ENVIADO A LA REDACCIÓN

NOS, Edmundo Robinson Castellanos, Muy Respetable Gran Maestro de la Federación Masónica de Logias Soberanas y Rogelio Amaral Barragán, Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Omega de México, ambos mexicanos, mayores de edad en pleno goce de nuestros derechos ciudadanos, dando como domicilio para emitir y recibir todo tipo de notificaciones en la calle Misión de San Diego No. 5 –Zona del Río- Tijuana, Baja California, México, CP 22210, en nombre y representación de las organizaciones antes aludidas, comparecemos ante Uds., para expresar nuestro:

POSICIONAMIENTO CONJUNTO

En relación con la reforma (de hecho, mejor dicho: la contra-reforma) al Artículo 24 Constitucional, aprobada por la Honorable Cámara de Diputados en el Congreso de la Unión, el pasado día 15 de diciembre del año que recién terminó, se cerró, tristemente, el cerco en torno a lo que quedaba del Estado Laico mexicano.

Luego de la Reforma al Artículo 130 Constitucional sucedida a finales del siglo pasado, resultó evidente que la vieja lucha entre Liberales y conservadores había retomado su impulso, provocada ahora –por conveniencias circunstanciales- desde la misma Presidencia de la República, más evidente resultó aun por el reconocimiento oficial del Estado Vaticano, poderoso remanente del Imperio Romano, desde los lejanos tiempos del Emperador Constantino.

Situación ésta que vino a culminar con la modificación del Artículo ya mencionado de nuestra Carta Magna que en modo alguno viene a resolver ninguno de los ingentes problemas de gobernabilidad de nuestra sufrida patria sino que es –digámoslo con todas sus letras- no resultado de una sentida demanda ciudadana sino de una complacencia específica y ‘a la carta’ para uno de los poderes fácticos más conspicuos y actuantes en nuestra cada vez más confundida sociedad.

Que un Partido identificado plenamente con la más rancia Derecha proponga semejante engendro no sería de extrañar, ésa es su tarea dialéctica y eso se espera de ellos. Lo sorprendente en este caso es el voto de los Diputados que se les agregaron, procedentes –se supone- de Partidos cuyos lemas los identifican –dizque- como ‘revolucionarios’. Terrible paradoja por la discordancia entre las palabras y los hechos.

La acción de estos últimos Representantes Populares sólo se explica por su defección a sus ideales o, en el ‘mejor’ de los casos, por su ignorancia –culposa o no- de la Historia Patria.

Pensando que lo hicieron por lo segundo y no por lo primero, nos vemos en la obligación ética de hacer al menos un breve repaso por los anales de nuestra existencia como Nación y, de paso, para que mejor entiendan nuestro posicionamiento formal.

De entrada, diremos que antes de la Independencia, desde la Conquista hasta el final del siglo XVIII no había libertad alguna de conciencia ni de expresión y las mazmorras de la Inquisición y las hogueras de la Plaza de Santo Domingo se encargaban de imponer el orden y la unidad –a través del pánico- durante el Virreinato de la Nueva España. Quien lo dude, que se asome al Archivo General de la Nación.

Luego, en los albores del siglo XIX, al inicio de la lucha por nuestra independencia, quedó claro que del ‘Bajo Clero’ –los curas de a pie- surgieron los primeros líderes de la emancipación, en tanto que el “Alto Clero’ –es decir, los jerarcas- se alineó desde el principio en el bando favorable al yugo. Así surgieron, por una parte, Hidalgo, Morelos y Matamoros, entre otros muchos y, por el otro, la figura del Realista a ultranza, don Antonio Abad y Queipo, Obispo de Michoacán, antiguo amigo del ex Cura de Dolores.

Luego, en la segunda década del siglo XIX, casi al final de la etapa insurgente, sostenida por don Vicente Guerrero en tierras del sur, se alzaron los ultra-conservadores contra el gobierno de España en rechazo a la Constitución liberal de Cádiz de 1812 y urdieron en la conspiración de La Profesa lo que en los hechos constituyó un auto-golpe de Estado para salvaguardar sus privilegios.

El resultado al final del proceso fue el Primer Imperio, el de Agustín de Iturbide, de 1821 a 1823. En este período, al establecimiento de la República con Guadalupe Victoria al frente, derrumbado el Primer Imperio, las fuerzas más retrógradas tomaron las armas del lado ‘Centralista’ en contra del bando ‘Federal’.

