EL ZANCUDO
Arturo Soto Munguía
El Zancudo
(No mata, pero hace roncha)
Arturo Soto Munguía
Las ‘pequeñas’ cosas que hunden al gobernador.
O, ¿Tengo imán para los pendejos?
Anoche de camino a casa, en el cruce de los bulevares Solidaridad y Progreso, un vehículo que en ese momento pensé, era tripulado por un chofer del exitoso (jejeje) Bus Sonora, o un narcojunior que recién había visto completita la saga de Rápido y Furioso, arrancó echando lámina, entre acelerones y cambios de luces, hasta obligar al que esto escribe a maniobrar violentamente para evitar una desgracia más en las calles de Hermosillo.
Rebasando por la derecha, un picapito blanco pasó a centímetros de mi auto, y a centímetros de un tráiler que también viraba en el mismo sentido. Pasó acelerando al máximo.
El Zancudo, al que eventualmente le sale el Vin Diesel que todos llevamos dentro, le metió el turbo al Chevy para alcanzar al cafre en cuestión, que por lo visto tiene bastante pesada la patita porque en la persecución, al picapito por poco se le salen las bielas a través del cofre.
Cuando lo alcancé, ¡Oh, sorpresa!
El pick up Nissan, blanco, de modelo atrasado pero que por lo visto todavía ‘arremanga’, lucía en sus puertas sendas calcomanías con el logotipo del Nuevo Sonora, escudo y estrellitas incluidos.
Placas: UY 62892
Martes, a eso de las 20: 00 hora, desde Solidaridad y Progreso, hasta Pueblitos.
También las siglas de la dependencia donde está inventariado: la Secretaría de Educación Pública.
La SEC, pues, de Jorge Luis Ibarra Mendívil, que por la mañana había comparecido ante los diputados locales, para ponderar las virtudes de este Nuevo Sonora, que por cierto, se está pareciendo mucho y demasiado rápido, al viejo.
Sobre todo en eso de la prepotencia y la arrogancia que pueden llegar a convertir al más modesto pelagatos, en un fundamentalista de la filosofía “Hazle como quieras, de todos modos no me hacen nada”.
En la parte posterior del pick up, (número económico 06), la leyenda: Vehículo autorizado su uso 24 horas. Y también un número: 01 800 466 37 86, mejor conocido como 01 800 HONESTO, al que se debe reportar el mal uso del mismo.
¡Honesto!
Lo seguí. Intenté rebasarlo y no se dejaba. Invadía carriles y aceleraba. Se metía entre los automóviles en tránsito. Cuando por fin pude emparejarlo, para mentarle por lo menos la madre, me detuve.
El picapito era conducido salvajemente entre el tráfico del bulevar Progreso, por una niña que podría pasar como secundariana, si no fuera por su uniforme de preparatoriana.
A su lado, durante la persecución, alguien se recostaba en el asiento, como queriendo esconderse.
Los seguí hasta que se detuvieron, allá por rumbos de Pueblitos, cerca del lugar donde el alcalde Javier Gándara encabezaba una edición más del programa Ayuntamiento en tu colonia.
Del lado derecho bajó un tipo joven, güero, ojo verde, desaliñado y picudo.
Le pregunté su nombre, pero me respondió con otra pregunta: ¿Y por qué te lo voy a dar?
Le pregunté por qué la niña conducía un vehículo oficial.
Me dijo que porque era su hija.
Le reiteré que se trataba de un vehículo oficial.
Me dijo que sí. Que a él se lo habían asignado.
Le pregunté si eso permitía a una menor de edad conducir un vehículo oficial.
Me dijo que sí, porque se trataba de su hija.
Fin de una historia, de esas que en la vida cotidiana de los sonorenses, dan al traste con cualquier publicidad oficial, así esté retacada de chureas y sahuaros.
Asumo que el contralor Carlos Tapia Astiazarán ya va en la octava carcajada al momento de leer estas líneas, y probablemente también el gobernador.
Los que no tenemos ni madres de ganas de reír, somos los miles, pero en verdad miles de ciudadanos atropellados por la prepotencia y la soberbia del Nuevo Sonora, que se manifiesta en esos pequeños casos de impunidad, aprendidos quizá de los otros, de los más grandes.
II
Demasiados temas en el tintero para ser lunes. Los dejamos para mañana, porque ahora sólo hay una pregunta que me asalta: Si a esos niveles ha llegado la ignorancia de los nuevos funcionarios públicos, y el sentimiento de impunidad que la cobija, ¿Qué se puede esperar de los que por fin descubrieron el significado -no muy inédito, pero seguramente histórico-, de la premisa: “No me den, pónganme donde hay”?
Por ahí hay que buscarle, a la hora de analizar la crispación de una sociedad que no está integrada por chureas y sahuaros, sino por ciudadanos de carne y hueso que en su vida cotidiana, a cada momento enfrentan la inseguridad, el miedo, la impotencia, el asombro o la rebeldía por lo mal que están las cosas.
En el Nuevo Sonora, lo que puede suceder con el güero picudo de la SEC, es que lo asciendan. Al menos eso deduzco de las palabras que me dijo el Güero, ya para ponerse al volante del picapito: “¡Para eso ganamos!”
Chhhhhhh…
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