PRECARIZACION DE LAS TRABAJADORAS DE LA INDUSTRIA TEXTIL

COLUMNA * Monedero -- Precarización de las trabajadoras de la industria textil Carmen R. Ponce Meléndez* La precariedad laboral ha sido definida en función de cuatro grandes dimensiones: la inestabilidad en el empleo, la vulnerabilidad, los menores ingresos, y la menor accesibilidad de la población afectada a prestaciones y beneficios sociales. Justamente eso es lo que está sucediéndole a toda la fuerza laboral del país, aunque también es un fenómeno global. Sus principales consecuencias son: pérdida de poder negociador de los sindicatos y trabajadores; caída generalizada de salarios y desprotección social progresiva, así como flexibilidad en los contratos empresariales con el fin de buscar optimización de ganancias y, en algunos casos, evasión de otros compromisos financieros. Esencialmente esta es la fórmula del proyecto de reforma laboral del actual gobierno y forma parte del debate nacional. Si bien es cierto que muchas de las modalidades de precarización ya operan en el mercado laboral desde hace más de 15 años, legalizarlas es un paso más grave que tendría efectos muy destructivos en las actuales organizaciones gremiales y sobre todo en las condiciones de vida y trabajo de la mano de obra femenina. En esta línea de análisis el ejemplo más reciente es el nuevo contrato de trabajo para las trabajadoras de la industria textil, donde se pierden prestaciones, agudizándose la explotación de esta fuerza laboral; contrato que fue avalado por la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC). De acuerdo a este nuevo contrato ley las y los trabajadores que entren a laborar en estas empresas no gozarán de los días de aguinaldo, vacaciones y prima vacacional que se estipulaban en el contrato anterior. Tampoco recibirán el bono de ayuda para compra de despensa ni el fondo de ahorro que menciona dicho contrato, sólo tendrán derecho a recibir las prestaciones económicas contenidas en la Ley Federal del Trabajo (LFT); no tendrán derecho a disfrutar de descanso con goce de salario, salvo en los días de descanso que marca la LFT. Las argumentaciones para precarizar aún más las condiciones de estas trabajadoras se centran en una supuesta protección del empleo, propiciar la inversión y evitar el cierre de las fábricas, ante los efectos de la crisis económica; lo cierto es que se trata de un avance más en la reforma laboral gubernamental, que propicia y legitima el trabajo precario. ¿Cuál es la importancia que reviste esta industria para las mujeres trabajadoras y para el país? El sector textil es un nicho laboral femenino, de cada 10 trabajadores de la industria 7 son mujeres. Una de las formas más tradicionales de precarización que ha tenido esta industria es el “trabajo a domicilio”, las mujeres realizan en sus casas maquila para la fábrica, a cambio reciben un pago por pedido, a destajo, sin ninguna prestación, no hay jubilación posible, ya que no hay forma de crear derechos laborales, además ellas absorben en sus casas los costos de operación. Gracias a esta modalidad los empleadores obtienen importantes ahorros en costos laborales, por ende incrementan sustancialmente sus niveles de ganancia. Todavía está en la memoria colectiva el caso de las costureras en el sismo de 1985 del Distrito Federal, donde afloraron situaciones laborales bastante precarias para esa mano de obra femenina. Durante 2009 la industria textil, que fundamentalmente se había enfocado a la exportación perdió 68 mil empleos, respecto al 2008, se cerraron 666 fábricas y en toda la industria manufacturera la pérdida de empleos ascendió a 72 335 personas. El sector manufacturero registró la caída más alta en abril de ese año con un 17.3 por ciento y en el caso específico de la industria textil en junio decreció 11 por ciento, ambas cifras rebasaron la disminución más alta que tuvo la actividad económica en su conjunto, 10.3 por ciento. La situación de la industria y de sus trabajadoras no obedece exclusivamente a la recesión económica, está íntimamente vinculada con la apertura comercial, el debilitamiento del mercado interno y la carencia de una política industrial por parte del Estado. Realmente la mano de obra femenina ha hecho una gran aportación a la riqueza de la industria. En los años previos a la crisis (2006-2007), el valor agregado bruto por persona ocupada en la manufactura aumentó 5.4 por ciento, a pesar de que ésta perdió 284 establecimientos. Datos de la Encuesta Industrial Anual 2006-2007, del Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inegi). Conforme a la información generada por esa Institución el índice de la población ocupada (PO), durante 2007-2009 muestra una variación porcentual negativa para todo el sector manufacturero, en especial en los subsectores: confección de productos textiles, excepto prendas de vestir y fabricación de prendas de vestir. Para esta actividad el desempleo femenino es previo a la recesión económica. En los últimos cuatro años, la PO de la confección de productos textiles, excepto prendas de vestir bajó 34.3 por ciento. La subcontratación es otra realidad en la industria textil. El pago de personal proveniente de otra razón social se realizó en los tres subsectores: fabricación de insumos textiles, confección de productos textiles excepto prendas de vestir y fabricación de prendas de vestir, la más representativa en este rubro fue la fabricación de insumos textiles. En esta última, para el 2007, el personal proveniente de otra razón social era 8.4 personas por cada 10 trabajadores (Encuesta Industrial Mensual del Inegi en 2008). ¿Qué efectos ha tenido en la industria la recesión económica?. Se evidenciaron en dos aspectos centrales: desempleo y pérdida de remuneraciones reales para las trabajadoras. Es difícil ser optimistas respecto a la recuperación económica del país. Mientras se continúe con esta política laboral de precarización las expectativas de crecimiento económico seguirán siendo irrelevantes, aunque oscilen entre 3 y 5 por ciento del PIB. Porque no se traducen en empleos, niveles de bienestar social, o en su defecto, en una recuperación real del poder adquisitivo de los salarios. Por lo que hace a la esfera de lo político, el movimiento de mujeres y el feminismo como posición política no pueden permanecer ajenos a las mujeres trabajadoras y a sus organizaciones gremiales, pero además las organizaciones gremiales, tampoco pueden darse el lujo de estar al margen de la sociedad civil, es ahora cuando deben estrecharse estos vínculos, ya que la tarea de defender sus derechos económicos incluye forzosamente a la política nacional. * Economista especialista en Género

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