EL ENIGMA DE LA TARJETA HALLADA EN LOS HUESOS PATRIOS
Los especialistas del INAH no sólo encontraron en las urnas los restos mortales de los protagonistas de la Independencia de México. Al abrirlas el año pasado, con motivo de los centenarios de las fiestas patrias, hallaron una tarjeta de presentación firmada el 15 de septiembre de 1921, por el cronista de EL UNIVERSAL, Jacobo Dalevuelta.
Investigadores del INAH, al descubrir la tarjeta de presentación de Jacobo Dalevuelta en el interior de la …
La pieza de papel, con el logotipo de esta casa editorial impreso en el extremo superior izquierdo, estuvo allí por 89 años, desde que el presidente Álvaro Obregón conmemoró durante todo septiembre de 1921 el Centenario de la Consumación de la gesta libertaria.
El viejo documento amarillento y carcomido en una de sus esquinas fue encontrado en una urna complementaria alargada y de poco grosor, que acompañaba la caja de cristal donde están los cráneos de los primeros cuatro líderes insurgentes muertos en batalla: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez.
La urna es una caja de madera que los especialistas del INAH identificaron como “urna libro” y allí se resguardaban extremidades largas (brazos y piernas) de estos personajes históricos.
Un misterio para los historiadores
La forma en cómo llegó la tarjeta a ese lugar es un misterio para los historiadores. Para el investigador Alejandro Rosas la fecha del documento de Jacobo Dalevuelta es significativa, porque se enmarca dentro de un ambiente político muy agitado, donde la relación del gobierno con la Iglesia católica era más que complicada.
El acceso a los restos de los próceres, en ese momento resguardados por la Iglesia, era difícil y parece no haber registro de que en febrero de 1921 existiera una comisión encargada de examinar los restos de los insurgentes.
“Hasta donde yo sé, Obregón no va a la Catedral o a menos que ese (hecho histórico) esté documentado, pero casi tengo la certeza que no lo hace… pero si se comprueba que él (Obregón) sí va, entonces el caso hay que revisarlo con mayor atención porque se trata de un gobierno bastante jacobino (centralista y laico) y su visita se vuelve relevante”, dijo Alejandro Rosas.
La historiadora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), Carmen Saucedo, tampoco encontró datos que muestren que en 1921 hayan abierto las urnas depositadas en la capilla de San José de la Catedral.
En un trabajo publicado en el INEHRM, titulado “Apuntes para una historia de los restos mortales de los Héroes de la Independencia. Itinerario crítico de los restos de los Héroes de la Independencia”, la investigadora cuenta que a finales del siglo XIX se llevó a cabo una serie de revisiones para conocer el estado físico de los restos, pero tampoco existe información del mes de septiembre de 1921.
Sin embargo, EL UNIVERSAL, en la primera plana de la segunda sección, del sábado 17 de septiembre de 1921, cuando se festejó el Centenario de Consumación de la Independencia, entregó un texto periodístico que tituló: “Ante los restos de los héroes que nos dieron libertad, el Presidente de la República depositó una ofrenda de gratitud a nombre del pueblo mexicano”.
La información describe el evento de la siguiente manera: “sin precedentes, por su solemnidad en los anales de nuestra historia política, resultó el homenaje rendido ayer por el Primer Magistrado de la República y las misiones diplomáticas especiales de los países amigos al ilustre Benemérito de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla.
“Fue un acto severo de aquellos que por su misma sencillez adquieren prestigios grandiosos y dejan en el espíritu una emoción intensa”, describe la nota periodística que remata con la solemnidad con la que entró el general Obregón y su comitiva a la Catedral. “
El cronista
Jacobo Dalevuelta era el seudónimo del cronista de EL UNIVERSAL Fernando Ramírez de Aguilar. El nombre lo toma de un personaje novelesco y, según la guía turística de Oaxaca, el periodista se distinguió por sus crónicas, “reportajes y por sus jugosas e interesantes entrevistas, un género periodístico que no existía en México”.
Nació en Oaxaca en 1897 y murió en la ciudad de México en 1953. En sus inicios como periodista trabajó en El Imparcial, pero después fue invitado por el fundador de El Gran Diario de México, Félix F. Palavicini, a incorporarse al equipo de redacción, donde comenzó a destacarse por su impecable pluma.
Fue un hombre culto y muy patriótico. Así lo deja ver una en crónica publicada el viernes 16 de septiembre de 1921, en la segunda sección de EL UNIVERSAL:
“Necesitamos tener tres corazones, amigo. No es posible que uno solo contenga la impresión del momento.
“Y al hablar así un poeta a quien acababa de conocer, secaba las lágrimas de sus ojos. Y como él yo, y como yo, muchos otros que sentíamos el peso de nuestros años frente a la gárrula chiquillería que en esos instantes levantaban su voz y su alma hasta el cielo altísimo, jurando por el nombre de Aquel que está más arriba, amar y morir por la bandera de la Patria.
“Ciertamente, necesitamos tres corazones, cien corazones para contener la hondísima impresión ¿qué sería más bello en aquel instante? El espectáculo de millares de niños, todos bellos como flores, todos radiantes como soles, todos buenos como ángeles”.
La tarjeta
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De esta cualidad nacionalista del cronista hace hincapié el historiador Alejandro Rosas, quien intuye que Dalevuelta pudo haber tenido acceso a las urnas con cierta facilidad, ya que él era uno de los intelectuales del momento que estaba muy interesado en evitar el deterioro de los restos óseos de los caudillos.
“Él (Jacobo Dalevuelta) era parte de una comisión que estaba investigando si faltaban o no algunos restos de los insurgentes”, reiteró el investigador, quien supone que al no ser parte del gobierno pudo tener cierta facilidad para abrir alguna de las urnas, horas antes de que el general Obregón entrara a la Catedral a homenajear los restos de los insurgentes.
En ese sentido, la teoría de que Delavuelta introdujo su tarjeta de presentación en 1925, cuando cubría para el periódico el traslado de las urnas, que por órdenes del Presidente Plutarco Elías Calles fueron extraídas de Catedral para llevarlas al basamento de la Columna de la Independencia, no se sostiene, ya que no coinciden tanto la fecha del documento encontrado con la de ese evento histórico.
Ya pasaron 90 años de ese episodio y tal vez nunca se conozca el origen de esa tarjeta, que un colaborador de EL UNIVERSAL colocó junto a los huesos del Padre de la Patria, pero este suceso se convierte en un dato anecdótico que podría darle a los historiadores nuevos parámetros a sus investigaciones.
Ahora, este sábado 30 de julio que se cumplen 200 años del fusilamiento del cura Miguel Hidalgo, regresarán 14 y no 12 caudillos al basamento del Ángel de la Independencia. Con ellos también vuelve la polémica de su autenticidad, sin embargo, lo único seguro es que no continuará ahí la tarjeta que acompañó a los restos de nuestro próceres durante nueve décadas.
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