POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA, EL DERECHO DE REPLICA DE YURIRIA ITURRIAGA
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Me han reenviado el contenido de la carta que enviara la Sra. Yuriria Iturriaga, derivado de mi artículo: “¿Despojar a los Veracruzanos de la obra de José Iturriaga? Sería una torpeza”, en donde exige a “Crónica del Poder” y a “Rojo Acontecer” el derecho de réplica; y como la misiva va dirigida a mi persona, agradezco a estos medios la confianza que me otorgan, para que sea yo quien responda y por supuesto que se le concede su derecho a Yuriria Iturriaga, porque de esa manera se de entrada a otra versión, y no sea mi opinión sino la de los veracruzanos, los que finalmente valoren los hechos y actuación de las personas.
Por principio, debo dejar claro que mi interés de escribir sobre ese tema y otros que los lectores conocen (si acaso como articulista y no como periodista, como ella me cataloga, que lamentablemente no lo soy), me mueven los siguientes aspectos y convicciones principales:
1) Me considero ciudadana pensante y sobre todo miembro responsable de la sociedad veracruzana, lo que me obliga ( desde la academia, la investigación o como simple miembro de las asociaciones ciudadanas en que participo) a hacer visibles las causas y demandas de la sociedad, desde luego sustentando mis aseveraciones, como un derecho que tenemos los habitantes de una ciudad o Estado –que debemos hacerlo valer siempre--, para corregir las cosas que no funcionan, que están manejadas de manera tendenciosa o que tienen que cambiarse, para que salgan ganando los ciudadanos; y para que los propios gobernantes, puedan oír o ver, lo que sus colaboradores les ocultan. Estoy convencida que sólo promoviendo la consciencia ciudadana, la crítica, el acercamiento y la propuesta ante el Gobierno y sus instituciones, en sus diferentes órdenes y niveles, se pueden mejorar muchas cosas de nuestro entorno y las formas de convivencia.
2) Como miembro de “Otero Ciudadano, AC”, organización civil a la que pertenezco y soy Secretaria General, hemos ratificado en Asamblea hacer nuestra la demanda de los Coatepecanos representados por el grupo “Amigos de José Iturriaga” que pidieron nuestro apoyo para luchar por una causa que desde mi punto de vista , como ya lo externé, considero justa : hacer valer la última voluntad de Don José Iturriaga, al legar su acervo bibliográfico a las nuevas generaciones de Veracruzanos, haciendo que se quede en Coatepec la misma.
3.- Que no necesito reservarme la protección a mis derechos ante los tribunales, porque de antemano los conozco y los he hecho valer cuando he tenido necesidad, porque lo que me mueve en este caso, por principio no lleva una intención o interés particular de mi parte para obtener algo a cambio, eso lo dejo perfectamente claro, sino simplemente, hacer valer la voz ante la opinión pública veracruzana, para describir hechos en donde veo hasta ahora, que hay intención de quitarle algo a mi Estado y que se minimiza a los veracruzanos al decir que no tenemos la “capacidad” para atender un legado como lo es la Biblioteca “José Iturriaga” y por eso tenemos que depender de los ilustrados de la UNAM, del Colegio de México, etc., cuando que , en la Universidad Veracruzana , El Colegio de Veracruz, los Tecnológicos del Estado, etc., existen profesionales especializados que han dejado muy en alto, nacional e internacionalmente, el nombre de nuestro Estado y bien pueden cuidar y hacerse responsables de esa obra.
4.-Aclaro también que mi columna NO se denomina. “Por mi verdad y mi confianza”, que no es una columna académica sino descriptiva y critica, que pretende en la medida de las posibilidades buscar la verdad (o provocar en otros actores su aportación para acercarse a la misma) y qué mejor que publicar la carta que Yuriria Iturriaga me envía, pues permite ventilar los hechos desde la otra parte. Dejando a los Veracruzanos la oportunidad de adoptar su posición y también haciendo las puntualizaciones necesarias en los apartados donde no coincida.
Por lo tanto transcribo textualmente los párrafos, de la carta, que como todas las que me turnan, leo con interés y respeto y doy respuesta a la misma en cada apartado:
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo. Titular de la columna POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA, aparecida en la página WEB “ROJO ACONTECER” el martes 28 de agosto de 2012, y en la CRÓNICA DEL PODER.COM al día siguiente.
Presente.
