“POR MI GÜEVOS…”
Guadalupe Loaeza
20 Dic. 12
Hoy, hace ocho días recibí una llamada angustiadísima. "¡Me quieren matar. Me están disparando!". Era Patricia Rodríguez, mi amiga psiquiatra y escritora. "Me voy a la delegación Benito Juárez a levantar un acta de atentado. Hay un orificio de bala en mi ventana. Quién sabe quién me disparó desde el estacionamiento clausurado de Saks". No lo podía creer. ¿Cómo era posible que hubiera recibido un proyectil (el cual, esa misma noche los peritos lo encontraron al lado de su cama) estando en su recámara metida en su cama? Patricia estaba a punto de ver las noticias, cuando de repente sintió en el rostro un golpe que la hizo voltear hacia la ventana. Súbitamente descubrió dos orificios en la cortina plástica. En ese instante sintió la cara dormida y su presión subió al máximo. Le propuse acompañarla. "Voy con mi vecino. Luego te llamo". Eran las 10:40 de una noche sin luna.
Hacía meses que Patricia me había contado de las molestias que le ocasionaba un estacionamiento que se encuentra en José María Velasco 95, el cual la dejó como si viviera dentro de una pecera, es decir, todas las ventanas de su departamento dan hacia el cuarto piso de ese estacionamiento, cuyo dueño, Isaac Bejar Moscona, construyó violando por lo menos seis puntos. Ya los 24 vecinos del edificio habían consignado varias irregularidades en una queja ciudadana presentada el 20 de enero de 2012, con atención al licenciado Luis Vizcaíno Carmona: los verificadores, por razones extrañas, no encontraron las muy evidentes anomalías.
De acuerdo a Seduvi.
a) El señor Bejar podía construir 2,659 metros cuadrados y levantó 4,400. Y, no contento con ello, construyó un cuarto piso (del cual dispararon a Patricia), cuando en realidad sólo tenía permiso de tres.
b) Tenía que dejar 20% de área libre y utilizó 100%.
c) Dejó ventilaciones a través de las fachadas de colindancia, permitiendo la salida de gases tóxicos producidos por los automóviles hacia las viviendas vecinales.
e) Construyó balcones (de metro y medio, lo permitido es un metro) que sobresalen a las banquetas para poder así colocar más autos.
f) No construyó una doble rampa para que los autos suban y bajen.
g) El estacionamiento carece de un área de espera y entrega de autos, provocando así desorden y estorbando, naturalmente, el libre paso de los peatones.
h) Construyó una bodega dentro del estacionamiento para almacenar productos que utiliza en sus dos restaurantes Saks (en total, Bejar Moscona es propietario de cinco), de la colonia San José Insurgentes.
Debido a todos estos atropellos y a la falta de respuesta por parte de la delegación, Patricia optó por recurrir a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, donde levantó un "Acta Circunstanciada". Gracias a la atención y a las buenas gestiones de esa institución, el 9 de noviembre InveaDF (Instituto de Verificación Ambiental) clausuró el estacionamiento. Al día siguiente los sellos de clausura amanecieron tapados con cartulinas y siguió funcionando. Dos días después fueron retirados los sellos por personal del señor Bejar. El 22 de noviembre InveaDF colocó los sellos nuevamente. Esta vez, el estacionamiento dejó de funcionar por completo. No así la bodega porque la clausura permite que se ingrese donde hay perecederos. Fue precisamente por esa puerta que, el 13 de diciembre, habría ingresado el presunto agresor de Patricia.
Patricia Rodríguez tiene 67 años. Es médica siquiatra. Ha escrito 11 libros: novela, cuentos y ensayo. Cuántas veces me comentó que, desde que se construyó el cuarto piso del estacionamiento que da a todas las ventanas de su departamento, temía por su seguridad. "He perdido mi privacidad, los que se mueven en el cuarto piso conocen mis movimientos porque no hay una verdadera barda, en su lugar hay una reja de gallinero, por la que se puede ver todo", me decía cada vez que nos veíamos. Confieso que su inseguridad, y el hecho de que viva sola la mayor parte del tiempo, me llegó a preocupar. No hace mucho me invitó a comer y pude ver con mis propios ojos cómo, efectivamente, el estacionamiento no nada más lo tenía encima, sino que ahora estaba comunicado con otros dos edificios y a su departamento. "Tienes que hacer algo. No te puedes quedar así", le dije. Lo que le ocurrió el 13 de diciembre confirmó nuestro temor. Sin embargo, nunca nos imaginamos que, por defender la legalidad y por no quedarse con los brazos cruzados, su vida correría peligro.
¿Estará al tanto de todo esto el señor Bejar, pues conoce a Patricia y ha estado en su casa e incluso la invitó a su boda? ¿Por qué incurrirá en tantos atropellos si él mismo ha visto cómo ha afectado el edificio y principalmente el departamento de mi amiga? ¿Será por tener, a cualquier precio, más ganancias? ¿Actuará de esa forma tan impune porque cuenta con la complicidad de las autoridades delegacionales? ¿Cuántos vecinos de la colonia San José Insurgentes están siendo agraviados por constructores como él, inmorales y por añadidura protegidos por quién sabe quiénes?
Por último, me permito transcribir tres cosas que pide Patricia.
1. Que se encuentre y se castigue al autor material e intelectual del atentado.
2. Que el señor Isaac Bejar acate las disposiciones de las autoridades.
3. Y que la delegación Benito Juárez no sea cómplice de constructoras voraces que transgreden todas las normas.
Como bien dice Miguel L., gran conocedor de la psicología mexicana, desafortunadamente, "vivimos en el país de ¡¡¡por mis güevos!!!".
gloaeza@yahoo.com
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