LA MUJER DE ENFRENTE

 

Si te chilla la tripa, la comida es poca

Leticia Puente Beresford

Nueva York.- No sé si es por mi bien, que no he ido a México. Se le extraña. Pero me extraña aún más esa Cruzada contra el Hambre, porque, con todo y que suena bien, me causa dolor, dolor al recordar.

Y cuando digo “qué bien”, al mismo tiempo que “qué dolor” es porque sé lo se siente que   a una “le chille la tripa”, tener hambre.

Casi todos la hemos sentido, por ejemplo cuando estás trabajando y escuchas ese ruido, esa sensación de que “chillan” los intestinos. Y cuando el hambre es insistente, hasta nos enoja. Si eres adulto lo aguantas y buscas el espacio para una “escapadita”, córrele, que no te vean, y vas a la esquina por las “quecas” (empanadas de tortilla de maíz, llamadas también quesadillas); por  la torta, el guarache, el taco o lo que sea, Y si no hay dinero, pues no importa, se pide prestado, “fiado”, como se dice en México, y en la quincena se paga. 

Pero el hambre ligada a la pobreza, esa a la que va dirigida la famosa Cruzada contra el Hambre, del gobierno de Enrique Peña Nieto, a través de la Secretaría de Desarrollo Social, donde habita ahora la prófuga de la izquierda Rosario Robles, tiene su antecedente, su claro antecedente en el publicitado  “Programa de Solidaridad” del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Operó Solidaridad también en Coatzacoalcos, Veracruz, y recuerdo lo indignadas que quedamos en especial las mujeres por la tomadura de pelo. Terminamos por quemar en grandes botes de basura esos panfletos de “Solidaridá”, como decían las señoras, en pleno centro de esa ciudad, precisamente frente al palacio municipal.

Sí, nos fregaron a todas y cada una de las mujeres que creímos en ese mentado programa, pues para registrarnos como “be-ne-fi-cia-das”, nos pidieron dos fotos recientes, comprobante de vivienda, etc.,  hasta que nos dieron el papelito color de rosa.

Y luego, traslados desde tus colonias hasta el Centro; gastos y más gastos, algo verdaderamente sin nombre.

Y eso que Coatzacoalcos es nada más y nada menos que el emporio petroquímico de Latinoamérica, nombre que impresiona, ciudad con colonias y colonias, incluso en zonas de pantano donde no debería haber asentamientos ; campo, mar, río y su escudo con la Serpiente Emplumada coronando una pirámide prehispánica.

Y luego de Oportunidades, las mujeres quedaron peor, nada qué ver con el “unidos para progresar” que rezaba el programa, ningún abatimiento de la pobreza. Ahí están los periódicos que dejaron testimonio de ello, a las mujeres que se creyeron beneficiarias, a mí. 

Ahora, con el nuevo gobierno de Peña Nieto, nada es nuevo, aunque el programa lo lidere una mujer sacada de la filas de la llamada izquierda, porque a final de cuentas izquierda o derecha pueden ser lo mismo si sus personajes se dedican a crecer por medio de, o gracias a, las necesidades del pueblo, abandonando cualquier principio humanitaria, como acabar con el hambre. ¿Qué merecen?

Lo que sé de cierto es que cuando el hambre y la muerte asechan, sus hombres y sus mujeres miran alto y no hay quién las detenga para terminar con esa falta de atención. Ya lo vimos en los Altos de Chiapas hace unos años, cuando el sacerdote Tatic Samuel Ruiz dijo: “Se cansaron, de ver a sus hijos, a sus hijas morir en sus brazos, por falta de alimento”. Razón suficiente para la sublevación.

Y es que no sólo es el hambre de tortilla, sino también hambre de justicia como dijo Ruiz, que murió estando del lado de los indígenas. 

Ni para qué acordarse de las mujeres promotoras de Oportunidades que nos traicionaron por aquellos tiempos en Coatzacoalcos, ya vienen otras en esta Cruzada contra el Hambre, que incluye a Coatzacoalcos y a 399 municipios más.

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