“Como maestra en “ética contemporánea”, entre otros logros de su largo curriculum, y como periodista, usted sabe que esta profesión obliga a confirmar los datos que se publican, a entrecomillar los dichos ajenos o usar el condicional cuando no le consta personalmente o no tiene documentos probatorios de lo que escribe. En cualquier caso, la ética periodística obliga a dar el derecho de réplica a la o las personas afectadas, derecho que uso pidiéndole sea publicada esta carta, desde su recepción y en los mismos medios”.
“En su artículo “¿Despojar a los Veracruzanos de la obra de José Iturriaga? Sería una torpeza”, usted hace afirmaciones que afectan mi integridad moral y tocan el límite de la difamación, sin embargo le concederé el beneficio de suponer que sus aseveraciones falsas pueden deberse a la “confianza” que usted puso en su o sus informantes, creyendo que la palabra de estos era garantía de la “verdad” que encabeza su columna. Pero el periodismo, Doctora Lladó, es investigación, cruce de datos, certidumbre en la noticia que trasciende, conocimiento pleno y no de manera parcial del tema, so pena de generar desconfianza y atentar contra la verdad: lo contrario de lo que usted busca y agradecen sus lectores. Porque cuando un periodista no investiga para llegar a la verdad, su nota puede convertirse en infundio, en bulos y textos cutres que, pienso yo, no corresponden a su pluma”.
“En el párrafo 18 de su artículo usted dice “hasta un ciego podría percibir las claras intenciones de Yuriria Iturriaga” y yo le respondo: un ciego sólo puede “percibir” lo que le dicen o imagina, pero si usted es una persona no sólo vidente sino que además “desea ver” y “oír” a las partes, le ofrezco la oportunidad de conocer la verdad y darla a conocer a sus lectores, para que pueda hacer honor a su columna y justicia a los hechos que le interesa difundir. Espero confiada en que su participación en este conflicto sea corregida o por lo menos aclarada”.
I.-Y en este punto hago la primera pausa, para hacer las primeras precisiones:
1.-Por supuesto, como dije antes, con toda intención doy a conocer la carta de la Sra. Iturriaga, en mi columna (mismo lugar y espacio que me concede “Crónica del Poder” y que reenvío a otros medios de la zona norte donde también me leen), porque está en su derecho de debatir lo que no le haya parecido de mi artículo para ponerlo a consideración de los lectores veracruzanos y sean ellos los que tengan la última palabra.
2.-Porque mi intención no es enfrascarse en una lucha de “su verdad contra la mía”, (le recuerdo que yo no soy la enemiga a vencer), sino lo que este hecho significa para una parte de la sociedad veracruzana, que por supuesto tiene derecho también a saber más cosas sobre el tema y adoptar su propia posición.
3. Que por supuesto, si algo se hacer, es cruzar información pero más adelante retomaré este tema y detallaré nuevamente los documentos que sustentan mis comentarios y que se enriquecen con sus aportaciones en esta misiva.
4.-Que respecto a mi convicción ética, procuro la mayoría de las veces, hacer compatibles mis pensamientos con mis actos, porque son valores que he cultivado de por vida y que trato de trasmitirlos a mi descendencia, para que algún día mis hijos y alumnos (que también son como mis hijos) me recuerden, no por haber destacado por lo grados, dinero, bienes materiales o el poder, sino por mi nivel de credibilidad ante los demás y eso no lo tiene cualquiera. Soy una convencida que la convicción ética descansa en la congruencia y sobre todo en la buena voluntad, para que los actos personales no lleven la intención de dañar a terceros en sus características individuales, sociales, ambientales o institucionales. Si la ética se percibe de esta manera, pues entonces si me considero ética, en lo profesional y en lo personal. Ojala todos así lo percibieran.
Pero también esta misiva, es útil para saber, con todo respeto quién es usted, qué valores éticos maneja y sirva la oportunidad para que la conozcan también los veracruzanos.