Durante los aciagos años de la pérdida de Tejas y la subsecuente guerra de invasión estadounidense, los agobiados gobiernos de la república vieron cómo esas instituciones ultra-conservadoras ponían a buen recaudo sus bien surtidas faltriqueras, negándose a contribuir con sus caudales al esfuerzo conjunto en defensa de nuestra afligida patria, lo que culminaría con la pérdida de más de la mitad de nuestro entonces territorio tras la oprobiosa firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo.

Pero la tragedia no terminó allí, ya que pronto nos vinimos a encontrar con que una de esas instituciones –ahora desde el bando estadounidense, al otro lado de esa nueva frontera-cicatriz, reclamó al gobierno de la doliente Patria Mexicana el monto ‘perdido’ del llamado Fondo Piadoso de las Californias. Después de caídos, apaleados.

A mediados del siglo XIX, ante el avance de los Liberales, los Conservadores –de nuevo con el apoyo de la más poderosa institución existente en el país, dueña de casi la mitad de las rentas nacionales- se levantaron en armas en la llamada Guerra de Reforma.

Derrotadas las fuerzas reaccionarias y puestos en marcha los profundos cambios impuestos por el triunfo Liberal, el registro civil, la desamortización de los llamados bienes de ‘manos muertas’, la creación de los primeros Panteones Civiles -entre otros muchos logros derivados del triunfo de las armas Liberales-, el país habría de encontrarse con la persistente y férrea oposición de los estamentos más retrógrados.

Para ejemplo tenemos el levantamiento de Antonio de Haro y Tamariz, al grito de: “¡Religión y Fueros!” el que –al verse derrotado- reveló su fuente de financiamiento indiciando al entonces prelado de la Mitra de la ciudad de Puebla, Don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, lo que a la postre llevó a ambos al destierro.

Vox Populi, a este jerarca se atribuye la siguiente frase, negada por él obstinadamente: “...con bastante dolor veo que el pueblo cristiano mira con desprecio que se atente contra los bienes eclesiásticos.." lo que fue interpretado como un mal disimulado exhorto a un nuevo levantamiento armado, corroborado más tarde con sus actos pues, en el año de 1862 se entrevistó personalmente con el Archiduque Maximiliano de Habsburgo, abriendo paso a lo que sería la Invasión Francesa y el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano, con el Noble Austríaco a la cabeza.

Más tarde, el gobernador de la Mitra de Puebla se mostró como lo que en realidad era, un ultra-conservador irredento, opuesto inclusive dentro de las huestes imperialistas a la aplicación del Código Napoleónico que el Segundo Imperio intentaba aplicar en territorio mexicano, refutándolo en lo que respecta a los bienes eclesiásticos, llegando incluso a renegar del engendro que él contribuyó a crear, rechazando al mismísimo monarca extranjero cuando este último tuvo el atrevimiento de proclamar en 1865 la odiada Libertad de Cultos –entre otras medidas tomadas prestadas por el de Habsburgo del ideario de los próceres de la Reforma Liberal.

Al triunfo de la República itinerante, retornado Benito Juárez a Palacio Nacional, los Conservadores guardaron un breve y prudente período de silencio, mientras reponían fuerzas, a la espera de que el Tiempo, inexorable, pusiera remedio a lo que ellos no pudieron, ni siquiera por las armas. Su espera fue fructífera, el antiguo incendiario Liberal patriota, General Porfirio Díaz, se sublevó contra el Hombre de Guelatao y consumó su asalto al Poder en tiempos de Sebastián Lerdo de Tejada. Díaz, al paso de los años, terminó en brazos de los Conservadores, sus antiguos enemigos, convertidos ahora en flamantes ‘Científicos’ formando con ellos su muy nutrida corte de aduladores.

Esta situación desembocaría en una enorme conflagración que costó millón y medio de vidas, entre muertos y desplazados al inicio de la primera década del siglo XX.

Concluida la lucha armada de la Revolución, el conservadurismo se lanzó de lleno a contrarrestar los cambios que ésta traería aparejados, utilizando el fanatismo como fermento para la llamada “Rebelión Cristera”, arengando a los indígenas, campesinos y gentes de escasas luces a lanzarse contra los ‘herejes’ (todo individuo identificado como empleado o favorecedor del odiado gobierno revolucionario) llevando a toda la región llamada de El Bajío en Guanajuato, así como a Los Altos de Jalisco y la región de Los Lagos en Michoacán a la abierta insurrección, dándose el lamentable espectáculo de la destrucción de familias enteras, divididas en bandos irreconciliables y del filicidio entre los mismos mexicanos por razones ideológicas.

