EL VERBO “ PENDEJEAR”
Jornada Huasteca
-El verbo “pendejear”
-La complicidad de las mujeres
Livia Díaz
Poza Rica, Ver., a 8 de marzo de 2013.- En un taxi, presencié hoy la siguiente conversación, entre un conductor y un usuario:
-Te pago dos (lugares) traigo esta batería.
-¿Cuánto le costó?
-880.
– Te salió cara, hermano, en autozone, están más baratas.
–A ¿cuánto? –la de este carro nos costó 630.
–Me costó 880.
–¿Tenía mucho tiempo de uso? A lo mejor, lo que estaba mal, es el alternador.
-Tiene uso. Más de dos años. Dos años y medio.
-Hubieras hecho efectiva la garantía. Es de tres años. Te hacen el pago de la mitad del costo.
-me costó 880.
-¿con garantía?
-Sí.
- (el conductor mueve la cabeza por toda respuesta, como aprobación)
-Me bajo ahí, en “la parís”.
-El vehículo se detienen la esquina de La Lupita. Baja el señor con su batería. Me parece que le pesa menos que cuando se subió, con trabajos, al vehículo colectivo de Poza Rica. Se fue “pendejeado” por el taxista. Pronto se conocerá por todo el mundo el verbo mexicano “pendejear”. Completamente pendejeado, el usuario del taxi, conoció que el taxista además de estar mejor informado y ser un sabiondo, obtuvo mejores precios y hasta le hace publicidad a sus proveedores.
“En México nos pendejeamos a diario”, pienso mientras escribo. Nos pendejeamos unos a otros y unas a otras. Es cultural. Ya es parte de nuestro vivir cotidiano, pendejeaos hasta a los futbolistas y a los presidentes. Parece ser nuestra misión en la vida. Por momentos entre más y mejor pendejeamos en casa o en la empresa en la que trabajamos, nos sentimos mejor. Neta. Es como liberarse de la carga, como le pasó al de la batería.
Pero algún día el señor va a hacer el retruco y que se cuide el taxista. El usuario del servicio encontrará con qué pendejearlo y revirársela.
LA COMPLICIDAD DE LAS MUJERES
En un día frío de 8 de marzo en la zona norte de Veracruz, todo es felicitaciones a las mujeres, buenos deseos y ofertas para agasajar, apropiadamente a sus más queridas representantes del sexo “débil”.
Para ellas, otro día de trabajo. Ya no existe ninguna que no deje el hogar, aunque sea para representar al marido. Las de la casa, aunque sean millonarias tienen muchos deberes, las más pobres también.
Desgraciadamente muchas ya no tienen tiempo para educar a sus hijos. Los adolescentes pagan con el abandono, los abonos de copel y otras tiendas.
Seguido se ve a las patrullas de la policía trasladar muchachos que cometieron algún acto vandálico o un pequeño robo, del que nunca son procesados porque la gente solo quiere darles un susto, escarmiento, o volverlos ejemplo ante otros. Casi nunca llega a presentar cargos contra ningún adolescente, ya sea mujer u hombre, que cometió algún acto delictivo.
Son chicos y chicas a los que nadie les puso límites, ni los guió por el camino de una educación en la que formaran hábitos como saludar, darle el paso a las damas, dar las gracias, respetar a los adultos, siquiera.
Los vemos en las escuelas intentar encontrar su lugar en la escuela y encontrar su lugar en el mundo, en forma tan desesperada, que solo les queda reproducir lo que ven en la tele y en las taranovelas. Algunas, que son verdaderas escuelas del crimen, la extorsión y el chantaje; y otras, malas escuelas del sexo consentido y el abuso sexual.
Las madres de niños así, poco tiempo tienen para ellos. Si son migrantes o quedaron atrapadas en el tránsito laboral, sufren doblemente, por no tener arraigo y familia, y por no tener apoyo de nadie. Se sostienen en redes conformadas por otras mujeres, solidarias, que se ayudan entre sí, con reglas no escritas que a veces son de complicidades, más que de ayuda.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Una cierra los ojos a las atrocidades de la otra, mientras aquélla, hace de la vista gorda por las ausencias de la primera y los abusos de la tercera. No obstante, no se ha inventado algo mejor.
No hay guarderías para adolescentes. No existe ninguna opción para ellos, ninguna casa refugio, casa de día o cuidado vespertino que garantice, al menos, una comida caliente a los críos, que por exceso de trabajo de las mujeres, muchas veces, solas, dejan al garete, a la buena de Dios, esperando cada día que los guíe la divinidad, una mano santa, una vecina solidaria, o que maduren y tengan la buena cabeza de sobrevivir a todo, y que a pesar de todo, así como nacieron, consigan seguir en este mundo, a pesar de la carestía, las carencias, y de tenerlo todo en contra. Que lleguen a ser adultos buenos, útiles, que no sean buenos para nada, y que miren hacia atrás, cuando tengan que correr hacia su destino.
Comentarios
Publicar un comentario