Pero continúa diciendo la Sra. Yuriria:
“El martes 28 y el miércoles 29 de agosto pasados, usted publicó en dos medios de Veracruz denuncias que “le dijeron”, unos por intereses legítimos, otros por inconfesables fines, como anticipo del evento que el jueves 30 de agosto tendría lugar en la Capital del país, donde cinco notables personalidades del mundo intelectual, cultural y político mexicano: el Presidente del Colegio de México, Dr. Javier Garciadiego Dantán, el Diputado y diplomático Porfirio Muñoz Ledo, el sociólogo y economista Maestro Arturo González Cosío, el político y diplomático Lic. Rodolfo Echeverría Ruíz y el abogado medioambientalista, funcionario público, Lic. José Ignacio Campillo García, presentarían –dentro de un recinto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)- seis tomos de las Obras incompletas de José Ezequiel Iturriaga Sauco, mi padre”
II.-Al respecto le comento, Sra. Yuriria:
De verdad, sería un exceso y quizás hasta una arrogancia de mi parte, aceptar que mi artículo fuera premeditado para afectar en algo, su evento del 30 de agosto. Evento que desconocía su celebración. En serio, mi visión no es tan aguda como para hacer que mis palabras hayan influido en algo y tengan esos alcances. Y si eso sucedió, pues entonces lamento la incomodidad de tan distinguidos personajes, que por cierto están acostumbrados a eso y más.
Continúo con el contenido de la carta:
“En el curso y al final de dicho evento, todos ellos, el editor Miguel Ángel Porrúa, el representante del Consejo Editorial de la Cámara de Diputados y varias personalidades asistentes, como un ex Secretario de Educación y de Relaciones Exteriores, entre otros, me felicitaron por el trabajo de coordinación que, a partir de mayo de 2011, hice bajo el patrocinio de la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados federal. No obstante los ponentes preguntaron por qué no fueron reunidos los inéditos, materiales hemerográficos, epistolario, archivos fotográficos, todo lo que hubiera dejado mi padre para integrar sus Obras Completas. En esta coyuntura tuve que confesar que la biblioteca “ha estado secuestrada”, aunque no aclaré públicamente –lo hubiera hecho de haber conocido entonces el artículo de usted- que la señora María Reyna Olvera Macías nos impidió expresamente, en mayo de 2011, acceder a consultar los materiales en la biblioteca de Coatepec, tanto a la que esto escribe como a las investigadoras de la UNAM que debían compilar la obra completa de José E. Iturriaga. Ni dije que la única razón que nos dio esta señora, a mis hermanos José Narciso y Gabriel y a mí, fue que “para acceder a la biblioteca necesitábamos disponer de la orden de un juez” (¡!) mensaje que nos transmitió su abogado cuando nos citó en el hall de un hotel de la avenida Reforma en el D.F.
“Al conocer usted ahora esta información, deseo preguntarle, Doctora Lladó: cuando escribe convencida: “…la preocupación que ha movido a su viuda y a la asociación “Amigos de José Iturriaga”, de luchar por una causa que a mi juicio considero justa: hacer valer la última voluntad de José Iturriaga, para que su Biblioteca privada, una de la más importantes y bastas del país, NO se la lleven a la Cd.de México, por petición de su hija, y/o que por codicia y ambición, se despoje a los veracruzanos y en particular al Pueblo de Coatepec, de este patrimonio cedido públicamente por el propio Don José…”, ¿Cómo calificaría usted estas dos posiciones: a) el impedir la publicación de las Obras Completas de don José como una “lucha justa y proba” y b) “de codicia y ambición” el hecho de hacer todo lo posible por publicarlas? Porque yo sí sé lo que mi padre opinaría”.
“Usted asienta que su artículo “se sustenta en documentos, notas periodísticas y testimonios directos de quienes presiden la “Asociación Amigos de José Iturriaga” integrada por distinguidos Coatepecanos, además de los informes de revisiones e inventarios que ha realizado el Seminario de Cultura Mexicana, y (le) fueron proporcionados en la reciente visita que (hicieran) los miembros de “Otero Ciudadano, AC” a esas instalaciones…” (supongo la biblioteca de mi padre) Pero usted no cotejó con otros documentos, notas, testimonios e inventarios lo que dio por verdadero a sus lectores. Aunque no me preocupo demasiado por ello, dado que tanto los “distinguidos Coatepecanos” como el pueblo de Coatepec en general, pronto tendrán a su disposición los documentos que probarán el gran embuste en el que cayeron al colaborar en una campaña de medios locales, orquestada por la señora “veracruzana de corazón”, con el apoyo de ingenuos jóvenes que formaron una “Asociación de Amigos de José E. Iturriaga A.C.” cuyo verdadero único fin es apropiarse “legalmente” de un bien que quedó, en la letra de sospechosas escrituras, dentro de la propiedad de dicha señora; dejándole a ésta la facultad de decidir quién puede entrar a consultar los materiales y quién no. Papel que, por cierto, le permite a ella seguir perteneciendo a una capa social que no puede conservar por méritos propios, para actuar como una “castellana”, anfitriona y guía, de un prestigioso sitio cuyas colecciones nunca usó ni sabe para qué sirven”.
