DIARIOS DE UN PAR DE EROTÓMANOS BDSM

 

sábado 5 de mayo de 2012

La iniciación

J P DE PAUNER

A las 10:33 a.m. “P” despierta. Quizá se ha pasado un poco con “K” (eso le hace sonreír) sin embargo no ha dormido mucho. Ha estado revisando el blog con las crónicas, el muro de Facebook… pronto muchos seguidores, amigos, gente de su pasado, o simplemente seguidores, podrán identificarse en la historia que escribe. Todos serán personajes. ¿Acaso no dijo Shakespeare que el mundo era su escenario? Para “P” la realidad es un escenario.

Siente una modorra exquisita. Se lava la cara. Va al refrigerador y desayuna una copa de vino tinto y una rebanada de pastel de chocolate que aún sobra del cumpleaños de su hermano, el pasado 3 de mayo.

Saca algunas de las cosas de la mochila de cuero para el aseo personal. Su padre se ha levantado y duerme en el sofá de la sala. Ya hace calor. “P” se toma su tiempo, disfruta, lentamente, su ir y venir por la casa. Por fin coge el resto de las cosas y las arroja a la mochila. Revisa entre sus papeles, encuentra una hoja, la pone cuidadosamente en una carpeta de cuero y la cierra. La mete a la mochila. También agrega el collar de prueba, el consolador, la venda negra y la vela blanca. Coge una rosa roja y una rosa blanca de un florero, las envuelve en periódico mojado y todo lo agrega a la mochila. Sale. Aborda un taxi. Está un poco mareado por la excitación y la falta de sueño. “Es mejor así –piensa-, como siempre, no necesito meterme nada y estoy en onda…”

El taxi le deja al borde de la calle, “P” aún camina unas calles. Va evadiendo el calor matutino. Llega al hotel. Saluda a la chica del turno de mañana. Trata de abrir la puerta, se demora algo porque la llave no entra. Por fin abre. “K” está dormida o eso parece. También se ha orinado y ha mojado sábana, colchón y su propio cuerpo. La orina se extiende por debajo de su vientre, los pechos.

“P” abre las esposas diestramente, se concentra en ello, lentamente, sin prisa. Los pies de “K” caen sobre el colchón. Ella abre los ojos. “P” apenas le mira. Desata las cuerdas de sus tobillos y muñecas. “K” hace ruiditos bajos a través de la Ball Gag.

-Tranquila, tranquila… ya estoy aquí…

Le retira la Ball Gag. Entonces mira su cara. Ha llorado, tiene los ojos rojos y manchas de lágrimas. La saliva escurre por su mentón. Huele a orina, saliva y tiene sangre seca en los labios. Ella respira profundamente, suspira. “P” la abraza. “K” se queja.

-Estoy aquí, no te avergüences de nada… llora, grita. Hazlo ahora…

Ella suelta un suspiro profundo como un mar de pena y fluye, llorando. Llora y no deja de llorar. “P” goza, extasiado, conmovido, excitado. Le acaricia el pelo. Le acaricia las marcas de las cuerdas en muñecas y tobillos. “K” llora, no deja de llorar.

-Eso es, bebé… llora… así, así, deja que salga…

Ella intenta decir algo pero los sollozos se lo impiden. “P” sigue acariciándola. Entonces escucha apenas lo que ella quiere decir.

-¿Cómo? ¿Qué dices?

-Vi… -es un mar interminable de sollozos, de lágrimas-, vi algo…

-Sí, lo sé… ¿qué viste?

-Ahhh… -con dolor en las muñecas ella abraza el cuello de “P”- vi luces de colores… luego un hombre en llamas…

-Sí, cuéntame… quiero saberlo todo…

-¡Ese hombre eras tú! –ella lo abraza, se encoge como un bebé, se acurruca en las piernas de él. Él la acuna. “P” percibe cómo brotan dos lágrimas calientes, que llegan hasta su boca, saladas, a través del bigote. Exhala de puro conmovido.

-No cualquiera ve la primera vez… eres privilegiada… ¡y yo lo sabía! Te busqué mucho tiempo… tanto… incluso practiqué el matrimonio en busca de una esclava… ¡y estás aquí, ahora!

Ella dice algo por lo bajo, sin dejar de abrazarse a su cuello, la cara hundida en el cuello de él. “P” llora sobre el cabello de “K”. Percibe que ella quiere decir algo.

-¿Cómo, qué dices mi bebé?

-Te…

“P” sonríe triste.

-¿Qué dices?

-Te… te amo… -él la abraza con fuerza, sin dejar de acariciar sus piernas, sus pechos, pasa un dedo por sus labios.

