NEOLOGISMOS LAMENTABLES

NEOLOGISMOS LAMENTABLES. 1.- Yo, francamente a las “cadenas” no le entro. Sé que hay correos para todo: Divertidos, profundos, solemnes, bobos, ingeniosos, sorprendentes, pero bien sabe Dios que de vez en vez no falta quien me dé mi repasadita por andar enviándolos sin permiso del dueño, ya me imagino qué ocurriría si tuviera el atrevimiento de reenviar todo lo que me remiten. Así que, correo que me mandan, correo que copio, leo, examino, analizo, medito, etc., pero jamás, jamás, lo reenvío. 2.- A veces, me tiembla el pulso y a punto de hacerlo, respiro profundo, cierro los ojos y lo dejo pasar (escribió el poeta refiriéndose a las mundanas 3.- Pero, como suele ocurrir, no falta ese correo especialísimo que, más que otros, llama nuestra atención y heme aquí, escribiendo estas líneas. Resulta que hace unos días, recibí un correo que decía: “Nuevas preguntas agregadas al cuestionario del censo del INEGI 2010”, no voy a reproducirlo todo, me quedo si espacio, pero sí destaco algunas de las interrogantes ü “Según su ingreso se define usted: b) Algo secuestrable c) Nada Secuestrable”; ü “La persona amordazada ¿vive aquí o es visita?”; ü “¿Cuantas narcotienditas hay en su colonia? a) De 1 a 3 b) De 4 a 6 c) Aquí es narcotiendita”; y podría seguir. 4.- Podrá parecer gracioso ¿lo es? La semana pasada, a mi hijo de 11 años, Adolfo, lo amenazaron vía telefónica con “cortarle la puta cabeza”; a mi mamá, la amenazaron cuatro veces de muerte en el transcurso de la misma semana; al hijo de 20 años de un muy querido amigo lo bajaron a punta de pistola de la camioneta hace apenas unos días, y a una tía, diabética, literalmente casi la matan de un susto en circunstancias similares. 5.- Ya no hay modo de entendernos. Antes, ser “rafagueado” era la expresión más común, por lo menos en el ámbito político chihuahuense, para referirse a una columna insulsa a la que, literalmente también, cualquier mentecato tiene acceso (lo que demuestra de manera fehaciente que yo no lo soy) para golpear a sus enemigos reales o imaginarios. Ahora ya no. A la afirmación: “Lo rafaguearon”, uno pregunta: “¿Y salió vivo?” o “¿Cuándo lo 6.- “Levantar” a un individuo o a una individua tenía una clara connotación sexual (en el mejor de los casos y un tanto sórdida en el peor); al día de hoy el significado no puede ser más tétrico, sinónimo de “muerte”, “secuestro” o “ejecución”, como es ya. 7.- Los “encajuelados” eran un asunto de película de gánsteres; hoy, es el titular cotidiano de decenas de informativos locales y nacionales. 8.- Hubo alguna vez, “narcotráfico” y “narcotraficantes”; ahora hay: “Narcolistas”, “narcocorridos”, “narcomantas”, “narcopolíticos” “n arconegocios”, “narcoreinas”, “narcoreportajes”, bueno, ¡en el colmo! Hasta “narcoblogs”. Cuando me dijeron que un amigo entrañable tenía “narcolepsia” lo primero que pensé fue: “¡En la madre, tan decente que se veía el licenciado!”. Y fui y lo “quemé” apresurada e injustamente con toda la familia y los conocidos mutuos. 9.- Una “ejecución” era un asunto formal en el que mediaba la Ley; su instrumento eran el fusil, la horca, la cámara de gases; se ejecutaba a los culpables. Ahora, una “ejecución” es el asesinato artero en la vía pública de cualquier persona: Hombre, mujer o niño, sea inocente o no de la comisión de cualquier tipo de delito. 10.- Hace años, por obvias razones, la actriz Raquel Welch fue mejor conocida como “El Cuerpo”; ahora “el cuerpo” es el insumo básico de la mayoría de las noticias que, mañana, tarde y noche, reproducen los informativos de todo el País. 11.- Antes, la “línea” era eso: Una rayita. Ya a finales del siglo pasado y para mal, la línea podía ser un rastro de coca en cualquier superficie lista para ser esnifada; ahora no; ahora la línea se escribe con mayúscula al principio y es sinónimo de crímenes y atrocidades inenarrables en todo el territorio de Chihuahua, incluido el temporario secuestro de toda una ciudad (Creel). 12.- Un cartel era un cartel. Se colgaba en algún sitio vistoso y servía para informarlo a uno casi de cualquier acontecimiento; ahora ya no se trata de carteles sino de “cárteles”, se ha acentuado la “a”, y han perdido su inocencia. 13.- Noé se habría vuelto loco buscando una “chiva” de nuestros días; e igual le habría ocurrido tratándose de un “perico”, un “camello”, un “gallo” o un “caballo”. Y habría tenido que recurrir a algún imbécil -cualquiera de los Tucanes de Tijuana serviría- para que le aclarara el asunto. 14.- ¿Y qué decir de la familia? No hace tanto, para la mayoría de las gentes de bien, la familia era la forma más breve de referirse a ese núcleo de amor y confianza que nos circunda y nos envuelve como un nido. Con la “F” mayúscula, “La Familia” no es más el inequívoco sustantivo que alude a la mejor parte de cualquiera de nosotros. Y está muy lejos de hacerlo. 15.- Antes, decirle a la mamá de uno, por poner un caso, que había llegado el “señor de la renta” no se prestaba a confusiones; era el casero. En 1937, J. R. R. Tolkien empezó a escribir la saga de “El Señor de los Anillos” (The Lord of the Rings); y en 1954, William Golding publicó “El señor de las moscas” (Lord of the Flies). Ahora, quienes se enseñorean de los titulares son: “El Señor de las Anfetaminas”, el “Señor de los Tráileres”, el “Señor de los Cielos”, entre otros dizque señores. Ascendidos por una prensa vulgar e inculta que alienta en todos los tonos de gris una popularidad inmerecida. 16.- El lenguaje se ha trastornado. En cualquier sociedad ese fenómeno es comprensible y hasta deseable; el lenguaje es una entidad viva que, como la sociedad a la que pertenece, se reforma y se reinventa en forma permanente. Lo triste, lo lamentable, lo imperdonable, es que la comunidad de nuestros días se deba reconstruir a partir de tanta miseria; de ejemplos execrables; de paradigmas sin sentido; de modelos que distorsionan la realidad y la pervierten. Nos corrompe, lentamente, hablar, leer, oír: “El Chapo” y Forbes, Sin Tetas no hay Paraíso, el Cártel de los Sapos, entre otros más, todos, títulos y ejemplos inmundos. 17.- Sería bueno que, como sociedad, intentáramos algo más inteligente y empezáramos por nosotros mismos. Contra una opinión generalizada, ésta no es una guerra “del Gobierno”. Ésta es nuestra guerra y estamos obligados a combatirla en todos los frentes. La casa, el propio hogar, es una trinchera aceptable y nuestros hijos, los primeros a quienes debemos llamar a filas: Cuídelos, atiéndalos, edúquelos, apóyelos, sírvales de ejemplo (no sólo de guía) y, sobre todo, ámelos hasta que duela, si ése fuera el caso. Luis Villegas Montes. luvimo6608@gmail.com, luvimo66_@hotmail.com, luvimo662003@yahoo.com

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