III.-Ante sus argumentos, le respondo:
Mis comentarios están fundados en los siguientes documentos: Diario de los Debates del Congreso del Estado de Veracruz (3 de diciembre/2010); en la entrevista, testimonios y documentos que me proporcionó la agrupación “Amigos de José Iturriaga” (23/ago/2012); en las palabras que nos externara, Doña Reyna Olvera Vda. De Iturriaga, quien jamás se refirió a usted con descortesía y falta de respeto, el día de la reunión frente al grupo de “Otero Ciudadano, AC” y documentos que ella posee (misma fecha); en los testimonios de Renato Iturriaga plasmados en la carta abierta que éste publicara en el Diario de Xalapa (Sección primera, Pág. 15. Lunes 15 de Agosto del 2011) y los que también hizo a la Revista Proceso (No. 1853, 6 de mayo de 2012 pág. 79). En la entrevista que usted concedió a La Jornada (en donde usted externa su propia versión de los hechos y hace pública su intención de llevarse la Biblioteca, en caso de ganar la disputa legal: “Yuriria considera que un lugar ideal para la biblioteca de su padre sería La ciudad de los libros que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en La Ciudadela, por lo que se acercará a esa instancia para solicitar apoyo; otra opción es la UNAM, comentó”. (La Jornada, de fecha 14 de mayo de 2012). En las escrituras públicas de las notarías citadas en el artículo, etc., etc., y sobre todo en los documentos que Don José, dejó a su viuda y que también están en poder de los abogados de esta asociación.
Y desde luego, agradeciendo los sustentos que hoy usted me proporciona como otra versión de la realidad, que también requieren de documentos probatorios, que me permitirán tener mayores elementos para acercarnos a la verdad y actuar en congruencia.
Que por otra parte, las posiciones que adopten Doña Reyna Olvera y la asociación “Amigos de José Iturriaga”, me merecen respeto tanto como las de usted. Pero si me permito mencionar lo que es evidente: existe entre ustedes un halo de desconfianza, mutua resultado de la forma en que los problemas del pasado han dañado su existencia y que impide mirar con objetividad y se actúa con visceralidad, impidiendo los acuerdos y poniendo al margen algo que debería ser la única razón principal de ambas partes: hacer valer la última voluntad de Don José Iturriaga. Y quiero entender las razones de cada parte. Si Doña Reyna ha impedido que se lleven el acervo, es porque en el fondo existe un gran temor por ver que se la lleven y jamás regrese (o se la devuelvan en una memoria USB). Y por otra parte, si usted no ha cedido en su intención de llevársela es porque considera que la familia de doña Reyna tiene fines de lucro o no la sabrán preservar como lo merece. Pero le aseguro que no es así.
Esa desconfianza y animadversión mutua, derivado de aspectos que me parecen subjetivos al caso, que a mi juicio no debiera existir entre personas pensantes y sobre todo cultivadas, deben quedar a un lado, para consensar lo que mejor convenga a la Biblioteca Iturriaga, porque está de por medio el valor cultural y estimativo incalculable de la misma, y que su indefinición seguramente inquietó a Don José deseando que en algún momento, sus hijos a su muerte, entendieran sus emociones, hicieran valer su última voluntad y pudiera así “irse en paz” y, no afectar algo, que en vida y públicamente, Don José prometió a los Veracruzanos.
Por eso le reitero mi comentario y no me desdigo, cualquier lucha que favorezca al estado de Veracruz, me parece justa y eso debe mover a los paisanos para defenderla. Pero estoy consciente, como usted dice, de que la obra merece garantías en el resguardo, porque está de por medio su trascendencia. Le doy la razón, cuando dice que no debe estar sujeta a los cambios de las administraciones municipales, por supuesto que no. Eso lo debe garantizar el Gobierno del Estado de Veracruz y por eso es necesario que surja la figura de un patronato o fundación para que sea la encargada de ello específicamente, constituida mayoritariamente por intelectuales veracruzanos y ciudadanos que la valoren.
Por eso me he prestado a escribir sobre el tema, porque creo en la expresión, como el mejor medio en que los seres humanos puedan llegar a acuerdos, como decía Don Alfonso Reyes: "El arte de la expresión no me apareció como un oficio retórico, independiente de la conducta, sino como un medio para realizar plenamente el sentido humano."
