NO SE PIERDE LA RIQUEZA EN LA HUASTECA

Jornada Huasteca

Livia Díaz/ Poza Rica, Ver.- Es en esta ciudad petrolera en donde nada ha cambiado, a donde se sigue produciendo petróleo, pues hay pozos en las calles y hasta en los patios, los parques y las casas, y se rebombea y concentra la riqueza nacional.
Al escribir la historia, sus diferentes cronistas, han plasmado, que esta ha sido hogar de paso y cuna de grandes ídolos de la historia nacional.
Remigio del Ángel Fernández escribió, en el prólogo del libro "Por la senda del recuerdo", del ingeniero Jose Luis Rodríguez Badillo que, a diferencia de otros lugares, esta ciudad supo atesorar riqueza y no la perdió.
Pero quizá la más grande riqueza de este pueblo radique en sus viejos barrios, sus rincones huastecos, los que perduran, a pesar de la llegada de la transformación y de la modernidad a la que constantemente está sometida, actualmente, por ejemplo, el intenso tránsito por sus avenidas principales, motivó la construcción de un distribuidor vial.
Cuando vas caminando por esta región huasteca, encuentras aún casas de lodo en sus calles, con tejas de barro rojo cocido, con guano, palma, y estuco.
No como monumento público, ni como patrimonio a la historia, sino habitadas, y la gente que allí habita te remite a unos 50 años atrás, cuando este lugar, pertenecía a Coatzintla y a Papantla, tierras Totonacas.
Habitaron también los Huastecos o Téenek esta región, y es quizá en la muestra de sus tradiciones, en las que se nota con más claridad, el hermanamiento cultural que ocurre entre estos pueblos, cito, por decir uno, la Danza de los Huehues, con una coreografía muy similar a la Danza de Los Viejos que reproduce un pueblo Totonaco y que es una costumbre Téenek.
Pero hablaba de las calles, del olor de las tortillas y el tortear de la masa para los lonches, que todavía se puede escuchar en las orillas de la ciudad, en sus rincones más pobres, los más cercanos a los arroyos, y en las colonias más antiguas. Ahí a las cuatro de la mañana comienza el día, para la que empieza a preparar los taquitos y las viandas que sale a vender a los negocios y empresas, a las oficinas y escuelas, empiezan a caminar los obreros de varios servicios, los barrenderos, los transportistas, y más allá de las cinco comienza el sonar de motores cuando pasan los camiones y transportistas de materiales, las pipas y los carros de basura. Ya para las seis, despertaron los pájaros, las gallinas y los niños empiezan a prepararse para la escuela, es la hora en la que salen cientos de mujeres y hombres, que a la escuela, que a la oficina, y empiezan a caminar dándose los buenos días.
El transporte urbano de autobuses y el de taxis, ya tiene rato que empezó a laborar para eso de las siete de la mañana, en que, ya aclaró el día y comienza a llegar el del pan, y el del agua a las casas a ofrecer sus productos.
Tan pronto avanza la mañana, avanzan los pozarricenses y las pozarricenses, no importa que sean llegados de otros lugares, prácticamente, aquí, solo son pozarricenses los que nacieron hace unos 50 años, y si cambia de nombre el país, ni siquiera van a seguir siendo de la tierra en la que se les registró. "Y si a esas vamos -dijera Leonardo Zaleta- antes del registro civil, ni  siquiera éramos nada". Quizá hijos de la madre patria, así que todos somos tataranietos de españoles.
Produce un encanto tan familiar, pasar por la calle Independencia de la colonia Manuel Ávila Camacho y encontrar productos directos del campo. Pero no del gran campo sembrado con apoyo tecnológico, sino del rancho o comunidad, de donde ya traen que los chayotes cocidos, que el maíz tierno, que las habas y las calabazas.
Actualmente encuentras hongos, calabaza, flor de calabaza, y otras flores que se comen en la Huasteca y en el Totonacapan.
Francamente al ver los precios de estos productos tan baratos y naturales no nos explicamos porqué seguimos quejándonos de los precios, la crisis y las deudas. Si un kilo de fríjol que en la tienda cuesta más de 30 pesos, y en la calle lo encuentras fresco, directo del monte, a 15 pesos.
El tomatillo, que lo venden por latas de sardina o cuartillo, no rebasa los diez pesos y en las tiendas lo ponen hasta en 18 pesos, y el sabor, Usted no me dejará mentir, es exquisito y nada se compara con una salsa de ese tomatito, que crece la Huasteca, para unas enchiladas, o salsita de chile color.
Allí puedes ver los chicozapotes, las naranjas de ombligo, las mandarinas y limas, y tantos productos ricos que llegan en tandas, como el pan, para aquéllos que añoran y extrañan el sabor del horneado en Chicontepec, les tengo un tip, allí lo venden. Allí puedes comprar también los pastelitos de fruta, que son exquisitos y propios de Tantoyuca, también, te puedes encontrar con el de los cacahuates y algunos talabarteros que traen maravillas de cuero y también a los del zapupe y las canastas.

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