-Eso crees ahora… pero aún falta tiempo… te has rendido a mí… aunque no eras virgen lo eras para este mundo al que recién has llegado. Ahora me pedirás que te ponga en peligro: que te azote, que te marque con hierros candentes, que te corte la piel con navajas… yo podría hacerlo pero este mundo se rige por reglas muy claras. Ahora estás vencida. Tu voluntad se ha derrumbado. Has renacido…

-Sí –dice “K”- ¡me siento viva! –vuelve a llorar…

“P” va desnudándose como puede, se quita la camisa y la camiseta, pasa a “K” a la cama de manera cuidadosa. Desabrocha su cinturón, se quita los zapatos sin calcetines. Se saca el pantalón. Tiene una erección enorme, que palpita, oscila. Una gota transparente en la punta del pene. Acomoda a “K” bocabajo. Separa sus piernas. Con las manos abre sus nalgas. Esta vez no usa condón. Eso no importa. No importa nada, sólo ese momento quebrantado en un barato cuarto de hotel. Le penetra analmente lento, lento. Goza cada penetración, siente las paredes del recto apretando su miembro. Cierra los ojos. Clava los dedos en las nalgas y tras varios minutos termina.

-¡Alcancé el Chi! –pronuncia. Con los ojos muy abiertos pero la mirada perdida, cae al lado de “K”. Parece una estatua. Tiene la mirada fija en el techo. Clavada en el techo. “K” se mueve, echa un brazo sobre el pecho de “P”, continúa bocabajo. Luego levanta la cabeza, le mira a la cara. “P”, al contacto del brazo de ella abre la boca y traga aire, como queriendo vaciar el cuarto y tragárselo todo.

-Estaba viendo cosas, bebé… debes aprender a respetar los periodos como yo respeté los tuyos… bueno, no lo sabías.

-¿Qué es lo que viste? –pregunta ella.

-Eso no te lo diré… es sólo para mí… lo único que puedo decirte es que escuché el llanto de un bebé… allá, lejos…

“P” se sienta al borde de la cama. Encoge las piernas. Hunde la cabeza entre las rodillas. “K” supone que él alude a su pasado pero no pregunta. Algo le dice que no pregunte.

-¿Quieres seguir adelante? –pronuncia sin verla.

-Sí…

-¿Quieres seguir adelante?

-Sí, sí…

-¿Quieres seguir adelante? –le tienta por tercera vez.

-¡Síiiii! –ella se pone de rodillas en la cama y echa la parte superior de su cuerpo sobre la espalda de “P”. Él se incorpora. Va hacia la mochila y extrae las cosas. Primero desenvuelve las rosas que pone en el vaso que hay sobre la mesa y vierte agua del frasco que también se encuentra ahí. Coge la vela blanca y la enciende con los cerillos que están a un lado de la cajetilla de cigarros.

-Una vela ritual siempre debe encenderse con cerillos, jamás con encendedor…

-¿Qué?

-Ya irás aprendiendo poco a poco.

“P” se acerca a la cama. Coge de la mano a “K”. Tira de ella para que pise el suelo. La acerca a la mesa. Extrae el papel de la carpeta.

-Quiero que leas esto… luego me dirás si accedes a hacerlo.

“K” lee con atención. Sus ojos se abren conforme lee. Al final sonríe.

-Sí, quiero.

-Te pregunto una vez más y por última vez ¿quieres hacerlo? El mundo en el que yo me muevo tiene reglas, pero esas reglas se han escrito para que ambas partes lleguen a un consenso dónde el placer y el dolor, las antípodas del ser, se curven, se tuerzan en un círculo, un cabo de cuerda mediante el cual los amantes sepan hasta dónde apretar el nudo… ¿accedes, pues a entrar a mi mundo? En él encontrarás a muchos como nosotros y te sentirás protegida, amada y aprenderás muchas cosas… sobre todo de ti misma.

-Sí… sí quiero… -ella titubea, baja la vista, levanta la cabeza, con los dedos toca el hombro de “P”- ¿veré cosas como las que vi esta noche?

-Muchas más… y sentirás cosas que nunca has sentido… esta noche te hundiste en el Sub Space… dime ¿qué droga te provoca eso?

-Entonces… adelante…

-Lee siguiéndome…. ¿vienes a mí de tu propia voluntad?

-Sí, vengo libremente.

-¿Aceptas libremente que te someterás a mi hasta la medianoche del día 5 de mayo de 2013?

-Sí, soy desde hoy tu esclava hasta entonces.

-¿Juras solemnemente por todas las cosas que consideras sagradas que me darás cuanto pida, totalmente, sometiéndote sin trabas, a mi disfrute de ti durante ese tiempo?

-Sí, lo juro por todo lo sagrado, mi Señor.