Continúo con el contenido de la carta:
El argumento central del debate para “no despojar a los veracruzanos de la obra de José Iturriaga” es el discurso que mi padre pronunció el 3 de diciembre de 2010, ante el Congreso veracruzano y el señor Gobernador Duarte, donde dijo: “…he decidido donar mi biblioteca y hemeroteca particulares, que constan de más de 30 mil volúmenes, junto con el inmueble que las alberga EN nuestro querido Coatepec… (para que) puedan formarse más jóvenes al ideario ruizcortinista”.
Pero curiosamente nadie ha podido (o querido) interpretar correctamente esta frase, porque hacen como si mi padre hubiera usado la preposición “a” (he decidido dar mi biblioteca “a” nuestro querido Coatepec) cuando lo que dijo es: “he decidido donar la biblioteca y el inmueble que la alberga “en” nuestro querido Coatepec”, sutileza que viniendo de un hombre de letras como don José, está claro que dijo lo que quería decir y esto no fue “darla A” una persona, institución ni mucho menos “al pueblo de Coatepec”, porque éste no tiene la personalidad legal para recibir un bien mueble -como es una biblioteca- sin condenarla a su desintegración progresiva en manos de autoridades municipales que se suceden en el tiempo. De donde queda claro que todos los interesados en retenerla hacen una incorrecta interpretación afirmando que don José declaró querer “donar su biblioteca a los coatepecanos o a Coatepec”.
Interpretar en su justo término lo que Don José expresó, permite comprender por qué, cuando tuvo enfrente a la notaria Georgina Kawas el 8 de enero de 2011 para “vender” su propiedad de Coatepec, no aprovechó el momento ni a la fedataria para legalizar su deseo expresado cinco semanas atrás: “donar sus más de 30 mil volúmenes y el inmueble que los alberga para la formación de nuevas generaciones”. ¿Por qué no lo hizo? ¿Porque perdió la memoria de su oferta? No. Lo que pasó es no existía el 8 de enero de 2011 nadie en quien él confiara para dejársela… ¡si antes no lo había hecho con la UV por falta de garantías!
Para desgracia de quienes reivindican el derecho a quedarse con su biblioteca debido a las palabras del 3 de diciembre, y para infinito dolor personal mío, mi padre falleció. No “tres meses después de vender su casa” (como usted asienta) sino “extrañamente” (para usar el adjetivo que usted emplea respecto a mi madre y yo) sólo cinco semanas después de entregar la nuda propiedad a Erick Valdés Olvera y el usufructo vitalicio de su casa de Coatepec (como si ya no la fuera a necesitar para él mismo) a la madre de éste, Reyna Olvera…
En cualquier caso, la “Asociación Amigos de José Iturriaga” que más de un año después de que él hubiera fallecido, fue creada con el propósito de asumir extemporáneamente la personalidad jurídica a la que, suponen sus fundadores, mi padre “hubiera” entregado su biblioteca de haber existido ya el 8 de enero de 2011, no tiene en ningún caso validez jurídica para reclamar la donación anunciada. Porque en el momento de expirar, cualquiera haya sido la causa, nuestro padre sabía positivamente que dejaba un testamento a favor de sus cuatro hijos y que en éste me había designado albacea, convencido de que podré representarlo y ejecutar escrupulosamente su voluntad, porque como todo mundo sabe, Doctora Lladó, es la confianza del testador la que puede responder a algunas de sus imprecisiones e inexactitudes sobre mi proceder legítimo: el de interpretar su voluntad con base en el conocimiento de su persona, en relación a sus bienes y a lo largo de sus casi 99 años.
IV.- Y al respecto respondo:
Lo que usted aduce sobre el significado de una letra, no cambia la intención de un testor público. Y en ese aspecto mejor lo dejo a criterio de los especialistas en letras, a los abogados y el público en general.
Pero, párrafos antes le decía Sra. Yuridia, que “yo no soy el enemigo a vencer”, yo solo he sido un medio para describir los hechos y al decir “enemigos” no me refería con ello a sus adversarios en el caso. Sino a los peores enemigos que un ser humano puede tener: la soberbia, la arrogancia, la ambición, la hipocresía y la venganza. Que todos como seres humanos somos susceptibles de poseer. Pero que si tenemos inteligencia y corazón, podemos contralarlas y pensar en forma justa. Por eso es que yo le pido a las partes, como mediadora espontánea y casual, vencer esos defectos o limitaciones que no permiten que la buena voluntad aflore y que por el contrario entorpece la visión para que las cosas se miren en su “justa intención”.
