COMUNICADO DE LOS OBISPOS CATÓLICOS
Lamentamos profundamente los hechos criminales y aumento de la violencia que enturbian y ponen en riesgo el proceso democrático de las elecciones que se llevarán a cabo el próximo domingo en 12 Estados de la República Mexicana.
Nos unimos al dolor e indignación de las familias y amigos de los fallecidos que fueron asesinados de la manera más cobarde y artera.
Los terribles momentos de inseguridad, muerte y zozobra que vive el Estado de Tamaulipas, nos llevan a pensar cuánto tiempo más y cuántas muertes más tendrán que registrarse en este territorio y en otros puntos del país, cuánto tiempo más continuarán sufriendo las familias y comunidades tamaulipecas, y de otros Estados de la República, este tipo de hechos escalofriantes que ponen en entredicho la paz, la seguridad y la vida.
Esta situación de angustia debe ser un llamado enérgico a la sensibilidad de todas las autoridades de los tres Poderes de la Unión, líderes políticos, organizaciones sociales, sistema educativo, medios de comunicación, iglesias y población entera a la colaboración y participación en la búsqueda de las soluciones y estrategias que coadyuven a crear los ambientes de confianza, paz y sosiego que necesitamos para la gobernabilidad de la nación, la estabilidad de la vida democrática de México y la confianza pública en nuestras instituciones de gobierno.
Los Obispos de México hemos expresado que “hay muchas personas que tienen la convicción de que el crimen organizado, para extender el alcance de su influencia, ha corrompido personas y grupos de la sociedad, lo mismo que a grandes y pequeñas empresas. Para neutralizar la intervención de la autoridad, evitándola, anticipándose a ella, o distrayéndola, han corrompido también a servidores públicos, se han infiltrado en la estructura de los distintos niveles de gobierno, de procuración de justicia y del sistema judicial, convirtiéndose en una amenaza para la seguridad nacional y la democracia y, por tanto, en un abierto desafío al Estado” (Exhortación Pastoral: “Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga vida Digna”, No. 16).
Necesitamos auténticas muestras de procuración de la justicia en México y de estrategias que garanticen protección seguridad y paz a los ciudadanos. Confiamos en la tradicional unidad y solidaridad del pueblo mexicano como un camino para superar la violencia creciente. Urgimos a las autoridades estatales y federales a realizar una exhaustiva investigación de los lamentables hechos y procesar a los culpables.
“Las ejecuciones, cada vez más crueles, son la manifestación dolorosa y visible del crimen organizado. Con ellas genera el miedo social y hace sentir su poder o capacidad de controlar y proteger el desarrollo de sus negocios ilícitos… Son muy lamentables las muertes de miles de personas, entre ellas muchas inocentes y efectivos de las fuerzas de seguridad del Estado”. (Exhortación Pastoral: “Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga vida Digna”, No. 24).
Es justamente en estos momentos donde los Pastores de la Iglesia recordamos que “los cristianos sabemos que la violencia engendra violencia, por lo que la solución a este problema es honda y compleja. Los actos violentos que presenciamos y sufrimos son síntomas de otra lucha más radical, en la que nos jugamos el futuro de la patria y de la humanidad. En el interior del ser humano se da la batalla de tendencias opuestas entre el bien y el mal. Los cristianos no vemos a las personas como enemigos que hay que destruir; nuestra lucha es contra el poder del mal que destruye y deshumaniza a las personas”. (Exhortación Pastoral: “Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga vida Digna”, No. 110).
Hacemos un llamado a todos los bautizados a orar por las necesidades de nuestro país, elevar nuestras súplicas a Dios para recuperar la seguridad y la paz en México. Pidamos al Espíritu Santo que ilumine a nuestros gobernantes, les dé un corazón generoso para trabajar intensa e incansablemente al servicio de los mexicanos, y la fuerza necesaria para que el Estado Mexicano cumpla su obligación de otorgarnos seguridad.
“El dolor de las víctimas inocentes, el sufrimiento, la perplejidad, el egoísmo, y la indiferencia, que la inseguridad y la violencia dejan en las familias y comunidades de México, traen a nuestro corazón el eco de las palabras del apóstol: …despojémonos de las tinieblas… Andemos como en pleno día, con dignidad (Rom 13, 11b. 12-13a)”. (Exhortación Pastoral: “Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga vida Digna”, No. 188).
Santa María de Guadalupe, Reina de México, pedimos tu intercesión por la vida futura de los mexicanos, por nuestro país, confiamos y nos encomendamos en tu amor y protección maternal por todo lo que tendremos que vivir.
Por los Obispos de México.
+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla
Presidente de la CEM + Víctor René Rodríguez Gómez
Obispo Auxiliar de Texcoco
Secretario General de la CEM
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