ETICA BUDISTA
Alexander Berzin
Dorfgemeinschaft Bordo, Italia, 1995
Traducido por Gabriela Fernández Benvenutti
Tener relaciones sexuales con la pareja de otra persona
Necesitamos tener una aproximación a la sexualidad con una actitud más realista. Cuando vemos en las enseñanzas qué tipos de comportamiento sexual son destructivos, encontramos todo tipo de listas. Sin embargo, lo que aparece en todas estas listas, es el tener relaciones sexuales con la pareja de otra persona. Al examinar eso, necesitamos entender por qué es destructivo y por qué nos causará problemas. Existen dos situaciones en las que esta acción destructiva puede ocurrir: cuando nosotros ya tenemos una pareja sexual o cuando no la tenemos. Analicemos el primero de estos casos.
Si decimos que es un acto destructivo porque nos podemos meter en problemas con nuestra propia pareja, ya que saldrá herida en este asunto. Por otro lado, si decimos que la pareja de la otra persona puede salir herida, ese es un nivel de infelicidad que puede surgir; pero no hay seguridad en ello. Quizá estemos en una relación en la que nuestra pareja apruebe esto y tal vez la pareja de la otra persona también lo apruebe, esto es posible.
Tenemos que ser muy cuidadosos con esta situación, porque nuestra pareja puede decir: “No importa, puedes tener relaciones sexuales con otra persona”, pero de hecho puede estar diciéndolo simplemente porque no quiere perdernos. Si se oponen, pueden perdernos, así que creen que es mejor callar y aceptar, aunque en realidad se sientan heridos. Es extremadamente necesario ser sensibles con nuestra pareja para percatarnos si realmente son sinceros al decir que no les importa que tengamos otra relación.
Es posible que no haya problema por parte de nuestra pareja pero tal vez no nos parezca que el o ella tenga relaciones con otro, así que hay algo que obviamente no está bien. Al pensar en esa otra persona con quien estamos teniendo relaciones decimos: “Bueno, mientras su pareja no se entere, y no se va a enterar, todo está bien”, lo cual es una visión poco realista ya que inevitablemente la pareja de la otra persona se va a enterar.
De acuerdo a los textos budistas, el resultado principal que se obtiene de tener relaciones sexuales con la pareja de otro es que la relación que tenemos con nuestra pareja inicial se vuelve inestable, nuestras propias parejas nos serán infieles. Aún cuando no tengamos pareja en este momento, esto puede suceder en futuras relaciones. Adicionalmente, es posible que la infidelidad de nuestra pareja no se manifieste en esta vida, sin embargo, las consecuencias de nuestro adulterio pueden tomar la forma de un divorcio con todos los problemas que esto conlleva.
De acuerdo a los textos, otra cosa más que sucede cuando tenemos relaciones con la pareja de otro es que, al hacerlo generamos las causas de muchas otras acciones destructivas. Por ejemplo, tenemos que mentir acerca de la relación o incluso podemos llegar a robar o matar si nos chantajean con delatarnos ante nuestra pareja, con lo que además peligraría nuestro trabajo. Todo ello, con el afán de deshacernos del chantajista. Por otro lado, un embarazo no planeado con una pareja extramarital puede llevarnos a tomar la decisión de abortar el feto. Todo este tipo de cosas puede suceder aunque, por supuesto, no existe certeza alguna de que sucederán.
En la discusión sobre las parejas sexuales inapropiadas, los textos clásicos Budistas parecen no diferenciar entre el tener o no tener una pareja sexual. Sin embargo, creo que tendríamos que pensar, especialmente en el contexto occidental moderno que, las consecuencias negativas, como las que acabo de mencionar, podrían darse en ambas situaciones. De la misma manera, los textos clásicos tampoco mencionan las consecuencias negativas que podrían ocurrir cuando ya contamos con una pareja y tenemos relaciones sexuales con alguien más que no tiene pareja o que no tiene restricción alguna para tener relaciones sexuales, ya sea por parte de sus padres o por algún tipo de votos. Creo que aquí también tendríamos que decir que, el mismo tipo de consecuencias dolorosas podrían ocurrir.
Insatisfacción
Si hacemos un análisis profundo, descubriremos que lo que hace destructivo al hecho de tener relaciones sexuales con la pareja de otro, es la insatisfacción. Si ya tenemos una pareja, es nuestra insatisfacción interna hacia nuestra propia pareja la que causa que busquemos otra. Aún cuando no tengamos pareja, nos sentimos atraídos hacia la pareja de otro porque estamos insatisfechos con la búsqueda por un compañero entre aquellos con quienes sería apropiado hacerlo. Quizá ni siquiera hemos tratado de encontrarla.