Por eso alabo la siguiente decisión que usted expone en la carta que me envía:
“De esta interpretación, sin miedo a equivocarnos y con el deseo de hacer cumplir su voluntad como un deber sagrado, nosotros, que somos tres de sus cuatro legítimos herederos, tomamos estas decisiones fundamentales:
1) Donar a los Coatepecanos bajo la fórmula legal que convenga, los 265 m2 del inmueble (que hoy contiene la biblioteca de nuestro padre), no sin antes adaptarle una entrada independiente de la propiedad que lo circunda, habilitar baños para el público y equiparla con material informático, nombrando a este recinto “Mediateca José E. Iturriaga”, donde los investigadores de Coatepec y de otros lugares puedan consultar sus obras y archivos, así como infinidad de libros que él poseía y otros más, todo lo que será digitalizado por los especialistas de la sede definitiva donde quedará su acervo intelectual y moral. Esta medida, estamos seguros, corresponde fielmente a lo que él habría decidido si hubiese alcanzado a conocer el proyecto de una tecnología que permitirá a la vez cumplir con todas las obsesiones de su vida respecto a su biblioteca, y que marco con los siguientes incisos:
2) Que sus más de 30 mil volúmenes -que él mismo declaró poseer ante el Congreso veracruzano-, junto con sus archivos personales, sus inéditos, epistolario y archivos fotográficos queden resguardados como una unidad en alguna institución permanente en el tiempo, como pueden ser CONACULTA o la UNAM y parecía serlo la propia Universidad Veracruzana aunque, por desgracia, no pudo asumir todas las condiciones que él exigía. Y
3) Que sea conservada para las “futuras generaciones de mexicanos”, es decir durante siglos, no años. Porque los libros leídos, subrayados y anotados al margen por él mismo, los convierte en una fuente de investigación que sólo valoran los historiadores y porque su epistolario, sus archivos personales y los fotográficos constituyen un testimonio único del siglo XX en México y América Latina y, en fin, lo decimos nosotros, porque el siglo XX tal vez fue el último en la historia de la humanidad en que todavía se formaron bibliotecas de papel”.
V.-Lo anterior precisa la respuesta siguiente:
Sra. Yuriria, lo que usted dice en las líneas que anteceden, es algo que suena bien y da una expectativa muy favorable para destrabar el caso, lo que deja ver que existe buena voluntad de parte de usted y sus hermanos.
Pero, por qué no llevarse la versión digitalizada al DF y en Veracruz quedarse la obra original, por supuesto garantizando la preservación y cuidado de la Biblioteca y dejando la custodia a una organización o fundación inamovible que la valore y cuide para beneficio de las nuevas generaciones de veracruzanos. Personajes que constituirían esta figura, hay muchos en el Estado y el País, con preparación y honorabilidad. Pero la cede debe ser el Estado de Veracruz. Esa sí sería una demostración de buena voluntad y créame que si así lo dispusiera, contaría con el respeto de los Coatepecanos y veracruzanos en general. Creo que eso sería la mejor forma de honrar la memoria de su padre.
No es fácil para el ser humano desprenderse de las cosas que tienen un valor estimativo muy alto…pero también de las que hacen daño, pero cuando media un objetivo justo, hace más fácil ese desprendimiento y la satisfacción siempre será mayor.
Y doy entrada a los últimos párrafos de la carta:
“Sorprende, Doctora Lladó, que de su artículo no se desprenda, que no resalte el gran valor inmaterial de la biblioteca, mientras sólo destaca usted el “valor económico” que tanto preocupa a sus informantes atribuyéndome a mí esta codicia con una actitud soterrada y por demás deleznable. Porque seguramente sus informantes no saben lo que es un valor intelectual e histórico y creen que todos compartimos sus propias ambiciones de apoderamiento y empoderamiento. Lo preocupante es que la pluma de usted arroje tinta inexacta y parcial, porque, por muy legítimo que sea el interés de un historiador o investigador de la “Asociación…” por tener en sus manos los materiales de mi padre, con la “lucha mediática” agresiva y difamatoria en mi contra sólo demuestran que en la biblioteca ven intereses inmediatos y a corto plazo. Porque si son sinceros que nos digan: ¿quiénes y cuántos de ellos pueden asegurar la supervivencia de ese tesoro moral e intelectual más allá de los años que ellos mismos lo utilicen, durante un lustro o dos? ¿Quiénes de ellos se prepararían profesionalmente y quién les pagaría para hacerlo y trabajar con los materiales en condiciones adecuadas de luz, de humedad, de preservación dentro de vitrinas, de trato con guantes los más antiguos o desencuadernados libros y para digitalizarlos? ¿Con cuánto dinero y por cuánto tiempo cuentan para lograr y mantener estos cuidados?
