LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS Y LA SALUD MENTAL

DSCF9145

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

 

Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

"El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe"

Jean-Jacques Rousseau

Hoy en día las escenas de violencia o delincuenciales son parte de nuestra vida cotidiana porque nos están acercando a éstas permanentemente la televisión, la red, el cine, la radio y los medios escritos. Con toda tranquilidad nos dan a conocer en los medios, el historial delictivo de sujetos aprehendidos por las fuerzas castrenses (asesinos en serie), que se presentan frente a las cámaras demostrando frialdad en la confesión o expresando sonrisas sarcástica o burlonas interpretadas como una actitud retadora y amenazante, como un claro mensaje de indolencia hacia la autoridad que los detiene o procesa y hacia la propia sociedad. Y eso,  nos debe preocupar, porque nos estamos acostumbrando a perder la capacidad de asombro y por ende volviéndonos igualmente fríos ante un problema que toma dimensiones incalculables.

Cuantas veces llegamos a casa después de un día de mucho trabajo, nos sentamos en el sofá o nos recostamos en la cama y buscamos un buen programa en la TV y resulta, que de 60 canales,  4 son de barra infantil, 2 de telenovelas “oldies”, 2 de programas “refrito” de los 70 y 80, 4 de futbol europeo y los demás son, noticieros o series atiborradas de imágenes violentas o sanguinarias. Incluso nos recetan las historias de los delincuentes, ahora en serie, y de sus amantes, como una forma “muy edificante” de ver la vida.

Pero, parece ser, que esto es algo inevitable en estos tiempos, por la demanda que tienen los temas de terror y policiacos que son los que más se venden y acaparan público, y poco importa la influencia negativa que ejercen esas imágenes especialmente en jóvenes y niños, que son los que más horas están frente al televisor, la computadora o asisten a las salas de cine.

Y a este asunto, hay que agregar algo peor: el tiempo que los niños y adolescentes dedican a enajenarse o a desarrollar habilidades y conductas agresivas a través de los videojuegos, etc.; es decir “conviviendo” con un pequeño aparato que hace que el joven o infante, se acostumbre a “pelear a través de terceras figuras ” mejor dicho, a través de “muñecos con los que se proyecta” y, a que los problemas los resuelva venciendo y dominando a un enemigo ficticio, aplanando botones y habituando su mente a mover a quien se le antoje, como si la vida fuera así de sencilla.

Porque todo ello es formativo. El niño moderno “aprende” con el videojuego: a) que puede manipular a otros a su voluntad b) a ver la vida como un juego donde puede herir y lastimar al enemigo sin el menor remordimiento; c) a canalizar frustraciones, corajes y lo más tremendo, d) a obtener éxitos efímeros, derivado de fantasías y falsos esfuerzos, no atribuibles a méritos personales, sino escudados en un “aparato”, que los entrena para la violencia y la muerte y les genera identidades hacia héroes ficticios o figuras afeminadas con las que se proyectan.  Lamentablemente, esa es la realidad de muchos niños y jóvenes de nuestro país y los padres, “felices” por mantenerlos “entretenidos” para que no causen problemas.

Al ser humano, se quiera o no reconocer, le hace daño ver tanta violencia y “sangre”, en particular a las nuevas generaciones, porque el medio en general está totalmente alterado. Por eso no nos extrañe, que cada vez sea más frecuente ver que niños y jóvenes estén involucrados en violencia y crimen. Hoy ya vemos en el país, noticias que nos aterran cuando describen, cómo un adolescente toma un arma de su propia casa y sale a la calle a dispararle a un compañero, a un salón de clases o a una masa humana.

Tal pareciera que los jóvenes y ahora los niños, quieren ver la violencia y practicarla contra sus hermanos, compañeros de escuela, incluso con sus padres, con las novias o novios, con la figuras de autoridad o el menaje citadino. La violencia a su vez es consecuencia de la baja tolerancia a la frustración, es una proyección de corajes, minusvalías inconscientes y resistencias internas que no se han canalizado positivamente en la vida. De ahí que vemos con más frecuencia, jóvenes y niños, con estados de ánimo contrastantes y que derivan en bipolaridades tarde o temprano. Conceptos que no existían en otras épocas cuando muchos de nosotros siendo niños, jugábamos y nos divertíamos manejando una bicicleta, haciendo un deporte, entretenidos con juegos de mesa, aprendiendo danza o a tocar un instrumento musical, cuando explorábamos la naturaleza u organizábamos fiestas y reuniones en la casa, bailábamos en las discos o los clubs y disfrutábamos de los centros de recreación.

Pero, no son los medios masivos en sí mismos,  los que están mal.

Los que “no se miden”, son los productores de los programas, los directores de los canales y televisoras, los que no legislan o aplican la ley para castigar a quienes abusan de la difusión de programas con  alto contenido de violencia. Pero también, los que “no se miden”, son los padres que ya desde estos meses,  se endeudan por comprar el mejor (o peor) videojuego a sus hijos, tomándolo como el regalo anhelado para la navidad.