Desfiles de maestras rurales violadas y desorejadas, marchaban por las calles de las grandes ciudades hablando por los cientos de maestros colgados de los postes telegráficos, junto a gente identificada como ‘gobiernista’) daban testimonio de este triste momento en la Historia de nuestra patria en la que alfabetizar era sinónimo de martirio. El Magnicidio de Álvaro Obregón a manos de José de León Toral fue la ‘perla de la corona’ de este triste episodio histórico.

En fin, que el Estado Laico que se construyó tras todas estas luchas y sacrificios garantizó por décadas tras la Revolución, la paz, la tranquilidad y la convivencia en la diversidad entre los mexicanos, pudiendo cada quien practicar los ritos de su particular creencia dentro de los sitios dedicados al culto, auspiciando con esta libertad el florecimiento de las más diversas creencias e inclusive, del ateísmo y del agnosticismo en sus diversas variantes.

De no haber sido por las Leyes de Reforma, en México nunca hubiera habido judíos, ni protestantes, ni musulmanes, ni agnósticos, ni ateos que pudieran conciliar el sueño en paz, pues en una sociedad regida por las normas de cualquier dogma considerado como único o como el más favorecido, la Libertad de Conciencia estaría invariablemente en peligro.

Basados en lo anterior, vienen aquí las necesarias e indispensables preguntas para que ustedes, señores y señoras Diputados y Senadores de la República tengan la gentileza de respondernos al domicilio que ofrecimos en el inicio del presente documento de Posicionamiento Conjunto:

1. ¿Cómo pudo aprobarse –en principio- la contra-reforma, disfrazada de reforma, del Artículo 24 de nuestra Constitución tras una sola sesión y de un único plumazo, ignorando los trágicos y dolorosos sucesos de nuestra Historia que nos llevaron a la instauración de un Estado Laico donde cada quien pueda creer o no creer según le dicte la Razón, tras más de ciento veinte años de continuos y oprobiosos derramamientos de sangre?

2. ¿Por qué, tras pagar tan alto precio para mantener al sector de los Teócratas en su territorio y al Gobierno Civil en el suyo, se nos quiere imponer un modelo traído del extranjero y proveniente de países que no tuvieron que pagar con sangre la intromisión constante de las fuerzas más retardatarias en los asuntos del Estado.

3. ¿Por qué, si el Estado Mexicano no se entromete en la forma en que El Vaticano se rige y gobierna, por cierto nada democrática, sus representantes en México, de manera paladina, tienen Poder suficiente para mover a sus anchas inclusive al Congreso de la Unión?

4. ¿Cómo se explica, que una organización religiosa –por grande que esta sea- que, además, no paga impuestos ni ningún otro tipo de contribución como lo hacemos todos los mexicanos, pueda –no obstante- con toda facilidad imponer su Agenda en los asuntos civiles y políticos de la Nación? ¿No es esto aberrante, además de profundamente anti-ético, inequitativo e injusto? Pues legíslese de nuevo para que - si no se pagan impuestos- los Ministros del Culto se dediquen a lo suyo y dejen los asuntos de Gobierno a quienes sí los pagan.

5. ¿Cómo es posible que se nos informe en los medios masivos de comunicación, que el Jefe del Estado Vaticano vendrá a México a sobrevolar ‘El Cerro del Cubilete’ o algún otro santuario dedicado a quienes se alzaron en armas contra el Gobierno de la República durante la llamada “Guerra Cristera”? ¿Acaso el señor aludido sobrevolará las tumbas de los miles de muertos ‘herejes’ caídos durante esa refriega entre los años veintes y treintas del siglo pasado? ¿Visitará la tumba del victimado ex Presidente Álvaro Obregón? No, desde luego.

6. Se especula que el actual gobierno –de filiación conservadora- pretende cubrir los gastos de la visita con dinero del erario. Sépase que, de ser cierto tal especulación, nuestros máximos representantes gubernamentales jamás viajan al extranjero con gastos pagados por otros Gobiernos. Es cosa de dignidad y de decoro. Por otra parte, el Jefe del Estado Vaticano cuenta con suficientes fondos pues no se trata de un país en la miseria, así sea uno de los más pequeños, por lo tanto, se solicita al H. Congreso de la Unión que vigile de cerca este aspecto de la esperada visita, no sea que se nos cargue a los bolsillos de todos los mexicanos, seamos o no seguidores de la Iglesia que encabeza.