No nos engañemos: los jóvenes de esta “Asociación” dan la misma importancia a la biblioteca Iturriaga que “a las 27 que tienen de la SEP”, como me dijo uno de ellos. Y si les dejáramos la de mi padre, por inercia, indiferencia o miedo nuestros, en diez años o incluso antes el recinto estaría tan abandonado y su contenido deshecho como es el caso de muchas bibliotecas particulares donadas, incluida la Capilla Alfonsina que dejó don Alfonso Reyes a un patronato en la Capital del país.
Aceptando la buena fe de la mayoría de los miembros de la “Asociación de Amigos de José E. Iturriaga”, uso este medio para decirles que padecen de ingenuidad en su pretensión de apropiarse del uso, cuidado y preservación de la biblioteca Iturriaga en el inmueble de Coatepec. Y se los digo porque ahora sé que tuvimos la misma ingenuidad al donar mi madre y yo a un patronato el inmueble de Coyoacán para el mismo fin. Ni los “Amigos” ni los herederos podremos dar a esa biblioteca el cuidado que ya detallamos, eso sólo puede hacerlo una institución especializada que nos corresponde a sus hijos encontrar, para asegurar su larga y cuidada permanencia y disponibilidad pública.
Cabe aclarar aquí en qué diferimos de las declaraciones y escritos de nuestro hermano mayor, José Renato Iturriaga de la Fuente, del que usted retoma largos párrafos en su artículo. Renato es astrónomo, físico, cibernético, científico puro introductor en México de la informática, creador del Centro de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas de la UNAM y probo funcionario público en relación a su especialidad; su acervo se encuentra en soportes cada vez más minúsculos, acordes a la evolución de esta tecnología y su inteligencia funciona con abstracciones que no le facilitan comprender, racional y emocionalmente, el valor de los libros donde han quedado la saliva, el sudor, las huellas digitales y las anotaciones del pensador social que fue nuestro padre. Respeto su perspectiva, pero no podemos dejar la trascendencia de don José E. Iturriaga al único criterio de su hijo mayor.
¿A dónde irá la biblioteca de don José? Aún no lo sabemos porque no podremos ofrecerla a una institución capaz de cumplir con todos los requisitos que mi padre quería mientras no concluya el proceso de su sucesión testamentaria, proceso que ya ha comenzado al remplazar, en el Juzgado de Coatepec, la denuncia intestamentaria hecha por Reyna Olvera en marzo de 2011.
Pasaré aquí por encima de calumnias y difamación sobre mi persona y la de mi madre a quien la autodenominada “viuda”, de mi padre atribuyó una enfermedad discapacitante (que doña Eugenia nunca tuvo, certificados médicos como prueba), adjudicándome una actuación al borde de lo delincuencial y un tiempo de separación de mi padre en la que la propia señora Olvera tuvo un papel determinante, porque sobre estos temas tomaré las medidas legales a que haya lugar, y sobre las que le recuerdo la máxima latina: “ Lex non debet esse ludibrio” (“La ley no puede burlarse”) y aprovecho para señalar que los asuntos de mi padre están “sub lite” o sub iudice”, expresiones que seguramente usted también conoce muy bien. Lo que sí aclaro aquí, es que mi madre, fallecida el mes pasado, era legalmente dueña del 50% de la biblioteca y de los bienes que mi padre hubiese dejado, y que todo ello deberá distribuirse en partes iguales entre sus hijos José Renato, Yuriria, José Narciso y Gabriel. Exactamente la misma disposición que dejó nuestro padre en su propio testamento, sobre su 50% de los bienes conyugales.