-Repite conmigo: juro solemnemente someter a tu voluntad mi corazón –ella toca su corazón y el de “P”-, mi mente –ella toca su frente y la de “P”-, y mi alma –ella toca sus labios y los él-. Juro solemnemente obedecerte inmediatamente, sin reserva y sin vacilación en lo que me pidas. Juro solemnemente parecer hermosa a tus ojos y sonar graciosa a tus oídos.

“P” levanta la barbilla de “K”, de manera instintiva ella echa los pechos hacia delante.

-Soy tu Señor.

-Eres mi Señor.

-Soy tu Amo.

-Eres mi Amo.

-Soy tu dueño, eres mi esclava, tu cuerpo es mío, tu boca es mía, sirves a mi voluntad, a mi palabra, a mi placer.

-Eres mi dueño, soy tu esclava, mi cuerpo es tuyo, mi boca es tuya, sirvo a tu voluntad, a tu palabra, a tu placer.

“P” le mira a los ojos. Sin que ella lo advierta levanta la mano y le da una bofetada sonora y fuerte en la cara. “K” se dobla pero en seguida se rehace, sin levantar la vista.

-Dame tu flor, símbolo de sometimiento, de sangre.

“K” le ofrece la rosa roja. Se arrodilla ante “P”, las manos a la espalda, la cabeza baja. “P” le obliga a ello y destroza los pétalos de la flor.

-De la misma forma que he hecho uso de esta flor hago uso de ti. Viniste desnuda a mi… -“P” extrae el collar de prueba y lo abrocha alrededor del cuello de “K”-, lo usarás siempre que te lo ordene… -“P” amordaza la boca de ella con la venda negra-, hablarás siempre que te lo ordene… Tu cuerpo está para mi placer. Muéstralo. Levántate y enséñame las nalgas.

“K” lo hace. “P” inserta el consolador en su ano expuesto, hasta el fondo.

-Mi voluntad penetra las barreras de tu cuerpo. Ahora póstrate.

“K” toca con la cabeza el suelo.

-Soy tu Señor. No aceptarás a otro y sólo a mi rogarás que te posea.

“P” pone un pie sobre la espalda de ella. “P” le azota las nalgas tres veces con el gato. Ella gime. Luego le levanta. Le lleva al baño. Desata la venda de su boca. La obliga a arrodillarse bajo la regadera, con la boca abierta y comienza a verter en su cara (tiene especial cuidado de que caiga sobre sus ojos, nariz y boca) la cerveza. Una vez hecho eso la lava por mucho tiempo, amorosamente.

“P” ordena que se vista. Ella comienza pero termina ayudándola. Sube sus pantalones, acomoda su blusa… hay mucho de ternura en ello. Él lo hace igual. Al final extrae una máscara de las usadas en carnaval, que recuerda a un búho, de la mochila.

-Quiero que la uses hoy, por la calle, cuando vayas a mi lado, hasta que te ordene que te la quites…

“K” se pone la máscara. Salen del hotel. La gente los mira pero a ellos no les importa en absoluto el que les miren. En cierta calle, “P” le pide a “K” que se quite el collar.

-Este collar es de prueba… aunque has jurado servirme aún estás a prueba. Durante un año y un día, como los celtas cuando se casaban, puedes arrepentirte, después de eso podemos renovar nuestros votos o dejarlo. Eres libre de llamarme si lo deseas pero no exijas nada. Soy tu dueño, no al revés. Ahora ve a tu casa o a dónde quieras ir, en la noche te enviaré un mensaje de celular si me apetece verte y estar contigo. Vete con la máscara puesta. Cuando yo desee verte con ella así tendrás que llegar.

“P” le deja ir. Ella aborda un taxi y no deja de mirarlo cuando se aleja. “P” se va caminando. Quiere reflexionar mucho. Dormirá un rato. Desde la filmación del cortometraje sus días han sido fragmentarios, pero también ha visto cosas. Al alcanzar el Top Space ha visto cosas inquietantes. Cuando llega a casa pone, en forma de clave, una vez conectado al Facebook, el siguiente texto:

“Actividad en el Calabozo: Top Space de 10 minutos: no necesité lentes de contacto. Las cosas se volvieron claras como la luz al amanecer. Ella: Sub Space de media hora. Reposaba en el tatami después de alcanzar el quiebre de llanto y temblores de cuerpo. Ha visto a dios en forma de un hombre en llamas... Buena alumna aventajada”.

Luego abre un libro con poemas de Kavafis, “el mejor poeta de la historia”, opina él:

“Fui...
Nada me retuvo. Me liberé y fui.
Hacia placeres que estaban
tanto en la realidad como en mi ser,
a través de la noche iluminada.
Y bebí un vino fuerte, como
sólo los audaces beben el placer”.

Apaga la lap top. Termina de leer. Asiente con la cabeza. Pronuncia en voz alta, casi grita:

-Así es… ¡así es!

Luego intenta dormir, sin mucho éxito.

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