George Bernard Shaw-le crucificaron en un madero, pero de algún modo Él se las ingenió para asirse de la extremidad correcta.

Aclaración: No es mi intención mofarme de las creencias religiosas, es tan sólo una opinión muy personal, basada en experiencias propias-mi señor padre siempre salía en defensa de Judas y algo de ello se quedó  en mi. También el libro de Butterworth reafirmó mi convicción.

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