Eso es el verdadero sentido del laicismo. Caso contrario, el gobierno de México deberá dar el mismo tratamiento al Dalai Lama, al Ayatola máximo de Irán, a los Patriarcas Ortodoxos Orientales, al Gran Rabino de Jerusalén, a Jimmy Swaggart y a todo líder espiritual que acuda a suelo mexicano en visita de cortesía. Esto también se llama, en lenguaje llano: ‘todos hijos, o todos entenados’.

Resumimos y concluimos para fijar nuestro posicionamiento conjunto en las siguientes

PETICIONES

Que el Senado de la República devuelva a la Cámara Baja la referida Reforma para que se deje intacto el Artículo 24 en su forma anterior, donde estaba suficientemente garantizada la Libertad de Cultos para todas las creencias sin distinción, salvaguardando así al Estado Laico.

II.- Que se promueva un proyecto de Ley por algunos de los Diputados o Senadores progresistas donde todos los mexicanos, sin distinción alguna, seamos por igual contribuyentes fiscales para el sostenimiento del gasto y la inversión pública, dando fin –de manera definitiva- a los Fueros que llevaron a nuestra Patria a sangrientas guerras civiles durante el siglo XIX y principios del XX que, de seguir como vamos, nos expondría de nuevo a trastornos sociales y políticos de incalculables consecuencias. Si, como es de esperarse, el Estamento Religioso se empeñase en no pagar impuestos por sus cuantiososingresos, entonces, que quien ejerza el Ministerio de cualquier culto, se dedique a eso y no a la Política, tal como las Leyes de Reforma lo previeron. Aun estamos a tiempo de prevenir males mayores.

III. Que se elimine, definitivamente, el perverso sentido que se pretende dar al concepto de ‘Libertad religiosa’ (sic) que, evidentemente, aun de manera soslayada, lo que pretende es que la religión mayoritaria pueda ser propalada en las aulas públicas, ya no solo de escuelas confesionales. En tal situación, no estará el suelo parejo para todas las confesiones religiosas, ni mucho menos para los hijos de los libre-pensadores, los agnósticos o los ateos, pues los militantes de creencias distintas de la que resulte más favorecida, verían a sus hijos soportar el adoctrinamiento en una fe o en una corriente de pensamiento distinta –e incluso opuesta- de la suya. Si eso es Libertad, lo dudamos mucho. En la Naturaleza, la diversidad es la norma.

IV. Que el H. Congreso supervise que no se empleen fondos públicos para sufragar los gastos de esa visita, en respeto y reconocimiento a la diversidad que existe entre los ciudadanos de este país y a la separación entre los asuntos de las Iglesias y los del Estado.

V. Que por este medio se hace un llamado fraterno e incluyente a todas las ORGANIZACIONES MASÓNICAS Y LIBERALES DE LA NACIÓN, principalmente aquéllas con las que tenemos celebrados Tratados de Amistad, Apoyo y Respeto Mutuo para que –dejando atrás cualquier tipo de diferencias, todas mínimas o baladíes comparadas con la envergadura del asalto conservador que enfrenta la Patria, unamos nuestros esfuerzos en pro de la defensa del Estado Laico.

Así, proponemos una inmediata reunión nacional en punto neutral y pedimos a los liderazgos oficiales y a los liderazgos naturales de todas las organizaciones liberales y masónicas -sin distingo alguno- para que se comuniquen de inmediato con nosotros para organizar entre todos una Gran Mesa Nacional de Acuerdos de la que surja un posicionamiento que refleje una postura conjunta de nuestra Antigua y Honrada Institución, por encima de la fragmentación artificial que se nos ha impuesto –por nuestra falta de acción concreta- y que solo ha servido para mejor neutralizarnos.

VI. Que, finalmente, le recordemos a quienes gozan aun de la libertad para profesar el credo de su preferencia o, en su defecto, para no profesar ninguno, que Juárez y los Hombres de la Reforma le dieron sentido concreto a la frase que un carpintero de Galilea dijo cuando se le quiso sorprender, hace casi 2000 años: “Dad al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios.” Todo lo que se aparte de esto, es Política, aunque se la disfrace con cualquier otro atuendo. Hora es de saber de qué madera estamos hechos y de demostrar congruencia al reclamar que el sacrificio de tantos millones de mexicanos no sea en vano.

Protestamos lo necesario y esperamos respuesta.

Atentamente

Federación Masónica de Logias Soberanas Supremo Consejo Omega de México

Edmundo Robinson Castellanos Rogelio Amaral Barragán

Gran Maestro Gran Comendador

http://es.scribd.com/doc/77479335/Art-24-Constitucional-Posicionamiento-Conjunto-FMLS-OMEGA

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