La insatisfacción es la culpable de casi todas las formas de comportamiento sexual inapropiado mencionado en los textos clásicos: tener sexo por los orificios corporales inapropiados, en momentos inapropiados, en lugares inapropiados, etc., etc. El punto básico en todos ellos es la insatisfacción. Por ejemplo, digamos que podemos tener relaciones sexuales en la privacidad de nuestra propia recámara durante la noche cuando nadie vendrá a tocar la puerta. Sin embargo, estamos insatisfechos con eso, no es lo suficientemente excitante. Así que decidimos tener relaciones sexuales afuera de la casa, en el patio trasero durante el día, cuando cualquiera puede pasar y vernos y causar todo tipo de escándalos y vergüenzas. Asimismo, podemos decidir tener relaciones sexuales en el suelo de la sala, durante el día, cuando los niños pueden entrar en cualquier momento y vernos, lo cual puede causarles un gran trauma.
La insatisfacción puede tomar muchas formas. Estamos básicamente insatisfechos con lo que tenemos y queremos más. Por ejemplo, tenemos establecidas algunas reglas sexuales con nuestra pareja, durante el acto sexual hay ciertos acuerdos en cuanto a posturas y maneras Estas reglas no son estrictamente puritanas: como sólo optar por una determinada postura; sino digamos que tenemos establecido todo un repertorio de formas.
Antes que nada, para que tal repertorio sea apropiado, no puede incluir formas sexuales que sean convencionalmente destructivas para cualquiera de ambos. Si en nuestro repertorio establecido está el atar a la otra persona con cadenas y torturarla antes o durante el acto, entonces tal comportamiento sadomasoquista es inaceptable. Por otro lado, si tenemos relaciones sexuales sin protección con alguien, entonces nos pueden transmitir o le podamos transmitir una enfermedad sexual, lo cual también sería destructivo e inaceptable. Las formas de nuestros actos sexuales necesitan ser, de manera convencional, razonables y sanas.
Por supuesto que puede haber muchas opiniones, tanto individuales como culturales, acerca de cuáles formas sexuales son razonables y sanas, y cuales otras son destructivas, pero dejemos esa discusión a un lado. Lo que hace a un acto sexual destructivo es que estamos insatisfechos con nuestro propio patrón no destructivo, el cual fue establecido por ambos. Por ejemplo, necesitamos consultar manuales de sexo exótico y esotérico y probar cientos de posturas diferentes para hacer nuestra relación sexual más excitante. Quizá hasta pensemos: “Hay que hacer el amor parados de cabeza”, porque estamos buscando un tipo de placer ideal que nunca jamás vamos a encontrar. Estamos buscando un tipo de experiencia sexual idealizada, la cual, es simplemente un mito, como el mito de la pareja perfecta y del orgasmo perfecto, que no va a suceder nunca.
La insatisfacción es la que en verdad mete el desorden, este anhelar por algo más y más, algo mejor y mejor. Este anhelo está basado en el aferramiento al: “YO, YO, yo necesito tener más”. Especialmente en lugares como este, en donde una comunidad de personas con cálidos afectos por los demás, viven muy cercanos unos a otros, alejados de la ciudad y donde algunas veces, personas que ya tienen una pareja, tienen relaciones sexuales con la pareja de otros. Es importante analizar la motivación de dicho comportamiento y averiguar si está basada en la insatisfacción con la propia pareja y la búsqueda de algo mejor, mejor y mejor.
Si está basada en tal actitud, va a ser autodestructiva. Inevitablemente nos causará problemas e infelicidad. Ya sea que produzca felicidad o infelicidad a nuestra nueva pareja o a nuestra antigua pareja, eso es otro asunto. Inevitablemente nos causará problemas a nosotros mismos. Es nuestra elección, si queremos continuar infelices y frustrados, porque este tipo de búsqueda está condenada a la frustración, pues continuemos, es nuestra elección. Sin embargo, si queremos detener esta infelicidad, esta ansiedad de constante frustración y búsqueda por algo mejor, entonces necesitamos abstenernos de este tipo de actividad.
El hermoso cuerpo y el amor libre
Otro punto es que podríamos estar engañándonos con lo que constituye un comportamiento sexual inocente. En occidente tenemos la idea del “hermoso cuerpo”. El culto al cuerpo es quizá una herencia de la antigua Grecia y del Renacimiento. Nos es familiar la idea de que el cuerpo joven es tan bello y perfecto que casi lo adoramos. Con este tipo de actitudes hacia el cuerpo, cuando tenemos relaciones sexuales, las consideramos algo bello y maravilloso. Realmente creemos que nos va a proporcionar gran felicidad a ambos y aquí estamos hablando de la idea occidental que tienen algunas personas sobre el “amor libre”.