Pero, para poder analizar la dimensión del problema de la violencia, me permitiré comentar algunos estudios que sobre la conducta humana, se han realizado en la Universidad de Puerto Rico, en la Unión Americana y en México, que presentan datos impresionantes. En el caso de la Universidad de Puerto Rico, señala que existe una relación significativa entre los medios de comunicación y la conducta delictiva que se patentiza por lo general en jóvenes entre las edades de 12 a 18 años.  Hallazgos clínicos de la Asociación Americana de Psicología reflejan que, para cuando un niño termine sus estudios elementales (primaria y secundaria), habrá visto alrededor de 8,000 asesinatos y más de 100,000 actos violentos, principalmente a través de la televisión.

Asimismo otros estudios en Centro y Sudamérica, reafirman la tesis de que la televisión transmite al niño un patrón de conducta que puede internalizar o servirle de modelo: “comprobándose que cuando ese modelo consiste en conducta agresiva, mayor es la tendencia hacia el comportamiento delictivo debido a que los niños expuestos a escenas violentas en la televisión se acostumbran a éstas, las entienden como socialmente aceptables y las imitan”1.

Las Universidades de North Carolina, Texas, Wisconsin y California en Santa Bárbara, realizaron estudios recientes sobre violencia en la televisión norteamericana.  En estos se examinaron películas y series de programaciones habituales de la TV y se pudo concluir, que de los 2,700 programas estudiados en un período de 20 semanas, en 23 canales de televisión, el 57% de éstos tenían algún acto violento (escenas morbosas y sangrientas).  El 84% de los actos violentos presentados no mostraron las consecuencias negativas de la comisión de dicho acto.  En el 73% de las escenas de contenido violento, no se castigó al agresor por su conducta.  Tan sólo un 4% de la programación concientizó sobre la no violencia.  

Por ejemplo en México, el televisor es una medio al alcance de la mayoría de las familias mexicanas independientemente de su condición social o económica, y está presente en el 95% de éstos; pero además, el 40% de los hogares cuentan con TV de paga (satélite o cable), esto es 10 millones 495 mil 981 hogares y, el restante 60% tienen TV analógica (con antena aérea) o abierta2. Por lo que, cuando un adolescente concluya su licenciatura, habrá dedicado 15,000 horas a observar la televisión en comparación con sólo 11,000 que pasará dentro del salón de clases.  Durante ese mismo periodo habrá presenciado sobre 180,000 asesinatos, violaciones, robos y otros tipos de conducta agresiva.

Por eso, el problema no debe subestimarse y resulta imprescindible despertar la consciencia crítica y convencernos como público televidente o como audiencia, de aspectos que están comprobados que nos hacen daño, tales como:

  1. Que los medios de comunicación masivos sí pueden ser considerados como los principales vehículos de condicionamiento social3 y que toda acción multidisciplinaria  para combatir la criminalidad, obliga necesariamente a incidir desde los hogares, las escuelas y el medio social, para regular las imágenes y modelos que la sociedad recibe y que contribuyen a enrarecer aun más el clima de descomposición que padecemos y que es urgente frenar.
  2. Que la televisión y cualquier otro medio masivo, puede influir negativamente en las actitudes de los televidentes, cuando el mensaje que recibe la audiencia está cargado de violencia y agresividad, elevando la posibilidad especialmente en los niños y jóvenes4.

Pero por otra parte, viendo las cosas de manera positiva, también podemos afirmar que los medios de comunicación, sí pueden contribuir significativamente al desarrollo educativo, social y cultural de nuestra sociedad.  La televisión, la web, el cine, la radio, etc., como medios de entretenimiento y sana diversión, pueden estimular el respeto a la dignidad humana y a los valores éticos que deben imperar en nuestra sociedad, sólo es cuestión de ponernos de acuerdo cumpliendo lo mejor posible cada quien, con el rol que nos corresponde:

  1. Como padres, para ser más decididos en fomentar los valores y principios que favorecen a la educación de los hijos, generando en ellos la autonomía,  fortaleciendo la relación: autoestima-incremento de consciencia, para que sus actos estén siempre basados  en el respeto y la responsabilidad.
  2. Como maestros, previendo todo lo necesario para evitar los actos de violencia en las escuelas, ofreciendo mayor orientación y proponiendo la ayuda hacia aquellos alumnos que ya la padezcan.
  3. Como gobierno operando las políticas de salud mental y física, ofreciendo soluciones para erradicar la pobreza y generando trabajo, combatiendo la violencia y la criminalidad desde todos los frentes, pero sobre todo, armando la infraestructura recreativa y deportiva en las ciudades para la sana convivencia.
  4. Y como sociedad, apoyando a lograr que se rescaten valores sociales y cívicos fomentando la consciencia ciudadana, para que todo adulto, joven o niño, este siempre instruido y sea capaz de percatarse por sí mismo de lo que le hace daño y pueda dirigir sus pasos hacia un cambio de actitud, de valores y de comportamientos, que impacten en su mejoramiento y en el respeto a su vida y la de los demás.

Gracias y hasta la próxima

1 Bandura,A. (1989) )  Universidad de Standford,

2 INEGI (2010)

3 Dra. Ruth Silva de Bonilla, ( 2010) U. de Puerto Rico

4 Vargas Daraciela "Violencia en los Medios: Estudios sobre el Impacto del Contenido Violento en los Programas de Televisión en la Teleaudiencia" U. de Puerto Rico

Comentarios

Entradas populares