HACEDORAS DE LA HISTORIA

COLUMNA * Hacedoras de la Historia --Cirila Sánchez Mendoza Por Erika Cervantes* Hoy que las coaliciones hacen su aparición en la esfera política mexicana recordemos que son muchos los grupos sociales que no han sido reconocidos, ni tomados en cuenta en la conformación de las Cámaras legislativas como son los grupos indígenas y entre ellos las mujeres, por ello hoy recordamos a Cirila Sánchez, primera legisladora indígena en Oaxaca. En 1983 Cirila Sánchez se convirtió en la primera legisladora indígena en Oaxaca por la LII legislatura y con ello se dio un paso más para el avance por el reconocimiento de los pueblos indígenas, Cirila no es la única que ha ocupado una curul en la Cámara de Diputados, pero si es la primera mujer. Su arribo como diputada no fue un favor o una prebenda que se le otorgó a su pueblo. Cirila tuvo que pasar por muchos obstáculos para alcanzar este lugar. Como muchas de las indígenas que aspiran romper con la tradición de quedarse en la comunidad, Cirila Tuvo que migrar para poder estudiar. Sus padres Rosa Elia y Moisés decidieron que Cirila estudiara, así que la mandaron a los nueve años a San Miguel Panixtlahuaca, un municipio ubicado a cuatro horas a pie de Santa Cruz, el pueblo que la vio nacer. Alejada de su familia y añorando a su abuelo don Ildefonso regresaba a su pueblo siguiendo a la gente de su comunidad. Al regreso de la escuela, trabajaba en las labores de la casa para pagar su estancia en la escuela. Sus padres insistían en que Cirila debía estudiar así que la mandaron a Santa Catarina Juquila, cabecera de distrito, que se ubica a cinco horas caminando. Ahí sirvió como asistente doméstica de un matrimonio conocido de sus padres. Antes de asistir a la escuela dejaba el desayuno listo y la casa limpia, Cirila apenas contaba con 10 años de edad. Y ahí se dio cuenta que para las mujeres era muy difícil estudiar y más cuando se era indígena. Al ver que la vida de Cirila era dura, su madre Rosa Elia y su padre Moisés hablaron con ella para que se regresara, pero ella ya había decidido que terminaría de estudiar y pidió quedarse ya no con los conocidos de sus padres sino con una vecina de ellos dedicada a la panadería quien le advirtió no tener un sitio para ella, Cirila empezó durmiendo en el tejaban de la panadería, hasta lograr dormir en una recámara. Derecho que se ganó trabajando duro desde las cinco de la mañana vendiendo pan, para después ayudar a vender la leche y finalmente a las nueve ir a la escuela, regresar y ayudar en la casa. Así vivió Cirila hasta terminar la primaria, cuando se trasladó a casa de su tía Salustía en Oaxaca, donde solo pudo ingresar a una escuela de paga para cursar la secundaria. Para ello, Cirila trabajó de galopina en los restaurantes de los portales. Es ahí que se enteró de la formación del Instituto de Investigación e Integración Social del Estado de Oaxaca (IIISEO). La institución estaba destinada a ofrecer alternativas de desarrollo para jóvenes que hablaran alguna lengua indígena, y Cirila aprovechó la oportunidad. Estudió para promotora cultural bilingüe, con equivalencia de secundaria. De vuelta en Santa Cruz, su casa, a los 18 años de edad, Cirila era una de las mujeres “más letradas” de la comunidad. Más tarde el Instituto de Investigación e Integración Social del Estado de Oaxaca (IIISEO). Le ofreció una beca para la carrera de técnica de Auxiliar en Promoción Social”. El propio Consejo la apoyó con una carta al Instituto solicitando una beca para esta indígena que mantenía –y mantiene- su lengua materna: el chatino. Durante tres años, Cirila aprendió “de todo un poco”. A los 23 años de edad, Cirila regresó a Santa Cruz ya tenía un empleo en el Programa Nacional de Castellanización. Y en poco tiempo ascendió a la Dirección Regional de Educación Indígena de Juquila, “sin nombramiento, ni la remuneración correspondiente para no herir susceptibilidades. De dicho cargo, fue expulsada por levantar 500 actas de abandono de trabajo a los profesores que solo asistían a la comunidad dos veces por año. Más tarde, Cirila participó con su comunidad para evitar la tala de madera y con su apoyo se deslegitimaron los contratos que las compañías que saqueaban los recursos naturales de los pueblos indígenas. A pesar de las amenazas Cirila acompañó a su comunidad en la lucha. Por su trabajo en la comunidad y la confianza que sembró entre las autoridades y con la gente, un partido político le propuso la candidatura a diputada local en 1983. Cirila pensó que si “era diputada, a lo mejor podía resolver muchas injusticias que había visto durante todos estos años de trabajo, por lo que prácticamente sin saber a qué me metía dije: Bueno, está bien.” Cirila Sánchez Mendoza se convirtió en la primera mujer indígena chatina en ser diputada local de la LII Legislatura para el periodo 1983-1986, la única entre 24 diputados, número que componía entonces al Congreso local. Mas tarde, su trabajo como legisladora local, la coloca como diputada federal (1989-1991) y como Senadora de la República (1994-2000) su gestión se caracterizó por el arduo trabajo a favor de las comunidades oaxaqueñas, sobre todo en aquellas donde el abandono marcaba la vida de las personas. Actualmente Cirila Sánchez Mendoza, continúa trabajando en su comunidad con el enfoque en el desarrollo sustentable de las organizaciones y nos hereda su vida y ejemplo por el respeto de los Derechos Humanos de las comunidades indígenas. * Periodista feminista, fotógrafa mexicana integrante de la Red Nacional de Periodistas. 10/EC/LR/LGL ---

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