LA FLECHA POÉTICA EN ARCO DE DIANA
Por Víctor Manuel Estupiñán Munguía*
Al igual que el hombre, la palabra también necesita de libertad, de volar, rodar en sus capullos de crisálida o, transmutarse en alas de paloma, alas de ave del paraíso, otras, confundirse en graznidos de cuervo agónico o, replegarse en pico de ave carroñera, así es la palabra y sus necesidades de nahual poética.
La poesía en punta roja de flecha, rasga el himen del viento, el quejido del tiempo, la soberbia del espacio y el silencio acorazonado.
Volar, volar, volar… derribando y aboliendo puertas y ventanas del castillo de la reina de la formalidad. Entorcha en prosa poética o en versos trasgresores, haciendo añicos y cenizas los caminos y veredas de las reglas del buen hablar y el buen decir.
Sembrando amores instantáneos en surcos indescifrables, a veces depositando semillas eróticas con la raíz de fuera, sarcasmos, dolores traídos de cielos superiores o de infiernos congelados, esa es la versatilidad de la palabra atómica de la poesía.
Así, al igual que el hombre, la palabra nace, crece y muere, pero también existe la posibilidad de cristalizarla, ya que se encuentra viva, respirando y luchando por establecer nuevos paradigmas, en muchos de los casos, incompresibles. No importa, es su baño de fuego sagrado y su muerte infinita, alarida y herida por los cuatro costados.
Necesitando salir de las tradicionales mazmorras discursivas, buscar enfiestarse, realizar nuevas orgías sintácticas, aparearse fantásticamente en un carnaval de primavera agónica, eterna, con nuevos tiempos y espacios, nuevos referentes que refresquen la sabia escondida del “árbol prohibido de la poesía”.
Necesita depositarse en el Edén de la palabra, enamorarse de sus silencios y susurros del aire, de las caricias salpicadoras de estrellas, de la lumínica curva de la luna, no sólo enamorar a Eva y Adán, sino también a la serpiente, al árbol, a las hojas de parra, a las presencias y ausencias, en forma mágica.
Hoy, la palabra necesita más que nunca indagar en los mundos caóticos y sublimes de los dioses, de sus espiritualidades y sus aposentos profanos. La palabra necesita configurarse con alas sacras de heraldos, asomarse a los mundos victimizados por las pasiones y amores indecibles, a sus rituales de sacrificios en piedra de sol y sombras chorreantes, bebedoras de sangre de lunas discretas, lunas castas o pérfidas, ¿qué más da?
La palabra necesita prácticas alunizantes, necesita urgentemente hacerle el amor redondamente, es decir, con vocación de Cupido eterno.
La palabra en alas de águila real o, de torbellino golondrina, necesita derrumbar el ojo de halcón de la Real Academia Española, destronar los conceptos de tiempo y espacio. Necesita des-asfixiarse, respirar a pulmón abierto y hacer saber al hombre que, similarmente a Dios puede crear realidades ausentes, puede hacer existir sentimientos y sueños con corazones reales, en un mundo lleno de poesía, es decir, de creación, de experimentación y de gloria libertaria.
La palabra- poesía debe ser lo que la flecha para Diana Cazadora, un instrumento de desgarre de aire y, la que permite sublimemente alimentarse de libertades, surcando el espacio y buscando el blanco de los corazones de las imágenes y las metáforas. La palabra necesita enamorar el oído del viento, el ojo del corazón y la piel de la vida.
Aquí uno de ellos:
"GITANO DE AMOR"
(Poema erótico)
Me preguntaste hace días, si era adivino...
y hoy, mis palabras te contestan con pasión del mejor vino:
sí lo soy, soy un gitano de tu posible amor,
si me prestas tu mano, la leo con candor,
si me prestas tus pies, los alivio,
si me brindas tus ojos llenos de mar, miel o de tranquila noche,
los recorro cual estrellas cristalizadas,
¡cielos!...
¡en ellos me poso y me recreo sublimemente!
si me brindas tus labios rojos cual alas de mariposa,
aleteando suspiros eróticos,
los recojo… frutos maduros,
néctar mágico de besos en conserva,
si me brindas tus pechos,
mi lengua tibiamente los rosará cual colibrí tornasol,
atraída por las corolas de tan bellas rosas,
flores perfumadas de mujer hecha azahar y
carne primaveral…
Si me prestas tu corazón,
lo habitaré tiernamente de noche y de día,
como flor de canela arraigado a la raíz de la vida.
Si me brindas tu sexo, lo mojo con aguas termales,
bautizando la existencia del alma.
Si me prestas tus ardientes fuegos secretos,
entonces, el volcán central de mi ser
los reencontrará subterráneamente,
en el fluir de la lava de la vida,
fuego vivo, en el devorar del instante,
en la eternidad fugaz con llama líquida.
Avivándolos, templándolos en el fogón
sacro del mar hirviente,
cuidando que dios Prometeo no robe
magno fuego de herrero amante.
En el relámpago y estruendo del deseo,
atizaremos con brea líquida,
con cuerpos hechos leña,
con brasas rojas que crispen
la obscuridad más recóndita,
creando fuegos cavernosos
reconvertidos en fiestas de bengalas y,
en multifuegos pirotécnicos,
manantiales de soles y aguas de lunas vibrantes,
estrellas derretidas en años luz y,
fugases gritos hirvientes de deseos libertarios.
Buscaré el escondite de la bestia mitológica
arriba de la cueva mágica y,
el cuerno del mini unicornio se envolverá
en llamaradas de besos y mordiscos,
sus alas pegajosas desplegará
ante tanto placer húmedo,
la batalla entre el dragón rosado y,
el mini unicornio llegará a su fin,
emprendiendo el vuelo en un grito de éxtasis,
confundiéndose con los truenos del dios Neptuno y,
agitaciones profundas de mareas del padre Zeus.
El tsunami ardiente invadirá playas y malecones
quedando el momento de éxtasis,
sus aguas hirvientes buscarán sus riveras y,
en manojos afiebrados escurrirán al eterno mar,
fuegos secretos y catastróficos incendios
parirá la placenta de tierra mujer,
llamaradas hirvientes con corazón de infierno y
repliegues encendidos de cielos y galaxias,
celebridades cristalinas impunes de piedades eróticas,
vapores celestes, sudores del alma,
sangre quemada, temblores y retumbos
del siempre recuerdo…
Como nubes en fuego de cielo,
si me brindas tus suspiros, los configuraré
en gemidos sagrados de Afrodita,
si me brindas tu cuerpo entero,
entonces… ¡por la boca de Venus
que retumbará que es divino...
Por ello soy
¡gitano de amor y
un humilde adivino....!
* Víctor M. Estupiñán Munguía: Pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, víctima de la libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.-
Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora- “Por la paz del mundo”, victor-79@live.com.mx.
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