Por ejemplo, podemos estar ya involucrados en una relación que implique intimidad y en una fiesta conocemos a otra persona que nos parece atractiva y sexy. Podemos pensar: “No me siento realmente insatisfecho con mi pareja, pero el cuerpo de esta persona es tan bello que necesito acariciarlo. Necesitamos hacer el amor y celebrar la belleza de nuestros cuerpos, hacer el amor será bellísimo”. Quizá hasta pensemos: “Hacer el amor será tan espiritual”. Este ingenuo pensamiento es en realidad un auto engaño. Bajo nuestra creencia de que el sexo es “libre” y completamente inocente, bello y hasta espiritual, puede haber una gran cantidad de deseo, avaricia y aferramiento, alimentados por nuestra inocente adoración hacia el hermoso cuerpo.
Como buenos occidentales, a la mayoría de nosotros no nos gustan las enseñanzas budistas sobre la presencia mental de lo que yace bajo nuestra piel, de lo que está dentro del estómago e intestinos y demás. Sin embargo, cuando ignoramos la realidad de lo que está dentro del cuerpo, caemos presas del mito sobre el hermoso cuerpo y éste se convierte en un objeto de deseo obsesivo.
El budismo describe a este deseo anhelante como una emoción perturbada que está basada en la concepción errónea de su objeto. Es decir, que se basa en una exageración de las cualidades buenas o atractivas de su objeto. Cuando el cuerpo es el objeto, el deseo anhelante considera algo que es básicamente impuro como puro y maravilloso. Tan sólo pasen una semana en el verano sin bañarse y sin lavarse los dientes y verán que tan puro y limpio es el cuerpo. Asimismo, el deseo anhelante considera algo que básicamente producirá problemas, como la fuente de la felicidad primordial, o algo que es impermanente como permanente, o algo que no tiene esencia sólida, como si la tuviera. Cuando actuamos bajo la influencia de tal concepción ingenua y errónea, nos creamos problemas.
Así que, si queremos evitar la infelicidad como resultado de nuestro comportamiento sexual, lo que necesitamos hacer es dejar de idealizar al sexo. Esto no quiere decir que dejemos de hacer el amor, pero no lo idealicemos. En otras palabras, seamos realistas acerca del cuerpo de la otra persona y del nuestro. Los pies a menudo sudan y huelen mal. Eso es un hecho, así que no pretendamos que no existe y que el cuerpo es siempre bello y maravilloso como salido de una película de Hollywood, porque ¡no es así!
Es más, una relación sexual no nos va a proveer la felicidad primordial, ni a la otra persona, ni a nosotros. Así que si pensamos: “Oh, voy a hacer el amor con esta otra persona y eso va resolver todos sus problemas y la hará feliz”, o “Resolverá todos mis problemas y me hará feliz”, eso es un mito, no se logrará eso, obviamente. Quizá le brinde o nos brinde un alivio temporal a la tensión, pero seamos realistas a ello. El alivio es sólo temporal, no es nada profundo. No es la gran cosa, obviamente no durará mucho, así que no debemos engañarnos al respecto.
Y si yacemos abrazados a la otra persona, bueno, el brazo que queda por debajo, se va a adormecer tarde o temprano. Hay un montón de cosas incómodas que pasan inevitablemente, tenemos que aceptar que todo esto es parte de los problemas generales del samsara. Tenemos este tipo de cuerpo, el cual está mezclado con confusión y nos causa problemas. Lo mismo sucede al tener relaciones sexuales, también estarán inevitablemente cargadas de problemas. Así que si romantizamos e idealizamos a las relaciones sexuales, obtendremos mucha infelicidad de ellas. Necesitamos ser realistas.
Breve resumen
Me parece que estos son algunos de los puntos cruciales de la ética sexual budista en relación a cómo minimizar la cantidad de problemas e infelicidad que nos generamos a partir de nuestro comportamiento sexual. Necesitamos examinar de manera muy honesta nuestra motivación en la actividad sexual, tanto con nuestra pareja como con las parejas de otros, si es que acaso nos vemos inclinados a este tipo de actividad. Además necesitamos examinar detenidamente la manera en que consideramos al sexo, ¿lo idealizamos o lo vemos de manera realista? Si nos interesa liberarnos de nuestros problemas, o incluso si no nos interesa alcanzar esa meta tan sublime, pero simplemente queremos mejorar nuestro samsara y tener menos problemas en esta vida, entonces necesitamos tratar de evitar el comportamiento sexual motivado por alguna emoción perturbada o alguna fantasía. Así que, por supuesto tenemos que poner nuestro mayor esfuerzo en intentar no causarle problemas a la otra persona a través de nuestro comportamiento sexual, a pesar de lo difícil que sea garantizar cuales serán los efectos de nuestras acciones en los demás.
Tenemos que recordar que no hay nada en la ética budista que diga: “Deberías hacer esto y evitar aquello”. Todo es una cuestión de querer dejar de generarnos problemas y tener un entendimiento realista de la causa y el efecto que se desprenden de nuestro propio comportamiento.
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