Por último me permito citar esta frase de usted: “todas estas razones hacen importante el sentido de” nuestra lucha “y pedimos al Gobierno del Estado de Veracruz” y también al Gobierno Federal, “actuar en consecuencia para hacer valer la última voluntad de Don José Iturriaga: que su adorada Biblioteca se quede (en donde pueda óptimamente) cultivar a las nuevas generaciones de veracruzanos” y de mexicanos y extranjeros que quieran profundizar en el estudio del México del siglo XX, o sea, en la Capital cuyo Centro Histórico don José rescató, donde nació, vivió 84 años de su vida y reposan sus restos. México D.F. el 3 de septiembre de 2012. Yuriria Iturriaga de la Fuente
PS. Me reservo mis derechos procesales, para hacerlos valer oportunamente por las expresiones y, o epítetos, descalificaciones y expresiones que violenten mis derechos de la personalidad en términos de ley. Lo asiento sin acritud contra su persona, acaso contra sus informantes”.
VI.-Respondo al respecto lo siguiente:
Por supuesto que de mi artículo se desprende mi reconocimiento al alto valor cultural e intelectual de la Biblioteca “José Iturriaga”, pero dejé muy claro en éste, desde el inicio que: No hablaría de la vida y acciones de Don José Iturriaga Sauco, a quien se le respetará siempre como gran sociólogo, politólogo, historiador, escritor y asesor de grandes personajes mexicanos y hombre poseedor también de una gran cultura y calidad humana, querido en muchas partes de México pero en especial en el Estado de Veracruz y el pueblo de Coatepec, no porque no lo merezca…etc., etc. Porque como se ha visto, el tema central era otro; el mismo, que ha sido el objeto de estos comentarios y que también ha dado la oportunidad de conocerle.
Pero hay algo que, ha valido la pena, en todo esto que es el punto más importante: QUE USTED HOY TUVO LA OPORTUNIDAD DE EXHIBIR SU PROPUESTA FRENTE A LOS VERACRUZANOS, Y OJALA SE REFLEXIONE EN LAS FAMILIAS INVOLUCRADAS MIS COMENTARIOS, REPITO DESINTERESADOS, QUE DENOTARIAN DE USTED Y SUS HERMANOS Y DE TAMBIEN DE DOÑA REYNA OLVERA Y SU FAMILIA, LA MEJOR INTENCIÓN PARA NO QUITARLES ALGO QUE CONSIDERAN PROPIO. ESO ES LO MÁS PROVECHOSO QUE YO OBTENGO DE SU CARTA.
Sra. Iturriaga, ¿porque no intentar sentarse con la otra parte, de quienes tengo la seguridad que también tienen la mejor voluntad para que esto se resuelva, quedando protocolizadas legalmente algunas cosas que les preocupan: 1) que la biblioteca se quede en Coatepec; 2) sea resguarda y preservada por instituciones permanentes veracruzanas (porque, le doy la razón, no debe estar sujeta a cambios de administración de los ayuntamientos a venga a beneficiar a particulares) pudiendo crearse la asociación o fundación de la que usted habla, invitando a pertenecer a ella a: la UNAM, insistir con la Universidad Veracruzana y el aval principal sea el propio Gobierno del Estado de Veracruz a través de la Secretaria de Educación y atrayendo a gente especialista y ciudadanos respetables, que sepan conservar y cuidar este patrimonio. 3) y por supuesto, se realicen, con anuencia de la parte afectada, las adaptaciones y accesos necesarias para hacerla accesible al público.
Hoy estoy ya convencida que: ninguna de las partes, está viendo este patrimonio con fines de lucro, y eso habla de que ambas familias son honorables y actúan con ética y respeto a la memoria de Don José. Por eso ustedes como actores principales deben evitar que personas ajenas, se involucren y busquen obtener ventaja de este caso.
Por lo que a mí respecta, sólo he sido intermediaria casual, le he cumplido su derecho de réplica y he dado paso a hacer las aclaraciones pertinentes. Pero, si dejo claro, que no deseo volver a tocar el tema a menos que sea para felicitarla por su buena disposición al ver un avance positivo de las partes.
De mi parte, creo que ha valido la pena el esfuerzo y si mi modesta intervención pudo ser útil en lo mínimo para el destrabe de este conflicto, quedo ampliamente satisfecha. Pero, igualmente solicito al Gobierno del Estado de Veracruz, en lo individual y como asociación, su intervención urgente para otorgar su apoyo en la creación de esta nueva figura jurídica, asociación o fundación, que habría de formarse con fines de cuidado, conservación y difusión de la obra de Don José Iturriaga, para disfrute de los las generaciones presentes y futuras de nuestro Estado de Veracruz.
Me suscribo de usted
Xalapa, Ver., a 5 de septiembre de 2012
A t e n t a m e n t e
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
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