EL FRAUDE ELECTORAL POR VENIR

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Pablo Gómez

2012-06-22 •

Con perdón de autoridades electorales, poderes públicos y fácticos, medios de comunicación, expertos y políticos, yo estoy seguro de que habrá fraude el próximo 1 de julio. Nunca ha dejado de haberlo en México. Otra cosa es que a veces los ilícitos no hayan sido suficientes para cambiar los resultados.

Los fraudes ya no se cometen por lo regular en las casillas, sino fuera de ellas. Los métodos son los de coacción y compra del voto. Los sistemas de defraudación electoral están a la vista: toneladas de cemento, despensas y otros obsequios, así como la “operación tamal” que funciona como compra directa.

Quienes actúan como ingenuos convenencieros pretenden negar lo que se sabe. Durante las precampañas, el único partido que abrió casi todas las candidaturas al voto fue el PAN. Las denuncias fueron muchas y graves. Los programas sociales del gobierno federal se utilizaron para lograr triunfos ilegítimos, algunos de los cuales fueron anulados. Es el mismo método utilizado por el PRI durante muchos años y aprendido por los nuevos poderosos tan luego como llegaron a los cargos públicos.

La “operación tamal” la hemos visto en muchos lugares del país. Desde temprano se concentran votantes en alguna casa, se les da el desayuno —de ahí el término de “tamal”— y se les va enviando a las casillas durante toda la mañana. El primer votante regresa a la casa de concentración con la boleta en blanco y ahí se cruza a favor del PRI, el segundo elector introduce en la urna la boleta antes marcada y entrega a su regreso la suya propia en blanco, el último votante acasillado deposita dos boletas. La paga varía según el lugar y la tradición. En algunos lugares había más confianza hacia los votantes concentrados y no era necesaria ninguna verificación. Este sistema está plenamente vigente en el PRI y cuesta muchos millones de pesos. ¿Es acaso tan difícil entender por qué AMLO propone que no se usen celulares fotográficos en los cubículos de votación de las casillas?

Que no vengan ahora a hablarnos de un sistema electoral “blindado”, “infranqueable”, “imbatible”, etcétera. Parece mentira que la compra y coacción del voto no aparezca en los análisis de políticos, autoridades, periodistas y escritores, como sucede en todos los países donde existen prácticas parecidas. En Estados Unidos, estudios e incluso novelas abordan la compra de votos como un método político. Pero parece que México es como Islandia, a juzgar por la “perfección” de su sistema electoral.

En nuestro país la ciudadanía se ha ido construyendo con acusada lentitud. Existen muchas localidades donde aún no hay ciudadanos más que en el sentido legal, es decir, donde la voluntad política expresada no es la propia de la persona. No se trata siempre de los lugares más pobres, pues podemos observar que en comunidades campesinas, incluyendo indígenas, se ha conquistado una libertad política y una ciudadanía ejercida de manera colectiva, lo cual no contradice la calidad de ciudadanos de sus integrantes. Se trata de lugares donde existe un poder caciquil, antidemocrático, corrupto y corruptor que impide el ejercicio de los derechos ciudadanos.

También se realiza el fraude en el lugar de votación. Entre otras muchas formas se conoce la de casillas compradas que se reportan en lugares de Chiapas, Veracruz, Oaxaca, entre otras entidades. Sí, el poder local compra a los funcionarios de casilla y a los representantes de los partidos para que no asistan y los sustituye por otras personas después de que aquellos han firmado todas las actas en blanco. El resultado final es el de un relleno de urnas al término de la jornada electoral. Este fenómeno político es negado oficialmente por las autoridades, pero algunas no ignoran su existencia. Se ha sustituido la llamada “alquimia”, la cual ya no se puede hacer como cuando el PRI era el dueño de la papelería electoral.

¿De qué tamaño será el fraude? No lo sabemos, pero no será menor si tomamos en cuenta la ubicación y el poder del PRI en la actual lucha electoral. Mientras tanto, quienes cierran los ojos y proclaman el carácter inmaculado de las votaciones mexicanas seguirán siendo felices en un país que no existe.

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